Contaminación: Rubro soslayado
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Editorial

Contaminación: Rubro soslayado

 


Desde hace lustros, EL IMPARCIAL. El Mejor diario de Oaxaca, ha publicado en sus páginas sendos reportajes, entrevistas, artículos de opinión e información general, sobre la grave contaminación que sufren nuestros ríos y afluentes, particularmente los que rodean a la capital: los Ríos Atoyac y Salado. Como un diario comprometido con las causas de la sociedad oaxaqueña, aquí se ha dado voz a grupos ambientalistas, organizaciones de la sociedad civil e incluso, a grupos como “Litigio Estratégico”, que han buscado por la vía legal, que los tres órdenes de gobierno, atiendan el problema antes de que las descargas de aguas residuales o los desechos sólidos que se tiran en sus márgenes puedan devenir un verdadero problema de salud pública. Es importante reconocer que, en ese sentido, nuestro diario ha sido tribuna abierta de denuncia y apoyo para sanear nuestros ríos y afluentes.

Sin embargo, es evidente que las autoridades tanto estatales como municipales, no tienen el menor interés en resolver dicha situación. Y es que como lo han propuesto algunos especialistas, esto tiene que ser de manera coordinada con todos los municipios por donde corren los referidos ríos. Desde luego que no son los únicos. También algunos afluentes que atraviesan prácticamente la ciudad como el Río San Felipe, cuentan con altos grados de contaminación. Nos enteramos de ello, cuando los vecinos suben fotografías o videos del flujo de aguas residuales o la acumulación de basura. Por fortuna, hasta hoy, pese a las intensas lluvias, dicho afluente no ha generado mayores problemas como otros años, afectando a colonias que se ubican en sus riberas, con fuertes crecientes. Parte de ello se debe a la apropiación ilegal del predio en donde se ubicó en los años 70, la llamada presa “Rompepicos”, un tema pendiente para las autoridades.

En tanto no existe un plan maestro de desarrollo urbano, que contemple todo el Valle de Oaxaca y a los municipios que lo conforman; en tanto no se haga un plan a largo plazo y no con afanes trienales -por los gobiernos locales- o sexenales, poco se podrá avanzar en el tema de la contaminación de ríos y arroyos. En Oaxaca, ya lo hemos dicho, no hay obras relevantes, más en la actual administración. Las que se han emprendido sólo son remedios parciales a una gran problemática de vialidades y circulación vehicular, pero no van al fondo de lo que representa ya para la ciudadanía la brutal contaminación. 

Contra voracidad legislativa

Hace un par de semanas se dio a conocer la arbitraria medida de la Federación en recortarle a Oaxaca, del Presupuesto ya asignado para 2021, mil quinientos millones de pesos. Se dice fácil. Pero no lo es para una entidad que prácticamente vive de los recursos que le envía el gobierno federal. Habrá pues un boquete en las finanzas estatales. Como ya se informó, ello representará recortes en las participaciones que se otorgan a los municipios oaxaqueños. Sin embargo, hay quienes parecen no ver esta cruda realidad. Por un lado, está nuestra flamante Sexagésima Cuarta Legislatura. Según notas periodísticas, antes de que terminen su gestión, que ya está a la vuelta de la esquina, nuestros diputados y diputadas ya le dieron fin al presupuesto que tenían asignado para este año. Con la potestad que les da el cargo que ostentan, pueden autorizarse otros tantos millones. Los vicios y la voracidad se han arraigado tanto ahí, que lo hacen sin rubor alguno, pero con mucho cinismo.

Cualquier ciudadano palidece al enterarse de que en menos de tres años de gestión y con las calificaciones de improductiva, onerosa y voraz, nuestra legislatura local ha erogado más de 2 mil millones de pesos. Y se ha de preguntar: ¿y qué han hecho nuestros y nuestras representantes populares? Pues nada. Sólo aprobar leyes que no se aplican; utilizar la curul para traficar influencias; exigir que les acrediten obras públicas o, simplemente, medrar del presupuesto que el mismo órgano se autoriza. Por otro lado, no han faltado en el entorno estatal, las movilizaciones de algunas organizaciones sociales, que perviven de la dádiva gubernamental. Según información de fuentes oficiales, hay cerca de 400 organizaciones y grupos. Y todas exigen recursos. Con la bandera de justicia, simulan un abanico de demandas. Los dirigentes afirman representar a tal o cual comunidad y se convierten en supuestos gestores, traslapándose con la autoridad municipal legalmente reconocida. 

Lo dijimos apenas, muchos de esos recursos no llegan a las comunidades o a sus destinatarios. Una parte -y eso no es un secreto- va a ir al bolsillo de los dirigentes. Cobran una generosa comisión. Por eso los vemos pasear en vehículos modernos y costosos; viajar por vía aérea en primera clase; comer en los restaurantes de moda o beber en los antros nice. La pregunta es: ¿si se habrá de sacrificar a muchos municipios que viven en pobreza o pobreza extrema, no es tiempo de cerrarles ya la llave a legisladores voraces y a estos falsos luchadores sociales, que han sido un lastre en Oaxaca?