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Editorial

Investigar a fondo

 


Los locatarios de los mercados de la capital, como seguramente otros muchos en el interior del estado, están en la mira de la delincuencia. Propietarios de bodegas, de puestos de frutas, verduras, carne, abarrotes, etc., mueven a diario grandes cantidades de dinero en efectivo, lo cual no pasa desapercibido para los criminales que, bajo amenazas, intimidación, extorsión y hasta secuestro, tratan a toda costa de apropiarse de aquello que no les pertenece y que gracias al trabajo diario y el esfuerzo, logran los comerciantes. Uno de los sitios en los que dicho ilícito se ha exacerbado es el Mercado de Abasto, uno de los centros comerciales populares más socorridos por los citadinos, sobre todo de quienes buscan el mayor rendimiento de sus gastos domésticos. En dicho lugar se dan una serie de delitos que, por comodidad o porque simplemente no se denuncian, las autoridades no investigan ni aplican la ley.

Ahí operan en absoluta impunidad grupos de colombianos ilegales, que han puesto en marcha un programa de usura denominado “Gota a gota”. Prestan dinero con intereses altísimos. Cuando el deudor no tiene para liquidar el rédito o el capital, lo amenazan, intimidan y no pocas veces lo asesinan. Así ocurrió con un locatario del Mercado de la Merced. Hombres y mujeres que se encuentran ilegalmente en el país operan sin ser molestados por las autoridades. Según los mismos comerciantes, recorren los pasillos recolectando los intereses y creando un clima de terror. Hay prestamistas y usureros locales que les hacen la competencia. Y los intereses que cobran son, asimismo, muy altos. Se trata de una especie de delincuencia, amén de las bandas criminales que asuelan la zona para cobrar derecho de piso y bajo amenazas exigir la venta de droga.

Sin embargo, la semana anterior corrieron por las redes sociales, vídeos y fotografías de presuntos Policías Estatales dedicados –dicen los denunciantes- a cobrar derecho de piso a los comerciantes. Se publicaron fotografías y nombres de los presuntos delincuentes con uniforme y arma de cargo. Los locatarios los han identificado como aquellos que, igualmente, recorren pasillos y puestos, recolectando el producto de sus canalladas. Al día siguiente, el titular de la Secretaría de Seguridad Pública, Heliodoro Díaz Escárraga, advirtió que no se permitirán en la corporación este tipo de pillerías y ofreció investigar a fondo. Ojalá que así sea pues es un absurdo que se solapan este tipo de conductas, propias de la delincuencia organizada.

Malas costumbres  

Existe en nuestro medio citadino –no somos la excepción- un vicio bastante arraigado en diversos sectores sociales: ante la negligencia, flojera o abulia para depositar los desechos sólidos en los camiones recolectores, el mal hábito de arrojarlo en la vía pública. El viento o la fauna nociva se encarga de llevarla a las alcantarillas. Si a ello se agrega a que las mismas no tienen mantenimiento durante la temporada de estiaje, por parte del organismo operador: el Sistema de Agua Potable y Alcantarillado de Oaxaca (Sapao), sólo cuando se presenta alguna fuga o incidente, la temporada de intensas lluvias, como la que hemos padecido en los últimos días, contribuye a colapsar el sistema de drenaje, con la consecuente fuga de aguas residuales y pestilentes. Esto ocurrió el pasado miércoles 8 de septiembre en la zona del Mercado de Abasto, lo que vino a complicar aún más, la situación de emergencia que se vivió.

Hace poco más de un año, el gobierno de la capital oaxaqueña puso en marcha un operativo para sancionar a aquellos vecinos que depositaran sus desechos sólidos en la vía pública. Patrullas policías recorrían en la madrugada zonas densamente pobladas para dar con los infractores. Una decena o menos fueron detenidos. Pagaron una multa para poder ser liberados. Es prudente decir que se trató de un esfuerzo aislado de la autoridad municipal, además de efímero. No tardó ni un mes en que los jefes policiales o la Coordinación de Seguridad Pública desistiera de su empeño y dejara por la paz la vigilancia de los ciudadanos infractores e irresponsables. Las bolsas de basura siguen dando una imagen de descuido, abandono y suciedad en las zonas aledañas a los mercados, sin omitir calles y avenidas de colonias populares o de alta plusvalía.

En tanto no existan campañas de concientización; en tanto no se aprueben leyes y reglamentos en el entorno municipal, para sancionar dichas conductas, esta mala costumbre seguirá impunemente. De igual manera, la omisión de los organismos tanto estatales como locales, de reforzar medidas de vigilancia y prevención; de desazolve de alcantarillas o lechos de ríos, el peligro de taponamientos en la red de drenaje seguirá poniendo en riesgo a la ciudadanía. Esto se habrá de corregir hasta tanto existan los mecanismos legales y económicos para evitar esta situación. Un gobierno sin recursos para hacer frente a sus necesidades más apremiantes, es una desafortunada ficción.