Violencia indígena: Un negocio
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Opinión

Editorial

Violencia indígena: Un negocio

 


El miércoles 4 de mayo, representantes de dos organizaciones que aglutinan a indígenas de la etnia triqui: el Movimiento de Unificación y Lucha Triqui (MULT) y su escisión, el Movimiento de Unificación y Lucha Triqui Independiente (MULTI), firmaron un acuerdo de paz social y respeto mutuo, para el retorno de los presuntos desplazados, a la zona de Tierra Blanca, Copala. El acto se llevó a cabo en la Secretaría de Gobernación. Testigos del hecho fueron el gobernador Alejandro Murat y el subsecretario de Derechos Humanos de dicha dependencia federal, Alejandro Encinas. El propósito es que regresen a su lugar de origen, en un ambiente de seguridad. Éste sería el quinto intento para hacer realidad esta situación, dado que han sido los mismos dirigentes, los que no sólo han obstaculizado el retorno, sino también cualquier acuerdo de paz.

El tema triqui, precisamente por la injerencia de grupos y organizaciones, desde religiosas hasta políticas, se ha vuelto un dolor de cabeza para los gobiernos federal y estatal. Con respeto a los pueblos originarios, no es un tema menor. Esta etnia se cuece aparte. Su trashumancia la ha llevado, lo mismo a mantener un plantón, durante meses en el Centro Histórico de la ciudad de México, que a apropiarse de los pasillos del Palacio de Gobierno desde hace casi 12 años. Y, al tenor de la presión de sus dirigentes, vivir exigiendo apoyos y movilizarse para lograrlo. Desde los orígenes del MULT, fundado por el desaparecido Heriberto Pazos Ortiz, dicho movimiento ha tenido mutaciones radicales. La zona de Juxtlahuaca en donde habitan, se ha convertido en tierra de nadie. Celadas, ejecuciones, secuestros o desapariciones han sido parte de lo cotidiano.

Grupos y organizaciones se acusan entre sí de la violencia y la inseguridad. Sin embargo, paradójicamente, son los principales interesados en que las mismas sigan. Pero, para cubrirse, algunos de sus dirigentes han inventado el mito genial de la victimización. Es el caso del dirigente del MULT. Ex maestro de la Sección 22 y promotor de la violencia en el movimiento del 2006. Ya se sabe el numerito. Por ello, siempre insistimos en que cualquier acuerdo de paz debería poner fuera de la jugada a los titiriteros. Ojalá que se mantenga el acuerdo del que hablamos al principio y no sea sólo una llamarada de petate. Porque mantener a los indígenas en permanente conflicto, también rinde buenas rentas.

 

Debates: Ejercicio democrático

 

El próximo 15 de mayo se tiene programado el segundo debate de los candidatos de todos los partidos y coaliciones, que buscan la gubernatura del estado. El primer debate fue cancelado por circunstancias del todo ya conocidas. Pero, ¿cuál es el fondo de este tipo de eventos, que se han vuelto algo común en nuestra incipiente democracia, tanto los que organiza el árbitro electoral como los que promueven organismos de la sociedad civil? En las campañas políticas que, en este proceso electoral tardarán al menos dos meses, cada aspirante ha echado de su ronco pecho, una y mil promesas; ha criticado a sus adversarios; al gobierno estatal o federal y las plataformas políticas de los partidos que le son ajenos. Se publicitan en spots, con tonadillas o en espectaculares.

Rostros sonrientes, rodeados de mujeres, niños, campesinos, comerciantes, obreros, jóvenes, etc. Lucen también ataviados con trajes típicos o con collares de flores. Hombres o mujeres, no hay diferencia, todos le apuestan a la imagen. Hay quienes han optado por mítines multitudinarios; otros por eventos menos numerosos. Y otros u otras, ni ruido han hecho. Dicen que buscan la simpatía y el voto de casa en casa. En fin, en política y en elecciones como en la guerra, todo se vale, salvo aquello que sancionan los órganos electorales y jurisdiccionales. Las redes sociales están saturadas de videos, fotografías, mensajes, promesas o compromisos. Y lo que nunca falta: una guerra de encuestas y sondeos de opinión. La mayoría les ha apostado a las redes sociales, aunque en nuestra limitada conectividad, el éxito esperado es sinónimo de fracaso.

Los debates son pues, un ejercicio democrático que da a los votantes potenciales, la imagen, habilidad, destreza y aplomo de quienes, frente a las cámaras de televisión, en este caso la oficial, proponen, defienden frente a sus adversarios y ante el Homo Videns, como en la obra de Giovanni Sartori, es decir, ante los televidentes, sus propuestas, su crítica o sus compromisos políticos, buscando influir en la conciencia colectiva de un potencial votante. ¿Incide en el ánimo ciudadano, sobre todo entre los jóvenes? Es posible, aunque no es determinante. En un medio como el oaxaqueño hoy en día, casado con colores, imágenes y personalidades; con programas clientelares e inercias políticas, no es tarea sencilla para quienes tienen que bogar contra corriente. Sin embargo, al menos permite ampliar el criterio y darnos un elemento más como ciudadanos, para acudir a las urnas el próximo 5 de junio.