Los vividores de siempre
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Opinión

Editorial

Los vividores de siempre

 


Una de las causas de nuestro atraso y rezago a nivel nacional, que no de nuestra riqueza, es la idiosincrasia del mismo oaxaqueño. No es fortuita la comparación que nos hacen quienes nos representan como una olla de grillos. Otros, como una cubeta de cangrejos. Aquellos que quieren salir los demás tiran hacia abajo. Este preámbulo tiene una justificación. Veamos. Estamos en plenos festejos de julio. Acaba de concluir el primer lunes de Guelaguetza con sus dos presentaciones. Es una delicia ver el Centro Histórico, la explanada de Santo Domingo, el Zócalo, los mercados, museos, el Andador Turístico, etc., a reventar de oaxaqueños, además de visitantes del país y el extranjero. En el entorno se respiran aires de fiesta, de tradición, de costumbres ancestrales que siguen vivas. Oaxaca es algo único y excepcional.

Pese a haberse convertido en un burdo negocio, nuestra fiesta folklórica es un espectáculo que sigue atrayendo multitudes. Miles vienen a la entidad a recrearse de la cultura, de los trajes multicolores y de los ritmos y danzas, tan diversos como nuestro mosaico étnico y pluricultural. Convites, calendas, desfiles de delegaciones. El ambiente festivo genera una variedad de emociones y sensaciones. Pero hay quienes no lo ven así. Y mientras el gobierno echa la casa por la ventana publicitando las bondades de nuestro estado, hay otros que esperan esta temporada para soltar su perversidad. Y hacer cuanto les sea posible para torpedear el período vacacional, generando un infierno al turismo y a los mismos oaxaqueños. Pudieron haberlo hecho semanas o meses antes. Pero no. Esperaron la temporada para bloquear carreteras, calles y cruceros.

Quienes manejan políticamente a colonias y agencias aledañas al tiradero municipal, esperaron pacientemente la temporada vacacional para repetir el numerito. Un tema en donde aflora la corrupción y el conflicto político. La idea es exhibir, mostrar lo turbio, la peor imagen de una capital, paradójicamente calificada como uno de los mejores destinos turísticos del mundo. El turismo es tal vez la única industria de la que viven miles de familias oaxaqueñas. Pero hay otra, que es la del chantaje, de la que sólo viven los buitres y depredadores; chantajistas y extorsionadores sin escrúpulos, que con sus acciones ponen en evidencia no solamente la ingobernabilidad y el miedo para aplicar la ley que existen en Oaxaca, sino que se muestran como lo que son: oportunistas y traidores a sus mismos coterráneos.

 

Encogerse de hombros

 

De nueva cuenta, la capital oaxaqueña mostró ante propios y extraños su imagen más deplorable. Una ciudad ahogada en desechos sólidos. Esquinas, calles, mercados y parques públicos, llenos de bolsas de basura y fauna nociva. Se trata –como ya hemos comentado- de una práctica recurrente, manejada con dolo y mala fe, por quienes han explotado a placer el relleno sanitario ubicado en jurisdicción de la Villa de Zaachila. ¿Pero qué hay detrás de esta crisis? En principio hay que subrayar que la mayoría de las cabeceras municipales del interior del estado, manejan sin mayor problema la recolección y depósito de basura. Sin embargo, los 25 municipios de los Valles Centrales, incluyendo la capital oaxaqueña, simplemente se han encogido de hombros para resolver su problema y han descargado en el gobierno estatal la obligación de solucionarlo.

Cuando sujetos sin escrúpulos que cilindrean a placer a los vecinos de colonias como “El Manantial” o “Renacimiento”, que son quienes se han beneficiado con el cobro del acceso al tiradero, deciden por sus cojones cerrar las entradas, es el gobierno estatal quien resuelve el entuerto. Se sabe que invierte –aunque no es su competencia- 25 millones de pesos anuales para mantener el tiradero en condiciones más o menos manejables. Es un cuento de nunca acabar. Además, son más que evidentes los síntomas de conflicto político y corrupción. Fuentes bien informadas revelan que los manejadores de las colonias antes mencionadas recibirían mensualmente 2 millones y medio de pesos por el acceso a camiones recolectores y otros.

Obvio, eso no lo reportan a la agencia Vicente Guerrero y ésta, tampoco al municipio de Zaachila. Desde el trienio pasado, el municipio de Oaxaca de Juárez dejó todo a la deriva para manejar esos recursos y entregarlos a la autoridad competente. Porque también ha sido un mecanismo perpetuo de extorsión al gobierno estatal. La solución es que cada municipio se vaya haciendo responsable del manejo de los desechos sólidos que se generan en sus propias jurisdicciones. No es ético cobrarle el servicio al ciudadano e involucrarlo, al suspenderse la recolección, en temas que son de competencia de la autoridad municipal.  De toda esta crisis a la que nos referimos hay responsables. Y son los oportunistas que para evidenciar nuestra compleja convivencia social y controvertida gobernabilidad, han pretendido con ello torpedear las fiestas de julio con un propósito perverso y siniestro.