Desde tiempos prehistóricos, el ser humano aprendió que la fuerza del lobo es la manada. A partir de inventar la agricultura el ser humano inició los procesos de civilización a través de la organización, poco a poco se acabaron las bandas nómadas de cazadores-recolectores, y al quedarse a vivir en un mismo lugar por generaciones, empezaron a fundar poblados y más adelante ciudades.
El ser humano entendió con actos luminosos y fracasos oscuros, que, de la organización comunitaria, no solo dependía la alimentación, la salud, sino algo más importante, la vida, la permanencia como pueblo.
Tal vez, la civilización más avanzada de la antigüedad en el desarrollo humano a través del bien común fueron nuestros antepasados, que, durante 9,500 años, antes de la invasión y ocupación de 1521, los niveles de calidad de vida eran mucho más elevados que la de los súbitos de los reinos de Europa. Tanto en alimentación, salud, educación y organización, porque en las otras civilizaciones, siempre las élites vivían muy bien, no así los pueblos.
Desde que se impuso la colonización por los reinos de Europa, como Castilla y el reino Lusitano, después Inglaterra, Holanda, Francia, Alemania y Turquía, es decir, el llegar a tierras y pueblos desconocidos para robar, asesinar, explotar y depredar a los pueblos que nos les habían hecho nada malo, así empezó la colonización, el capitalismo, el neoliberalismo y la globalización.
Hace siglos llegaban en galeones y con espadas y cañones. Ahora llegan en aviones y con dólares y euros, la diferencia es que hoy hacen mucho más daño que ayer.
Las leyes, las instituciones y las autoridades ancestrales de los pueblos invadidos, fueron desmanteladas y destruidas. En su lugar se impuso por la fuerza y por el poder que da el dinero, lo que los europeos llaman democracia, libre mercado, la modernidad y el progreso. A partir de 1776, cuando se creó el primer país del mundo moderno, Estados Unidos de América, ha sido el baluarte y el defensor y promotor de este modelo de vida, en donde la riqueza y el consumo, es símbolo del éxito existencial, la explotación de los seres humanos y la depredación del medio ambiente son tomados como parte de la libertad. La extinción de la familia y la comunidad se ha cambiado por el individualismo, el consumismo y la corrupción.
En efecto, quienes diseñaron este nuevo orden mundial, que derrocó a las monarquías fueron los banqueros más ricos de Europa. Este modelo impuesto con las bayonetas a todos los países del mundo libre, está total y específicamente diseñada para que la corrupción mantenga a los gobiernos y los pueblos divididos y enfrentados.
La injustica en contra de los pobres del mundo y la riqueza mal aviada, es una realidad en el mundo libre, comenzando con el adalid de este modelo, los EE.UU., en donde un empresario criminal es su presidente y su mano derecha es el humano más rico del mundo. La riqueza a cualquier precio apoyada por la política, la injusticia y la deshumanización.
En contraparte, cuando una persona, una familia o un pueblo, trabajan con la norma del bien común, el mundo y la vida cambian. En Oaxaca, que ha sido rebasada por la incompetencia y la corrupción de muchos gobiernos, cada día es más difícil vivir como seres humanos. Cuando uno sede el paso al peatón, y al auto respetando la mínima norma de la urbanidad, el mundo cambia. Esta reflexión ha sido producida por haber sufrido el víacrucis de haberme estacionado en un lugar prohibido en un día festivo. Caí en la maquinaria de la burocracia incompetente, corrupta e insensible. Es un placer para estas personas torturar al ciudadano.
El gobierno cobra la tenencia, las placas, las licencias, las multas, los recargos, el encierro del auto y en cohecho con las grúas particulares. Dos días para liberar el auto, porque las autoridades de tránsito, en vez de tener sentido común, tienen sentido contario en sus cabecitas. Deberían entender, que no ofrecen estacionamientos públicos, que las calles están llenas de baches. Diseñan las vialidades como si se estuviera brindando un servicio de calidad en la vialidad. Y tienen personal que se la pasa agrediendo y extorsionando al sufrido ciudadano, que trata de sobrevivir a este caos, a esta incompetencia y a la añeja corrupción.
Tránsito Municipal necesita con urgencia una auditoría administrativa para hacer más expeditos los trámites y contar con profesionales de la vialidad. Esto es justo y muy necesario, para humanizar la vida en esta caótica ciudad. Educáyotl, AC.