Apropiación ilícita
Oaxaca
La Capital Los Municipios
El Imparcial del Istmo El Imparcial de la Costa El Imparcial de la Cuenca
Nacional Internacional Súper Deportivo Especiales Economía Estilo Arte y Cultura En Escena Salud Ecología Ciencia Tecnología Viral Policiaca Opinión

Opinión

Editorial

Apropiación ilícita

 


Desde hace algunos años, nuestra ciudad capital muestra los síntomas propios del abandono y la apatía. El Centro Histórico, sitio emblemático para el relax y esparcimiento de las familias oaxaqueñas de antaño, hoy luce sucio y maloliente, además, deforestado por la pérdida de algunos de sus viejos huéspedes. El citadino ha ido perdiendo espacios paulatinamente. Ora por el comercio en la vía pública, ora por indígenas que se dicen cautelados, pero, sobre todo, por la abulia gubernamental. Algunos edificios, fieles exponentes de la arquitectura novohispana, exhiben los resabios de la destrucción y el vandalismo. Pero en cambio nos ponen un famoso memorial de los caídos en Nochixtlán. Con facilidad, el gobierno de la ciudad retira obras escultóricas de artistas plásticos, con el pueril argumento de que no solicitaron permiso, pero deja adefesios que sólo llaman a la confrontación social y a la eterna victimización.

En diciembre, los pasillos del Palacio de Gobierno cumplirán 12 años de estar invadidos por un grupo de triquis. No porque sea el sitio emblemático del Poder Ejecutivo Estatal, sino por la deplorable imagen que dan a coterráneos y turistas foráneos. Dicho espacio público ha devenido tianguis artesanal, cocina, comedor, hotel de paso, etc., además, claro, una virtual plaza comercial cuyos espacios se rentan. Sus beneficiarios son una especie de becarios del gobierno estatal. Reciben dinero, despensas y quieren hasta casas. Todo ello, con el ardid de que cuentan con medidas cautelares. Supongo que no son a perpetuidad ni patente de corso para apropiarse de un espacio público en una ciudad que tiene el reconocimiento de Patrimonio Cultural de la Humanidad.

No es un secreto que los triquis de que hablamos no quieren regresar a sus comunidades. Se asumen desplazados, pero en su proyecto no está abandonar el negocio ni renunciar al espacio en donde, literalmente, se dejaron caer hace 12 años. Y la buena suerte les socorre. La zona sigue como escenario cotidiano de violencia, prohijada por los dirigentes que manipulan a los dos principales grupos: el MULT y su escisión, el MULTI. Estamos convencidos de que en lo que falta de la actual administración no se moverá un dedo para devolverle a los citadinos ese espacio público. La pregunta es: con la llegada del nuevo gobierno en diciembre, ¿iniciará otro sexenio de impunidad y apropiación ilícita de un grupo étnico atípico, que se asume intocable con las sobadas medidas cautelares? Tarea para los que vienen.

 

Quejas y mal servicio

 

En los tiempos de los gobiernos neoliberales o conservadores el turismo era un pivote elemental del desarrollo económico. La dependencia federal responsable era una especie de soporte para las estatales y sus delegaciones en todo el país, particularmente en estados de afluencia turística considerable, pues verificaban y supervisaban para procurar buenos servicios, evitar abusos y sancionar malas prácticas. La promoción y la publicidad eran una labor corresponsable, que no sólo involucraba a los tres órdenes de gobierno sino también a los organismos y cámaras de prestadores de servicios: hoteles, restaurantes, agencias de viajes, tiendas de artesanías, transportadoras, taxistas, etc. Todos en un mismo barco, tratando de obtener más afluencia de visitantes del país y el extranjero; cuidarlos; elevar el promedio de estancia de los mismos y, por supuesto, incrementar la derrama económica. Y en todos los destinos.

Había sanciones para aquellos establecimientos que ofrecían mala calidad en los servicios, cobros excesivos o abusos. Sin embargo, esa mística parece haber desaparecido. En la pasada temporada vacacional, al menos en redes sociales, las quejas y denuncias fueron constantes. Lo mismo por la reventa de boletos para el evento folklórico de los Lunes del Cerro que taxistas abusivos o restaurantes de cocina tradicional, ancestral y todos esos artificios que ha inventado el boom comercial, para sangrar al visitante. Igual de cobros excesivos en antros y hasta el caso de la intoxicación de 41 comensales, con un inexplicable hermetismo oficial. Sin ánimo de descalificar a nadie, ¿cuál ha sido el trabajo de las cámaras o asociaciones que prestan el servicio al turismo, para verificar entre sus agremiados la cultura del buen servicio?

Según los conocedores del tema, Oaxaca y sus principales destinos son de turismo de temporada y la capital, destino de paso. Tenemos sólo puentes o fines de semana largos. Bocanadas de aire fresco que, así como las esperan los prestadores de servicios, también los clásicos grupos y organizaciones sociales que viven del chantaje y la dádiva del gobierno. Con todo este panorama, sólo una pregunta que engloba muchas más: ¿No es factible crear una cultura de la corresponsabilidad y de atención al turismo, en donde quede atrás el clásico paternalismo estatal y organismos, cámaras y prestadores de servicios se pongan –así literal- las pilas para mejorar el servicio en la industria sin chimeneas?