Datos alarmantes
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Editorial

Datos alarmantes

 


Si bien es cierto que en el país ha avanzado con éxito la campaña de vacunación contra la Covid-19, cubriendo ya un universo de poco menos de ochenta millones de mexicanos, también es cierto que la pandemia, a punto de cumplir dos años de haberse presentado el primer caso en Wuhan, República Popular de China, sigue sin dar tregua al mundo. En los últimos días han circulado en medios impresos y electrónicos noticias alarmantes sobre la propagación de la variante ómicron en Europa, que ha obligado a ciertos países a reforzar sus medidas de prevención e, incluso, el cierre de sus fronteras. Mucho se ha dicho que si bien es muy contagiosa, hay evidencias de que su mortalidad es menor que otras cepas, como la delta, por ejemplo. Lo grave es que cada vez se desatan rumores los cuales, al esparcirse por el mundo, siguen creando psicosis y zozobra.

Lo que sí ha quedado claro es que la única forma de enfrentar este virus mortal con un éxito relativo es el esquema completo de vacunación. Por ello, el gobierno federal promovió durante el mes de diciembre, el refuerzo de la vacuna para personas mayores de sesenta años, justamente porque son las más vulnerables para contraer enfermedades respiratorias durante la temporada de frío. Y en efecto, tuvo un gran éxito precisamente porque fortalece el esquema de inmunidad con las dos dosis recibidas con antelación. Pese a ello, como ya lo hemos comentado, existe entre la población un sector importante de ciudadanos escépticos, que no asimilan a estas alturas, que la única defensa frente a este virus mortal, es la aplicación del biológico. Personas que han estado al borde de la muerte, al ser contagiadas y luego enfermas de dicho mal, revelan el infierno que han vivido para superarlo. Y son pocas las que han sobrevivido para contarlo, muchas de ellas con gravísimas secuelas.

Para enero, se espera que las clases se reanuden de manera presencial. He ahí el avance de la campaña de vacunación para adolescentes y, posiblemente, para niños en edad escolar. Ello permitirá que poco a poco vaya entrando en nuestras vidas la llamada nueva normalidad, aunque como decimos al principio, con noticias alarmantes de nuevas cepas y otros hallazgos, que nos advierten que la Covid-19 está muy lejos de ser erradicada por completo, es decir, tal vez tengamos que vivir con ella por quién sabe cuánto tiempo más. Por fortuna, las empresas farmacéuticas están avanzando en la creación de la medicina que haga que dicho mal no sea tan letal como lo ha sido hasta hoy.

 

Cuidar al visitante

 

No hace falta ser un experto para darse cuenta que de nueva cuenta, como años anteriores a la pandemia, las calles de la ciudad capital y nuestros destinos de playa, están repletos de visitantes del país y el extranjero. Esto es, hay una buena afluencia turística en esta temporada. Hay que recordar que los fines de año son una de las temporadas más socorridas por el turismo tanto nacional como el proveniente de los Estados Unidos, Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón y otros. Esta época se puede perfilar ya como una bocanada de aire fresco a nuestra industria sin chimeneas, una de las más laceradas por la emergencia sanitaria. Es importante hacer remembranza de las protestas de decenas de guías y operadores de transporte que, a poco de iniciar la contingencia, exigían apoyo del gobierno ante su situación tan precaria por la falta de visitantes.

Sin embargo, y eso hay que reconocerlo, en Oaxaca hace falta una cultura de atención al turista. No se sabe de la realización de cursos de capacitación o actualización por parte de la Secretaría de Turismo (Sectur), como ocurría en el pasado. Menos del montaje de seminarios o congresos de parte de las asociaciones o cámaras de prestadores de servicios. Por ello, en muchos sentidos, la atención que se le brinda al turista del país o el extranjero, es deficiente. Los abusos, malos tratos y pésima calidad en los servicios que se le otorgan, son los que permean. Sólo hay que ver los cobros excesivos –como muchos hemos comentado en este espacio editorial- que se hacen en fondas de mercados o en el servicio de taxis. La idea, torpe por cierto, es sacarle al visitante el mayor provecho del bolsillo, sin reparar en que con ello se está matando de manera literal, a la gallina de los huevos de oro.

Esos esquemas de abusos se replican en los destinos de playa. Por ejemplo, una de las quejas que se dan de los restaurantes de playa en Huatulco, es la mala calidad de los alimentos. Se escuchan a menudo personas que han contraído problemas estomacales severos, algunos que han ido a parar al hospital, por comer mariscos en la Playa de la Entrega o en la Bahía de Santa Cruz. Pero nadie los supervisa. Pese a quejas no hay sanciones o castigos. Es decir, hay prestadores de servicios que actúan no para cuidar al visitante sino para echarlo fuera, una vez que le sustrajeron su dinero. Hace falta, pues, la creación de una cultura de atención al visitante.