Necios e ignorantes
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Editorial

Necios e ignorantes

 


La semana anterior, como lo publicamos en nuestras páginas, en una aeronave de la Guardia Nacional, regresaron a la capital oaxaqueña cerca de 20 mil vacunas de la zona de Pinotepa Nacional. Llegaron a donde estaban destinadas, pero los habitantes a quienes se aplicaría el biológico se negaron a recibirlo. Es decir, hay aún aquellos que, o no creen en la existencia del virus de SARS-CoV2 o, simplemente se asumen invulnerables a la enfermedad, producto de rumores, prejuicios religiosos u otros factores. Hay razón de que nuestro estado se haya ubicado en uno de los últimos niveles del programa de vacunación. En Oaxaca no sólo permea la pobreza sino también la ignorancia, la cerrazón y la sinrazón. Comunidades enteras velan armas unas contra otras, por un pedazo de tierra improductiva. Ni el diálogo ni la conciliación son posibles. Sólo el lenguaje de las armas.

El mundo está devastado por la pandemia que ha diezmado al género humano. Aun así, y con las lecciones de los millones de muertos que dejaron las dos guerras mundiales; las guerras de Corea y Viet Nam; el conflicto en los Balcanes; la Guerra del Golfo Pérsico; los conflictos bélicos en países africanos y en Latinoamérica, regímenes autoritarios siguen empecinados en el dominio y la invasión. Millones de civiles, inocentes ajenos a la voluntad de los políticos, son los que sufren desplazamiento, hambre y otros latigazos. La industria de la guerra, al igual que el narcotráfico, la trata de personas y el lavado de dinero, entre otros ilícitos, no conocen fronteras. México no vive una invasión como otros países. Vive un infierno de sangre y muerte. Los homicidios dolosos se cuentan por cientos de miles. Fresnillo, Caborca, Aguililla, pueblos de la Montaña de Guerrero, Guanajuato, no son los únicos.

Aquí tenemos lo nuestro. Juchitán de Zaragoza, Matías Romero, Santa María y Santo Domingo Petapa, entre otros, en donde la muerte tiene permiso. Detrás de todo subyacen al menos tres factores: el dinero, el poder y la supremacía. Dice Roberto Saviano, un especialista en temas de narcotráfico que existen dos riquezas: “las que cuentan el dinero y las que lo pesan”. Las potencias mundiales buscan ampliar su área de influencia; los cárteles luchan por la supremacía que significan las plazas. En esa lucha, miles de inocentes han sucumbido y habrán de sucumbir. Mientras otros, que han visto la letalidad del virus de Covid-19, dan la espalda a la realidad y con su negativa a la vacuna, se inmolan por voluntad propia. ¡Qué contradicción!

 

CIIT: En entredicho

 

Hace unos días circularon en las benditas redes sociales, fotografías del descarrilamiento de un tren en el tramo Palomares-Nuevo Progreso, en la zona istmeña. Se observa la fractura de las durmientes, lo que implica la mala calidad de los trabajos. No es algo simple, cuando forma parte de uno de los proyectos emblemáticos del gobierno de la Cuarta Transformación: el Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec. En opinión de algunos conocedores del tema, las labores en dicho proyecto, no han avanzado. A tres años de la actual administración y del arranque, la reconstrucción y modernización de la vieja vía férrea de lo que fue el Ferrocarril del Istmo, ha dejado entrever irregularidades. Gastos y falta de comprobación, que ha detectado la Auditoría Superior de la Federación, además de anomalías administrativas, financieras y ambientales.

Además, por supuesto, de temas de seguridad que ya hemos comentado en este espacio. El viejo anhelo de los oaxaqueños, particularmente de los istmeños, se ha topado con una realidad que dista mucho de la eficacia y celeridad que, se presume, habría de imprimirle el gobierno federal al citado proyecto. Y es que el mismo, está supeditado también, a los vaivenes y contradicciones que a diario se difunden en los medios y en las redes sociales. Un ejemplo es la escalada en contra de las empresas que generan energía eólica, algunas de ellas, pioneras, por cierto, de capital español. Todo ello, amén de la cancelación de otros proyectos para la instalación de parques eólicos. En principio, por la intención del gobierno federal de monopolizar la generación de energía eléctrica, a partir de fuentes fósiles como el carbón mineral y los hidrocarburos. Además, de la presión de organizaciones sociales, supuestas defensoras de la tierra y el territorio indígenas.

Pero no es el único rubro que registra la contracción en las inversiones. Muchos capitales se han ido del territorio oaxaqueño en busca de mejores condiciones. Se presume que el llamado Corredor Interoceánico busca ser un pivote del desarrollo regional y el puente terrestre que comunique Pacífico y Atlántico. Y debe ser un entorno que aliente las inversiones no sólo del país, sino del extranjero. Nada más hay que imaginar. Si un buque carguero puede trasportar más de 20 mil contenedores, cuestión de ver, si arriba a Salina Cruz, ¿cuánto tiempo llevará para el ferrocarril ponerlo en los muelles de Coatzacoalcos o viceversa, con vías férreas montadas con materiales de pésima calidad? En fin, ya veremos cuándo termina esta historia.