Día de muertos
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Editorial

Día de muertos

 


Si existe una fecha que está profundamente arraigada en la conciencia colectiva del oaxaqueño; que lleva al hijo ausente con su familia en nuestras comunidades; que cuenta como una tradición moral y cultural; religiosa y festiva, es el “Día de Muertos”. Miles de paisanos nuestros que radican en el Norte del país o laboran con diversos estatus en la Unión Americana llegan al terruño a celebrar a sus difuntos. El arribo se da desde una o dos semanas antes, pues hay que preparar el gasto para el mole, los tamales, el chocolate y el pan de yema. Desde las familias más humildes hasta las más posicionadas económicamente llevan esta fecha tatuada en el alma. Desde los sitios más alejados de la geografía oaxaqueña, así sea a loma de caballo, llegan a las cabeceras municipales o distritales a surtirse para su festejo a los muertos. 

Aunque en revistas de viajes y culturales se pondera a lugares que se dicen emblemáticos y únicos por esta tradición, como Mixquic o Pátzcuaro, la tradición oaxaqueña no le pide nada a ninguno de ellos. Desafortunadamente la pandemia ha obligado a las autoridades a tomar medidas enérgicas para evitar la proliferación de contagios de Covid-19. Y las restricciones se han repetido durante los años 2020 y 2021. Sin embargo, en años anteriores a la contingencia, la exposición de tapetes de muertos en el Panteón de San Miguel; el concurso de altares en la Alameda de León o las tradicionales comparsas, han sido expresiones únicas y singulares que disfrutamos no sólo los propios oaxaqueños, sino el turismo nacional y extranjero que abarrota panteones y sitios públicos en donde se celebran nuestras tradiciones. Hoy mismo, algunas calles del Centro Histórico de la capital lucen con arcos hechos de flores, calaveras artesanales y otros motivos a la fecha.

En este año tenemos que lamentar que el “Día de Muertos” no tendrá el lucimiento que exige la tradición. Desde hace un par de semanas el ayuntamiento de la ciudad canceló de manera oficial la visita a los panteones y prohibió la realización de calendas, comparsas, concursos y ofrendas. Por lo tanto, los deudos de quienes yacen en el panteón de San Miguel, El ex Marquesado, Xochimilco, El Jardín y el resto que se ubica en el casco urbano, tendrán restricciones para ser visitados. Una vez más pues, quienes reposan en el descanso eterno, no tendrán compañía. Se les recordará en los altares y ofrendas en casa.

Ambulantaje: Conflicto perpetuo

El problema del comercio en la vía pública, que tanto daño ha causado a la imagen del Centro Histórico de la capital oaxaqueña, se dejó crecer de manera burda y ominosa. Para resolver este escabroso tema se requiere de la participación coordinada de los gobiernos estatal y municipal. Si bien es cierto que el gobernador Alejandro Murat ha dicho una y otra vez que el asunto es de la competencia exclusiva del gobierno de Oswaldo García Jarquín, es innegable que la presencia de grupos y organizaciones sociales que, de manera violenta se han apropiado de espacios públicos, deben ser vistos bajo el prisma de la gobernabilidad interna. Esto es, en definitiva la participación del gobierno estatal. Adicionalmente, hay que recordar que algunos dirigentes que hoy mantienen el cuasi control del comercio informal, fueron en su momento premiados por gobiernos anteriores, quienes los utilizaron como golpeadores.

En el mes de julio, luego de presiones del comercio establecido y de diversos sectores sociales, el ayuntamiento citadino procedió, con el auxilio de la Policía Municipal al desalojo. Hoy los sacaron del zócalo y de calles como Las Casas, 20 de noviembre, Miguel Cabrera y otras, al día siguiente las centenas de comerciantes en la vía pública, manipulados por sus dirigentes, se instalaron en las calles de García Vigil. En esas fechas, el turismo –aunque escaso- abarrotaba ya los principales sitios de interés en la capital oaxaqueña. Poco después se procedió a un nuevo desalojo. Los ambulantes buscaron de nueva cuenta otro lugar de alojamiento: las calles de Reforma, frente al Jardín Etnobotánico de Santo Domingo y después, los alrededores de los mercados centrales: “20 de noviembre” y “Juárez Maza”. Es decir, el clásico juego del gato y el ratón, en franco reto a las autoridades locales que, a la fecha, siguen dando palos de ciego con este complejo tema.

El pasado viernes, justo cuando empiezan a arribar a la capital turismo nacional y extranjero, que tratan de pasar aquí el puente largo del “Día de Muertos”, de nueva cuenta se dieron casos de violencia con el enfrentamiento de comerciantes ambulantes y elementos policiales. Gases lacrimógenos, bloqueo de calles, golpes y catorrazos, luego de que la autoridad municipal dispusiera el desalojo, teniendo como telón de fondo la pésima imagen de nuestro Centro Histórico, lleno de basura, puestos desmantelados y calles cerradas por la violencia.