Los “otros datos” y la ASF
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Opinión

Editorial

Los “otros datos” y la ASF

 


Luego de darse a conocer el informe de la revisión de la Cuenta Pública 2019, del gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, que llevó a cabo la Auditoría Superior de la Federación (ASF) y despertar una honda indignación nacional por el manejo irresponsable del presupuesto, el desorden administrativo y, sobre todo, el terrible descalabro financiero que implicó la suspensión de la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM), el presidente de México, tal cual ha sido a lo largo de sus dos años y meses de gestión, descalificó el citado informe y arremetió con el ardid de que “tiene otros datos”. Los calificativos no se hicieron esperar. Que estaban mal, que esos datos podrían ser utilizados “por nuestros adversarios”, etc., producto del uso indiscriminado de la tribuna del Salón de la Tesorería del Palacio Nacional.

Sin embargo, ocurrió algo inusitado. Luego de la arremetida presidencial, el titular de la ASF, David Rogelio Colmenares Páramo, admitió que, en las cifras manejadas en el referido informe, podría haber inconsistencias y haber registrado datos fuera de la realidad. Responsabilizó haber usado mal la metodología, dado que se reportaba que en todo al NAIM, las cifras del quebranto económico, serían por arriba del 232 por ciento a las estimadas por el gobierno de López Obrador. Es decir, las estimaciones eran del orden de los 300 mil millones de pesos. En pocas palabras, la ASF retrocedió ante la embestida presidencial y con argumentos que dejan mucho qué desear se propuso entregar los datos corregidos. Si bien es cierto que, dado que se trata de un ejercicio hecho por humanos, puede haber errores. Es, por tanto, viable corregirlos. Lo extraño es que se haga una vez que el presidente de México haya descalificado el informe.

Lo que no ha acabado de convencer a la opinión pública del país, es que todo aquello que no comulgue con los famosos “otros datos” del presidente –nunca se sabe cuáles son ni de dónde provengan- de inmediato es descalificado, estigmatizado y balconeado. Es evidente el desorden administrativo y la discrecionalidad con la que se ha conducido este gobierno. Nada nuevo se aporta a la discusión sobre un manejo errático en las políticas públicas, tratar de defender lo que de manera evidente está mal. De doblegar a la ASF poco podemos esperar los mexicanos de una instancia que revise, audite y deje en claro el uso deficiente o desproporcionado de los recursos públicos.

Oídos sordos

Existe un sector de la sociedad cuyas quejas y denuncias han sido echadas en saco roto por el llamado gobierno de la Cuarta Transformación: la de mujeres víctimas de violencia de género, de violaciones, de desaparición forzada o muerte. Los feminicidios siguen permeando en todo el país. Oaxaca no ha sido la excepción. Si bien es cierto que nadie, absolutamente nadie aplaude el vandalismo de los colectivos feministas o de organismos de defensa de la dignidad de las mujeres, nadie tampoco puede negar la certidumbre de sus demandas. Hay muchos ilícitos más en lo que las autoridades federales parecen no reparar cuando se trata de mujeres las víctimas, como es el caso de las desapariciones o la trata de personas. Existe pues, en dicho sector que, en el Censo reciente de población, demostró una vez más ser mayoría, una gran indignación, la cual puede convertirse en un movimiento capaz de sacudir los cimientos de nuestra incipiente democracia.

El caso de la nominación del senador Félix Salgado Macedonio, como candidato del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), a la gubernatura del estado de Guerrero y la defensa irracional del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, hacia dicha persona, acusada de violación de al menos cuatro mujeres, podría socavar al partido en el poder y poner en tela de juicio que la impunidad sigue permeando en este país. Desestimar las protestas y las manifestaciones, con un vulgar “ya Chole”, ha levantado no sólo entre las mujeres sino en todo el pueblo mexicano, una honda preocupación, pues se antepone el interés político por encima de la ley y el orden. No es la primera vez que López Obrador actúa con superficialidad ante hechos tan preocupantes, sobre todo de ese sector tan importante en México: las mujeres.

De una cosa tenemos la certeza en estos momentos. La política de acuerdos, pactos y compromisos del presidente de la República, han puesto por debajo las prioridades nacionales. Es una lástima la forma tan ruin en que se están echando por tierra las promesas de campaña, el discurso de no a la impunidad, el mensaje de gobernar para todos. Lo que hemos visto hasta hoy es una política de complicidades, de pago de favores, de echarle la culpa al de atrás y a los medios de comunicación. Es decir, una política pedestre, absurda y superficial. Sin embargo, dice el dicho popular que “el hilo se rompe por lo más delgado”. Al tiempo.