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Editorial

Mayor participación

 


Las próximas elecciones del 2 de junio serán la oportunidad para que la sociedad mexicana deje de creer en sus líderes políticos y empiece a creer en sí misma, pero, sobre todo, siga fortaleciendo los contrapesos del sistema y las defensas del ciudadano ante el abuso del Estado.

En México, la separación de poderes surgió como una idea de pesos y contrapesos, cuyo fin es que el ejercicio del poder se distribuya entre varios cuerpos gubernativos para evitar que un poder invada esferas de competencia abusando de los otros, o que exista una gran concentración de facultades en uno solo.

Actualmente, conforme a lo dispuesto en el artículo 49 de la Constitución General de la República, el Supremo Poder de la Federación se divide para su ejercicio en Legislativo, Ejecutivo y Judicial. Pareciera que conforme avanza el tiempo la pérdida de contrapesos reales se vuelve una constante. El creciente número de gobiernos neopopulistas y la constante influencia de las redes sociales en la opinión pública hacen más complejo el escenario de subsistencia para la verdadera democracia.

La mala reputación de las instituciones electorales en México genera un sentimiento de desapego y desconfianza hacia la democracia misma. De acuerdo con estudios, únicamente el 38 % de los mexicanos está a favor de la democracia, de ahí que sólo dos de cada cinco personas en México confían en la democracia.

Sumado a ello, la proporción de personas que considera que hay mucha o algo de corrupción en las autoridades electorales es indicador de que nuestros procesos democráticos tienen graves problemas.

Cuando se habla de desconfianza hacia los partidos políticos queda claro que está basada en todas aquellas promesas realizadas durante campaña e incumplidas cuando se encuentran en el poder. Además de revisar la situación de la implementación y desimplementación de políticas públicas, la aparición y desaparición de instituciones, para el fortalecimiento y debilitamiento de esta clase social dependiendo del partido en el poder.

 

Aéreas comunitarias

 

Oaxaca es uno de los estados con más diversidad cultural y biológica en México, las iniciativas de conservación comunitaria ofrecen valiosas lecciones para el país, la región y otras áreas similares en los países en vías de desarrollo. Durante los últimos 20 años, en el estado se han creado diversas áreas protegidas comunitarias, que, a pesar de ser pequeñas, generalmente se encuentran inmersas en un mosaico de actividades productivas que mantienen la estructura y composición de los bosques a nivel de paisaje.

Las áreas comunitarias protegidas deben promoverse y volverse un componente esencial del sistema integral de conservación de la biodiversidad de México, ya que una de las características es que no son lugares aislados, forman parte de un mosaico de bosques, selvas, matorrales conservados, de áreas con programas de manejo forestal, ecoturismo y, de esta manera, participan en la integración de corredores biológicos que permiten el desplazamiento de las especies.

Los ecosistemas representados en los bosques de esta región albergan una alta biodiversidad y en particular han llamado la atención de la comunidad científica internacional por presentar una espectacular concentración de diversidad biológica en pequeñas unidades de superficie. Oaxaca tiene la mayor superficie de áreas certificadas con 1 millón 065.90 kilómetros cuadrados (43%) del país.

Actualmente, en el estado existen más de 74 áreas de conservación certificadas, con una superficie de 931.21 kilómetros, de la que 74.6% pertenece a bienes comunales, 24.5% a ejidos y 0.9% a propiedad privada. De las 16 etnias de Oaxaca, zapotecos, chinantecos, chontales, mazatecos, zoques, mixes y mixtecos han participado en este proceso.

A pesar de su extensión relativamente pequeña, juegan un papel relevante en la conservación de la biodiversidad, particularmente, en la protección de la biodiversidad amenazada o en peligro de extinción.  A pesar de tener la más alta biodiversidad del país, Oaxaca está poco representado en este rubro debido a que la mayor superficie del territorio es propiedad de ejidos y comunidades indígenas que se conducen por usos y costumbres.