¿Fin del neoliberalismo y los males del país?
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Opinión

El hombre y su palabra

¿Fin del neoliberalismo y los males del país?

 


El pasado 17 marzo, en la clausura de los foros de consulta para la elaboración del Plan Nacional de Desarrollo, el presidente declaró la abolición del neoliberalismo; sí, López Obrador dijo que ha llegado el fin del modelo económico y político que criticó a lo largo de su campaña y al cual le ha atribuido la corrupción, la concentración de riqueza y el saqueo de los recursos naturales del país. Pero, ¿qué es neoliberalismo?
El neoliberalismo es una forma del sistema de producción capitalista, en el cual se defiende que el libre mercado es el mecanismo más eficiente en la asignación de los recursos; por lo tanto, el Estado no debe intervenir en la economía, su papel se restringe a garantizar y promover la libre competencia; a nivel internacional, se impulsa la apertura comercial y la inversión extranjera; el objetivo de la política económica es el crecimiento, acompañado de niveles bajos de inflación y equilibrio fiscal.
En México, el neoliberalismo fue impuesto desde el exterior, a través de organismos como el Fondo Monetario Internacional, durante el sexenio de Miguel de la Madrid (1982-1988). Algunas de las características en la implementación del modelo, señaladas por José Silvestre en El Neoliberalismo en México: ¿éxito o fracaso? (1998), fueron las siguientes: autoritario, al no tomar en cuenta la opinión de los diferentes actores económicos; centralizado, por no considerar las necesidades y requerimientos de las distintas regiones del país; la apertura indiscriminada dañó a los pequeños productores y comerciantes; y por una excesiva dependencia de los intereses de la economía estadounidense.
¿Cuáles son los resultados económicos y sociales del neoliberalismo en el país? Si bien se ha logrado mantener la inflación a niveles bajos, el país no ha recuperado las tasas de crecimiento anuales presentadas durante el “milagro mexicano”, que oscilaban cerca del 6%. Considerando la desigualdad y pobreza en los ingresos, Máximo Jaramillo en Lo que el neoliberalismo nos dejó (2019), señala que el índice de Gini sigue siendo de los más alto en América Latina y en las últimas tres décadas se ha mantenido constante: el 10% por ciento de los hogares con mayor ingreso supera 40 veces el ingreso del 10% más pobre ; mientras que, el porcentaje de personas pobres en 2016 fue del 53%, mismo al que había en 1992, pero equivalente a 20 millones más de personas en dicha situación.
Sin duda, el neoliberalismo no ha reducido las brechas existentes en la población mexicana; por tal motivo, la gente votó por un proyecto distinto, empujados más por el desprecio a los sexenios pasados que por un ejercicio de información, reflexión y evaluación de las distintas alternativas y mucho menos, se puso en duda la participación electoral como la única alternativa para cambiar las cosas.
¿Podrá una transformación política modificar la realidad del país? A más de 100 días de gobierno, la gente mantiene el respaldo y la confianza hacia López Obrador, a pesar de que podemos diferir en la forma en que se han realizado algunas acciones, era necesario elevar el salario mínimo, combatir el robo de combustible, frenar el endeudamiento de Pemex; por otra parte, resulta difícil pensar en cambios de fondo, cuando observamos la falta de argumentos para cancelar la construcción del Nuevo Aeropuerto, mientras que, no se considera el impacto ambiental que tendrá el Tren Maya; tampoco, podemos estar de acuerdo con las dudosas consultas, como la ocurrida en el estado de Morelos, donde una parte importante de la población rechazó el Proyecto Integral; también, genera dudas el acercamiento de AMLO con los empresarios más ricos del país, como Ricardo Salina, Carlos Slim o Emilio Azcárraga.
Comparto la idea que es necesario combatir los grandes males que aquejan al país como la falta de empleos, salarios bajos, pobreza, desigualdad, corrupción, etc., pero no coincido en que éstos sean resultados exclusivos del neoliberalismo o de un par de partidos políticos. Si el presidente quiere hacer cambios de fondo, debe empezar por no replicar las acciones y comportamientos de los gobiernos anteriores; debe plantearse proyectos de desarrollo en los cuales el beneficio no se concentre en algunos grupos. En este sexenio es fundamental que ocurran cambios positivos, de lo contrario, experimentaremos lo que ocurre en Brasil, donde se ha apostado por un proyecto ultraconservador y que va en contra de la clase trabajadora, las minorías y los recursos naturales.
Facebook: @ cristian.salazarherrera