Daños colaterales
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Opinión

Editorial

Daños colaterales

 


Las lluvias intensas de los últimos días han puesto de manifiesto, de nueva cuenta, nuestra vulnerabilidad ante la fuerza de la naturaleza. Las trombas que han azotado a parte de los Valles Centrales, como las zonas de Tlacolula y Totolapan, en donde se han registrado muertes, son un ejemplo doloroso de que los fenómenos naturales no respetan a nadie, sino que arrasan por igual, viviendas de ricos o pobres; animales que seres humanos. Uno de los efectos más notorios es en la red de carreteras de nuestra entidad. Los deslaves, desgajamientos de cerros y corrientes, afectan caminos rurales que súper carreteras o autopistas. Por fortuna, la semana anterior, con la tromba que fustigó a Totolapan, de inmediato se activaron las labores de emergencia de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT), para evitar que los daños en dicha vía afectaran el tránsito vehicular.

Sin embargo, en la capital oaxaqueña, los daños han sido evidentes en ciertas partes bajas que se anegan ante la lluvia, así no sea torrencial. La mala costumbre de algunas personas de arrojar la basura en las calles surte efectos negativos, ante el taponamiento de las alcantarillas y el rebalse del agua. Las zonas cercanas a los mercados son presas fácil de inundaciones. En algunas zonas densamente pobladas como la Colonia Reforma, las obras que lleva a cabo desde hace al menos cuatro meses, una empresa foránea que labora para un negocio de cable, ha generado que los montones de tierra que ha dejado en las esquinas, se conviertan en verdaderos tapones de la red fluvial. Pese a nuestra reiterada denuncia en este espacio, ni el gobierno estatal, mucho menos el municipal, han informado de las mismas. 

Sin aviso previo ni autorización de los vecinos y en un abierto atentado en contra de los derechos civiles, cuadrillas de trabajadores cortan la carpeta asfáltica frente a los domicilios, impidiendo la entrada y salida de vehículos. Con esa misma irresponsabilidad han dañado la red de agua potable en diversos puntos, sin reparar los desperfectos. En las calles se observan sólo montones de tierra en donde han cavado cepas, sin que la hayan devuelto al lugar de donde la extrajeron. Hay molestia entre la ciudadanía justamente porque de manera arbitraria perforan frente a los domicilios, afectando incluso banquetas y ocasionado daños en propiedad ajena. El problema tiene ya meses. Es la hora en que ninguna autoridad ha dado la cara.

Periodismo en la mira

No es sólo un decir afirmar que los ataques a medios de comunicación y periodistas se han convertido en los últimos tiempos en un deporte favorito. Lo vemos a diario en las sofocantes entrevistas mañaneras del presidente Andrés Manuel López Obrador, que asemejan campañas de odio y encono. Obvio: chairos y seguidores lo han tomado al pie de la letra y, ante cualquier provocación arremeten. La semana anterior, justo cuando la Fiscalía General del Estado (FGEO), a través de la Agencia Estatal de Investigaciones (AEI), ejercitó acción penal en contra del presunto responsable de la agresión de un reportero, cuando cubría un bloqueo de moto-taxistas del violento Frente “14 de junio”, vándalos de la Coordinadora Estudiantil Normalista del Estado de Oaxaca (CENEO), hacían lo propio en contra de dos compañeros que laboran en medios digitales. La acción de intimidación multitudinaria; de amenazas y hasta golpes, ha sido la constante de grupos, organizaciones sociales, maestros, transportistas y normalistas en Oaxaca.

Existe bien tipificado en el Código Penal Federal, el delito de agresión en contra de los periodistas, identificado como atentado a la libertad de expresión. Anteriormente, este tipo de delitos se calificaban como federales y existía una Fiscalía Especializada, perteneciente a la hoy Fiscalía General de la República, para investigarlos. Hoy, parece que dicha instancia ha desaparecido. Los ataques se han multiplicado y, como decimos al principio, existe una especie de discurso del odio, desde las altas esferas del poder público. Estos hechos no nos intimidan o hacen que dejemos de cumplir con nuestra tarea ante la sociedad. Por el contrario, nos motiva a salir adelante y continuar en las trincheras de buscar la información, la nota, la entrevista, el reportaje o la crónica.

Decía el legendario periodista polaco, Ryszard Kapucinski, en una de sus obras, que “los cínicos no sirven para este oficio”. Confiamos en que este gobierno no será eterno y en algún momento el respeto a la libertad de expresión, a la prensa libre, volverá a surgir como el Ave Fénix. Continuaremos en la crítica al vandalismo de los jóvenes mercenarios de la CENEO, que se venden al mejor postor, ya sea partidos políticos, sindicatos u organizaciones sociales. Su adoctrinamiento burdo y pasado de moda o su falsa postura revolucionaria que se subsana con una plaza docente.