Insultos y epítetos
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Opinión

Editorial

Insultos y epítetos

 


En los últimos tiempos, el clima de libertades que a los mexicanos nos otorga nuestra Carta Magna, ha estado bajo fuego del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador que, durante las dos semanas anteriores y en su afán de torpedear la marcha a favor del Instituto Nacional Electoral (INE), del pasado domingo, ha llenado de insultos y epítetos no sólo a los organismos de la sociedad civil que convocaron a la misma, sino a todos los mexicanos que no comulgan con su idea de imponer su propuesta de reforma electoral. Haciendo gala de riqueza lingüística, el presidente de ha expresado de forma brutal con apelativos como: cretinos, corruptazos, rateros, achichincles, aspiracionistas, despistados, fifís, inmorales, farsantes, alcahuetes, saqueadores y “al servicio de la oligarquía”.

El país es mucho más que los 30 millones de mexicanos que le aportaron su voto. México es mucho más que la voluntad de un solo hombre que ha dividido a los mexicanos y lo hace todos los días. Pretende que aún sus ocurrencias y bajezas sean aplaudidas y que todos guardemos silencio cómplice de las aberrantes posturas que ha tomado como es el caso de la delincuencia organizada. El país se está ahogando en sangre frente a un régimen insensible ante el dolor de miles de familias que cada día velan a sus muertos. O de niños enfermos de cáncer que sucumben ante un dictadorzuelo que cada mañana está sembrando odio, rencor, resentimiento. ¿Es posible que un Jefe de Estado y de gobierno, insulte a diario a quienes piensan diferente a él? Por supuesto que existen especímenes, uno de ellos es López Obrador y su caterva de corifeos y chairos fanáticos.

Hay pues ya una inconformidad generalizada que puede desembocar en mayor polarización de los mexicanos y, eventualmente, en acciones de violencia, que esperamos que nunca llegue. ¿Cuánto le cuesta al bolsillo de los mexicanos la mañanera diaria y la cobertura que le dan los medios favoritos del régimen y de la llamada Cuarta Transformación? Muchos miles de millones, sólo para estar desacreditando, descalificando y cuestionando a sus adversarios, conservadores, neoliberales y emisarios del pasado. Jamás en el país vivimos escenarios tan burdos y abominables como los que hemos visto con López Obrador. Es impresionante la forma de perder el tiempo, arremetiendo en contra de enemigos reales o imaginarios. Este gobierno está socavando al país.

 

Una mala publicidad

 

Como lo publicamos el pasado domingo, diarios tan importantes como Los Ángeles Times o la agencia española EFE, han publicado sendos reportajes sobre la crisis de la basura en la capital oaxaqueña, publicando inclusive fotos de turistas extranjeros pasando por el cochinero en que se convirtió nuestro antes digno y señorial Centro Histórico. En efecto, ha sido un espectáculo deprimente y de mala imagen tratándose de una ciudad colonial, considerada una de las más bellas del país. No es fortuita la sentencia que afirma que somos los mismos oaxaqueños aquellos que con mala fe, buscan afectar no sólo la imagen sino al turismo, a la industria que deja a miles de familias ganancias modestas, pero algo para su supervivencia. Porque prestadores de servicios, hoteles, restaurantes, agencias de viajes, tiendas de artesanías y mercados, viven de lo que visitantes del país y el extranjero les dejan cuando llegan a la capital.

Y decimos que hay mala fe pues sólo basta recordar el período vacacional de julio, cuando reventó justamente el tema de la basura, además de las protestas y bloqueos a calles y carreteras por parte de organizaciones sociales como el Consejo Indígena Popular (CIPO-Ricardo Flores Magón”), dirigido por Miguel Cruz o el Comité para la Defensa Ciudadana (Codeci), regenteado por su sujeto sin escrúpulos que vive del asesinato de su hermano, Catarino Torres Pereda que, según información, nada tuvo que ver dicho crimen con su papel de “luchador social”. Y como veremos días posteriores, el sujeto llamado Juan Torres Pereda ha hecho casi guardia en la Secretaría de Finanzas del gobierno estatal, para que le entreguen los 40 millones de pesos que dicen le adeudan.

Durante el actual régimen, todo mundo lo dice, ha habido demasiada tolerancia con sindicatos, organizaciones y grupos de presión que, asumiéndose intocables han hecho y deshecho. He ahí el por qué algunos grupos empresariales han hecho llamados al gobernador electo, Salomón Jara, a fin de que la protesta no se convierta en ariete para afectar a la sociedad civil y a la economía. Lo hemos dicho una y otra vez: los bloqueos, el cierre de carreteras y de oficinas son en Oaxaca algo único en el país. Por miedo o por no llevar encima el estigma de represor, los gobernantes se han encogido de hombros, dejando a la deriva a miles y miles que viven de su trabajo. Y eso no debe permitirse más. Algo tiene que hacer el gobierno.