La vigencia de la lucha de Zapata
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Opinión

El hombre y su palabra

La vigencia de la lucha de Zapata

 


Este 10 de abril se cumplen 100 años del asesinato de Emiliano Zapata, una de las figuras históricas –junto a los hermanos Flores Magón– de las que evitan hablar los grupos intelectuales conservadores, así como las élites económicas y políticas. Además de la fecha, hay otras dos razones para tener presente a Zapata; primero, por la recuperación de su imagen e ideales que anuncia el nuevo gobierno; segundo, y contradictoriamente, porque en los hechos no se plasma ese discurso, manteniendo viva las razones de lucha del morelense.

La revuelta iniciada a principios del siglo pasado, por parte de Zapata y los campesinos de su estado, no fue por poner o quitar a un presidente; su demanda era clara: “la tierra es de quien la trabaja”. Para ellos, el problema no radicaba en quién estaba a cargo del ejecutivo federal, sino a quién le pertenecían las tierras, ya que en ellas se producen los medios necesarios de vida, como son los alimentos; además, reconocían que su trabajo, en los terrenos de los hacendados, sólo generaba riqueza de un lado y miseria del otro; de tal manera, se vieron en la necesidad de exigiry recuperar las tierras que se les fueron arrebatadas desde la época de Reforma. También pedían que se reconociera y respetara las formas de autogobierno, y es que los campesinos y/o indígenas tienen una visión y organización distinta a las formas de vida del centro y norte del país.

En la historia oficial de Méxicoencontramos la exaltación y perfección de algunas figuras o grupos; también, se ha promovido el abandono y olvido de otros. Con el gobierno de López Obrador, vemos que se retoma la imagen y discurso de Madero, Cárdenas y Juárez; pocas veces ocupa a Zapata, y es que el Caudillo del Surrepresenta una lucha profunda y que va más allá de respetar y seguir el orden de las instituciones. Zapata es una figura que significa o expresa que la historia no ha muerto, que aún hay razones para luchar y que ésta no necesariamente debe ser pacífica.
Y cómo no va seguir viva la memoria de Zapata, cuando observamos que la vida en el campo y las comunidades aún es difícil; uno u otro partido ha llegado a la presidencia, pero ninguno ha logrado atender las necesidades indispensables como de salud y educación; ninguno ha logrado que el trabajo en la tierra sea una opción que permita a la gente seguir viviendo donde nacieron; lamentablemente, hoy en día las personas tienen que salir a otro estado o país en busca una mejor calidad de vida.

También, vemos como el nuevo gobierno va echar adelante el Proyecto Integral Morelos y el cual consta de: dos centrales termoeléctricas, un gaseoducto, una línea eléctrica y un acueducto; a pesar de la inconformidad de algunos pobladores, ya que no existen las condiciones adecuadas, por ejemplo, un primer impedimento sería que la zona es de alta actividad sísmica; además, consumiría recursos hídricos que antes eran empleados por los productores agrícolas. Lejos de escuchar e informar a la gente, se llevó a cabo la consulta en un clima de inestabilidad, arrojando resultados favorables para el gobierno, pero habría que preguntarse si también para las comunidades. Ayer fue Morelos, pero mañana serán los estados donde se pretende construir el Tren Maya y modernizar el Corredor Interoceánico.

Por lo anterior, podemos decir que Zapata no ha muerto, sigue vivo en la memoria y la lucha de los campesinos, los trabajadores, los estudiantes, en general, los movimientos sociales.