Sin alimentos
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Editorial

Sin alimentos

 


El hambre y la inseguridad alimentaria están estrechamente relacionados con todos los indicadores educativos, culturales, sociales, demográficos y económicos.

Pero la inseguridad alimentaria no sólo contempla a las personas en situación de hambre sino también vivir con incertidumbre respecto de su capacidad para alimentarse o tener que comprometer la calidad o cantidad de su comida.

Esto significa que 3 de cada 10 personas presentan algún grado de inseguridad alimentaria. Alimentarse adecuadamente es cada vez más complejo para millones de personas en el mundo, especialmente para los más pobres. La pandemia Covid-19 y la crisis económica que le acompañó han profundizado las complicaciones que enfrentan los hogares para pagar la comida y otros bienes y servicios básicos.

Esto ha impactado con mayor fuerza a los países con brechas amplias de desigualdad y altos niveles de pobreza, por eso en Oaxaca el reto debe ser combatir de tajo la pobreza alimentaria en la cual se encuentran 1.3 millones de habitantes en el territorio estatal. El compromiso lograr la autosuficiencia alimentaria para combatir la pobreza extrema y los problemas generados por la dificultad del acceso a la alimentación, para crear un escenario en el cual el pueblo pueda transformar su historia.

El derecho a la alimentación adecuada se cumple cuando la gente tiene acceso a los comestibles, pero hay quienes no lo tienen y hay quienes comen una vez al día o no tienen garantizados los víveres del día siguiente. El tema de inseguridad alimentaria se cruza con la pobreza.

Hay cuatro elementos que permiten saber si la gente tiene acceso a la alimentación de acuerdo con las normas internacionales: disponibilidad, acceso a los alimentos de forma permanente, estabilidad, es decir, que todo el tiempo lo tienen e inocuidad. Un número importante de la población no cubre estas dimensiones.

 

Áreas verdes

 

Ante el crecimiento de la mancha urbana que se ha comido los pocos espacios verdes que existen en la capital, es necesario acudir al rescate de las áreas arboladas y emprender acciones que contribuyan a la creación de nuevas zonas, donde se privilegie las plantas, los árboles y rescatar los existentes, pues muchos de estos lugares están lisos, sin pasto ni plantas y en mal estado.

Nuestra capital cuenta con 18 espacios bien definidos entre jardines o parques públicos que están en pésimas y lamentables condiciones y no representan un área verde como debe ser, poco o nada se ha hecho. Vendedores ambulantes que cada día se apropian de un lugar, así como los tianguis o las verbenas han dado al traste con la jardinería que existía en las pocas áreas verdes de la capital.

Agua, basura y desperdicios de quienes venden comida son arrojados produciendo la pudrición de las raíces de los árboles, lo cual ha originado que los capitalinos se vayan quedando poco a poco sin estos espacios de recreación y esparcimiento familiar. Además, existe un gran déficit de zonas verdes en Oaxaca de Juárez, pues a pesar de que hay parques y espacios de recreación, se carece de verdaderos pulmones naturales que permitan a la sociedad un desenvolvimiento que beneficie la calidad de vida.

Nunca como ahora se necesita cambiar la visión que se tiene sobre los parques, ya que en lugar de ofrecer un sitio para la naturaleza, la construcción de espacios recreativos se limita a cubrir de bloques de cementos terrenos que permitirían la proliferación de plantas, lo cual genera un gran riesgo para la comunidad, pues una ciudad sin áreas verdes es una ciudad con un clima extremoso. De ahí la insistencia de emplazar a las autoridades a rescatar las pocas zonas verdes de la ciudad y en el saneamiento de árboles de parques y jardines, pues no debemos olvidar que la naturaleza urbana limpia el aire, reduce el ruido y regula la cantidad de agua cuando hay tormentas.