Medios en la mira
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Editorial

Medios en la mira

 


Nada ha convencido al presidente Andrés Manuel López Obrador, ni llamados, ni extrañamientos ni críticas, en torno a su permanente escalada en contra de medios de comunicación y periodistas. Ni el asesinato de al menos siete compañeros ni, mucho menos, el sobado respeto a la libertad de expresión que dice y afirma, cada cuando le cuestionan al respecto. La descalificación y los ataques a periodistas y medios de comunicación, son el deporte favorito del presidente. Justo cuando el Parlamento Europeo le cuestionó sobre este clima permanente de linchamiento, AMLO la agarró en contra de la periodista Azucena Uresti, quien con valor civil le respondió y retó a probar sus dichos. Es decir, a juicio del primer mandatario, somos responsables de todo lo malo que hay en el país. Esto es, la culpa de su mal gobierno

La respuesta que ha tenido de parte de los aludidos ha sido valiente y en pleno derecho.

La corrupción; los yerros en los grandes proyectos presidenciales; la manera tan burda en la que se solapan los abusos y excesos de los miembros del gabinete, son nota cotidiana. Es responsabilidad del buen periodismo, independiente e imparcial, ser portavoz de la ciudadanía y también foro de denuncia de atropellos, excesos y desvíos. Esta noble profesión no se concibe con miedo, con temor a dar la cara ante los embates del poder. He ahí el por qué, ante los constantes señalamientos, ocupando dinero público y el foro de la presidencia, quienes han sido señalados de atacar a la llamada Cuarta Transformación, no han cedido en sus críticas. Todo este panorama de señalamientos y linchamiento en contra de medios y periodistas ha dado la vuelta al mundo, aunque tal vez el único ignorante de ello sea el propio López Obrador.

Jamás en el país hemos vivido una situación de constante acoso, inseguridad y descalificación. Es evidente la violación constante y permanente del presidente de México del marco constitucional que da vigencia a la libre expresión. El ejercicio del periodismo en México, como bien lo señalaron los diputados miembros del Parlamento Europeo, está en gravísimo riesgo. Nuestro país ha sido considerado como el más peligroso para dicho oficio, sin estar en guerra o en determinado conflicto bélico que lo justifiquen. Y esa verdad es la que tanto ha ofendido a López Obrador, quien ha ido perdiendo poco a poco, la simpatía que tenía al inicio de su gobierno.

 

Sigue inseguridad

 

Los organismos responsables de la seguridad pública estatales tienen un buen argumento para evadir la realidad: la inseguridad no es privativa de Oaxaca. Es un cáncer nacional. Y no les hace falta razón. Los muertos se contabilizan por cientos de miles durante los tres años que lleva en el cargo el presidente Andrés Manuel López Obrador, quien ha eludido su responsabilidad constitucional, con declaraciones torpes en torno al tema o responsabilizando de todo a los gobiernos anteriores, como fue el caso de la violencia hace unos días, en el estadio “La Corregidora” de Querétaro. La política de “abrazos no balazos” ha servido para justificar las excusas o para maquillar la presunta connivencia entre gobierno y grupos criminales. Un tema que ha puesto en el eje de la crítica la política en diversos foros.

Sin embargo –y eso hay que decirlo sin remilgos- la inseguridad en la entidad camina a tambor batiente. Al menos en los últimos meses ya no hemos escuchado el trillado discurso de que Oaxaca es una de las entidades más seguras del país. Y por supuesto que es una falacia. Un ejemplo: Entre 10 y 11 de marzo, en un lapso menor de 24 horas fueron asesinadas en la entidad 8 personas, incluyendo dos feminicidios. En San Juan Cotzocón fueron ejecutadas tres mujeres, incluyendo una menor de edad. Al día siguiente, otra fémina corrió la misma suerte en el Barrio de La Soledad. La violencia prohijada por los grupos criminales se ha manifestado en la misma capital o en el área conurbada. Dos sujetos fueron ejecutados en jurisdicción de Santa Cruz Xoxocotlán, el viernes 11 de marzo. En el municipio de Pinotepa Nacional se han dado enfrentamientos con las corporaciones policíacas. La zona está infestada de células de grupos delictivos. Y ello lo ha constatado el mismo gobernador Alejandro Murat, quien ha señalado a ediles que están solapando la inseguridad.

Es importante subrayar que, a cuatro meses de este sexto año de gobierno, con el cuarto titular en la Secretaría de Seguridad Pública, las cosas no han mejorado en dicho rubro. Por el contrario, tal parece que las ejecuciones, como la ocurrida hace dos semanas en las cercanías de Puerto Escondido, en donde cinco personas perdieron la vida, no cesan, dejando entrever la presencia inminente de grupos delictivos y, obviamente, operaciones criminales dando cobertura a los mismos. Todo ello, como la serie de acciones delictivas ocurridas en Juchitán de Zaragoza en los meses de enero y febrero, no son para minimizar, sino para dejar en claro que, en materia de seguridad pública, vamos mal.