Celebración o fracaso
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Opinión

Editorial

Celebración o fracaso

 


Este 18 de marzo se celebra en todo el país el aniversario número 84 de uno de los acontecimientos históricos más importantes para México en el Siglo XX: la Expropiación Petrolera, luego del decreto que expidió el en 1938, el entonces presidente Lázaro Cárdenas del Río, con el que se expropiaba a 17 compañías petroleras extranjeras que operaban en México. Una de las razones fue la negativa de las compañías petroleras de mejorar las condiciones salariales y laborales de los empleados de esta industria. Detrás de todo era, asimismo, el sentimiento nacional de tomar para el país uno de los recursos más ricos del subsuelo mexicano, establecido en el artículo 27 de la Constitución. Por ello, el gobierno de la República, como representante legítimo del Estado Mexicano tomó el control de los edificios y oleoductos hasta refinerías y estaciones de distribución, de las empresas extranjeras. Asimismo, se hizo cargo de la extracción y comercialización del petróleo en el país.

Este movimiento no solo le devolvió al país un recurso que le pertenecía, sino que, también ayudó a consolidar la reforma agraria y nacionalizó la red ferroviaria con la creación de la compañía de Ferrocarriles Nacionales de México. Por más de 76 años, Pemex operó la industria petrolera en México, pero a finales de 2013 el ex presidente Enrique Peña Nieto promulgó un cambio constitucional, para poder dar cabida a la iniciativa privada en el sector energético. Todo ello, como medida de emergencia, ya que la paraestatal se encontraba en una situación financiera difícil, aunado a esto, la declinación en la producción y, por último, la caída en los precios del petróleo, mermaron aún más a la ya decadente Pemex.

Sin embargo, con el arribo del llamado gobierno de la Cuarta Transformación, la cuestión no ha mejorado. Pemex sigue con pérdidas millonarias, conducida por funcionarios poco profesionales, además, de una política energética errática. Atrás han quedado las promesas de campaña del presidente Andrés Manuel López Obrador, de bajar el precio de las gasolinas. Ésta sigue hacia arriba en una espiral ascendente imparable, igual que el gas doméstico, poniendo en entredicho la explotación correcta de esta riqueza. Mucho de ello, han sido los cuantiosos recursos que se han canalizado a la construcción de la refinería de “Dos Bocas”, pese a la advertencia de expertos en que no será rentable.

 

Maquillar la realidad

 

El clima de inseguridad que existe en el país y el asesinato de al menos siete periodistas en lo que va del año, han encendido las alertas en todo el mundo. No es un asunto menor. El congresista norteamericano, Ted Cruz, puso el tema en la agenda política de los Estados Unidos. Primero fue el embajador, Ken Salazar, el que deploró la muerte del compañero Heber López. Luego vendría la nota preocupante del Secretario de Estado norteamericano, Antony Blinken y después, reafirmando, Jen Psaki, vocera del presidente Biden. Pero los señalamientos respecto al peligro que representa ejercer el periodismo en México, han provenido de muchas partes. Organizaciones no gubernamentales como la Sociedad Interamericana de Prensa –la SIP-; la Organización Mundial de Periódicos –conocida como WAN- y otros organismos, han advertido de la campaña permanente de linchamiento en contra de medios y periodistas, desde la misma presidencia del país.

La semana pasada, el Parlamento Europeo, advirtió que desde el inicio del gobierno del presidente López Obrador, se ha mantenido una actitud extremadamente hostil contra los periodistas. Y va más allá. Esta profesión –dice- atraviesa por un momento de oscuridad y decadencia. Consideró a México como el país más peligroso en el mundo para ejercer el periodismo La respuesta del gobierno mexicano, calificada como visceral, tendenciosa, motivo de la ignorancia y de la diplomacia de basura que se practica hoy en país, se inscribe en uno de los capítulos más oscuros y vergonzosos de que se tenga memoria. Calificó a los legisladores europeos de borregos, “que se suman a una estrategia reaccionaria y golpista del grupo corrupto que se opone a la Cuarta Transformación”. Los acusa de cómplices de los gobiernos neoliberales y de alentar el envío de armas al conflicto bélico actual.

Jamás un gobierno mexicano estuvo a los ojos del mundo, poniendo en entredicho no sólo la buena vecindad sino el ejemplo de respeto, dignidad, decoro y pulcritud diplomática, en su relación con otras naciones del orbe. Los fantasmas golpistas, el ominoso silencio de la Secretaría de Relaciones Exteriores y el ninguneo a los principios de la política exterior mexicana, que nos legaron Matías Romero, Ignacio Mariscal, Isidro Fabela, Genaro Estrada o Luis Padilla Nervo, entre otros, más tarde que temprano mostrarán sus efectos nocivos y brutales hacia México. Al tiempo.