Lozoya
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Opinión

El Crematorio

Lozoya

 


La desilusión de los mexicanos crece día tras día, ante el cúmulo de promesas incumplidas y entre ellas, ver que todo sigue igual, que nada ha cambiado, y poco a poco, la falta de esperanza hace que el mexicano caiga en una profunda depresión, no por su estado anímico propiciado por un maligno virus que azota a la humanidad, sino por una depresión política, social y económica. La 4T está haciendo “agua” ante la mirada atónita de todos aquellos que creyeron en Andrés Manuel López Obrador, que vendría a cristalizar sus añejas promesas de casi dos décadas, que sirvieron para lavarle el cerebro a aquellos ingenuos que pensaron que de golpe y porrazo se iba a acabar con la miseria, el hambre, la corrupción;  y que todos íbamos a ser inmensamente ricos o inmensamente pobres, esto último se está haciendo una tangible realidad.

La llegada de Emilio Lozoya bien le pudo haber servido a la 4T para recuperar la credibilidad que a últimas fechas ha perdido ante tantos errores y equivocaciones que se vienen registrando en el gobierno Lopezobradorista, de hecho, no sucedió que Lozoya pisara la cárcel como bien se pensaba en esta gran oportunidad de fortalecer al presidente de México. El ex director de PEMEX según las autoridades españolas, al abordar su jet de lujo, gozaba de cabal salud y en el trayecto de 12 horas… ¡enfermó gravemente!, a tal grado que tuvo que ser sometido a una “delicada” operación quirúrgica, que lo ha mantenido descansando en un lujoso nosocomio; muy lejos de pisar la cárcel como correspondía a pillo de tal calaña, que no solo robo al pueblo más pobre de México, sino que lo engañó y enriqueció a una caterva de delincuentes de cuello blanco, que el  presidente López Obrador tiene que meter a la cárcel, empezando por Enrique Peña Nieto y sus demás compinches, sean del partido que sean.

Lozoya es la gran desilusión del pueblo mexicano y la vergüenza de López Obrador.