El infierno ciudadano
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Opinión

Editorial

El infierno ciudadano

 


La semana anterior y ésta, los habitantes de la capital oaxaqueña y municipios conurbados, hemos vivido un infierno de bloqueos y atentados a nuestro derecho a la libre circulación. Normalistas, maestros de la Sección 22, organizaciones sociales parasitarias de la limosna gubernamental, como “Sol Rojo” o CIPO, comuneros y miembros de un segmento del Sindicato de Trabajadores y Empleados de la Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca –STEUABJO- se han cebado, materialmente, sobre un pueblo que parece haberse acostumbrado a este suplicio cotidiano. Se han contabilizado hasta diez bloqueos en puntos claves de la ciudad en un solo día. La crispación social, los afanes de provocación, sobre todo de los normalistas y el clima de ingobernabilidad, han golpeado a la población.

No se ha percibido por ningún lado, salvo declaraciones y mesas de diálogo, la intervención de algún organismo gubernamental ni de derechos humanos, al respecto. Simplemente se ha dejado hacer y dejado pasar. En los diversos sectores sociales hay indignación, coraje y frustración, por la forma tan vil en la que se conculcan nuestros derechos, bajo la mirada de indiferencia o temor del gobierno. Este clima de instabilidad no es algo fortuito. Quienes manejan a los grupos, organizaciones y sindicatos antes citados, bien identificados por las autoridades, sirven a propósitos perversos. Este año habrá elecciones constitucionales para la gubernatura. Además, se está cocinando la elección de nuevo rector en la UABJO y, por si ello no fuera suficiente, también se perfila el cambio en la dirigencia seccional del magisterio oaxaqueño.

Los hilos de la inestabilidad se manejan desde diversos entornos. Lo mismo desde partidos políticos que funcionarios; igual grupos de presión hasta operadores y mercenarios que van por la paga. ¿A quién le conviene este ambiente de crispación social, que tenga como propósito ensombrecer el proceso electoral o el cambio de estafetas en rectoría y sindicato magisterial? Obvio, a quienes mecen la cuna, no a la sociedad que le apuesta a un clima de civilidad, paz social y un rotundo no a la violencia. Es urgente pues que gobierno estatal, Congreso del Estado, partidos políticos y órganos electorales, busquen la conformación de un gran pacto para evitar que intereses oscuros, sectarios y de conveniencia, se escuden en grupos de vándalos, normalistas, comuneros, sindicatos o grupos porriles y atenten en contra de la gobernabilidad, poniendo en entredicho el Estado de Derecho.

 

Gobernabilidad en entredicho

 

El argumento de que en Oaxaca hay gobernabilidad y paz social, muy común en los círculos gubernamentales, se ha desmoronado de principio a fin. Se trata de una falacia con la que se trata de sorprender la buena fe de los oaxaqueños. Obviamente, la entidad padece –como decimos en el anterior segmento- una severa crisis de agitación, desestabilización e ingobernabilidad. Dirigentes de algunas organizaciones sociales que perviven de la dádiva gubernamental, parecen haber enloquecido pues advierten que la administración estatal está tocando fondo, en lo que se refiere a su permanencia. Estamos a poco menos de nueve meses de que termine este sexenio y con ello, algunos compromisos, complicidades y connivencia entre gobierno y grupos sociales, se terminarán. Quienes se asumen representantes de comunidades –que no lo son- y han vivido de manejarlas, presumen que el gobierno que con el que viene no será igual.

Y existe un factor que ha permitido que dichas organizaciones se vuelquen sobre la ciudadanía inerme para que el gobierno estatal les abra las puertas: la falta de vocación política y compromiso de éste, con el resto de la población, para aplicar la ley. Ninguna, absolutamente ninguna acción para mantener el Estado de Derecho y actuar con la fuerza del gobierno, hemos visto a lo largo del gobierno de Alejandro Murat. Cualquier abuso, atropello y atentado en contra de los derechos civiles, como es el caso de los bloqueos diarios que hemos padecido, se han pretendido minimizar con el pueril argumento del respeto a la libre expresión y con la política de diálogo y más diálogo. Sin embargo, dicha estrategia no ha salvado a la sociedad civil del hartazgo de estar secuestrada impunemente.

Los constantes llamados de las organizaciones empresariales, de los prestadores de servicios turísticos aglutinados en organismos de hoteleros o restaurantes, han sido desoídos, dando la impresión de que aquí la paz y la civilidad campean, cuando es exactamente todo lo contrario. Una semana sin bloqueos carreteros o a calles y cruceros, es algo raro. Vivimos de manera permanente acotados y puestos contra la pared por cuestiones que, como ciudadanos, ignoramos. El bloqueo a centros comerciales, al Aeropuerto o Terminal de Autobuses, han creado una imagen deplorable de Oaxaca ante los visitantes del país o el extranjero. Sin embargo, todo se quiere minimizar con argumentos falsos y superficiales.