Viernes de Dolores
Oaxaca
La Capital Los Municipios
El Imparcial del Istmo El Imparcial de la Costa El Imparcial de la Cuenca
Nacional Internacional Súper Deportivo Especiales Economía Estilo Arte y Cultura En Escena Salud Ecología Ciencia Tecnología Viral Policiaca Opinión

Opinión

Editorial

Viernes de Dolores

 


La contingencia sanitaria ha traído consigo también tristeza, frustración y desencanto. Se entiende. No es algo que se haga por placer. Las celebraciones de Semana Santa, por ejemplo, se han suspendido, desde el Cuarto Viernes, cuando se lleva a cabo la tradicional “Samaritana”. La semana pasada, las autoridades de la Villa de Etla decidieron asimismo suspender los festejos del Quinto Viernes, una celebración religiosa que se ha llevado a cabo, tal vez, durante más de un siglo. Es más, hasta el tianguis semanal fue suspendido ante la situación sanitaria que nos ha obligado a mantenernos en casa. Los tradicionales paseos de El Llano se han celebrado más para conservar la tradición que para hacerlos eventos concurridos como cada año. En efecto pues, nada qué lamentar, la etapa 2 del Covid-19 que estamos viviendo, de alguna suerte nos ha cambiado la vida de manera radical. Sin embargo, con el espejo que hemos visto en otros países, creemos que las autoridades han actuado con diligencia y mesura. 

Hoy, por ejemplo, se celebra el tradicional “viernes de Dolores”. Se trata del sexto de la Cuaresma. Hace algunos años, los paseos florales de El Llano tenían, por decirlo así, su corolario, en el zócalo de la capital. Esto es, ya no se celebraban en el también llamado Parque Juárez, sino en el centro de la ciudad por la noche. Ahí, con ramos de jazmines y nardos, los estudiantes universitarios y organizadores de los eventos semanales, agasajaban a las damitas más bellas, al ritmo de la Banda de Música del Estado o de las Marimbas, que amenizaban el paseo. Era todo un acontecimiento que los tiempos fueron sepultando en el olvido. La excesiva politización de algunos sectores como el magisterio; la protesta perpetua en el corazón de la capital, es decir el zócalo, fueron borrando de tajo esas tradiciones que, algunas generaciones siguen recordando con nostalgia.

Sin embargo, el viernes de Dolores, desde el punto de vista religioso, tenía una celebración singular en hogares, mercados e iglesias de la capital. La gente de antes acostumbraba poner un altar con la imagen de la Virgen María, conocida como La Dolorosa, y lo adornaban con veladoras, flores y macetas de chía, alguna en forma de ovejas que, con la planta asemejaban lana. Se trataba de una celebración única en su género y, suponemos que en muchos hogares se seguirá practicando con la misma devoción que antaño. 

Tiempos difíciles

Desde que el brote de coronavirus se detectó en la ciudad de Wuhan, China, el espectro mundial cambió de manera radical. Jamás nos imaginamos vivir escenarios como los que hemos visto en algunos países como Italia, Francia, los Estados Unidos de América y, que no quisiéramos pasar en México. Los contagios han crecido de manera exponencial. Las muertes se han incrementado. Hay preocupación tanto entre las autoridades como entre la ciudadanía. Un incremento brutal terminaría de abatir un sistema de salud ya de por sí colapsado como el nuestro. El razonamiento es simple, como lo hemos venido manejando desde hace semanas: no estamos preparados para una situación de emergencia como la que los especialistas han pronosticado. En Oaxaca aún arrastramos resabios del pasado que no ha podido superar el gobierno de Alejandro Murat.

Los hospitales que el ejecutivo estatal subrayó con estarían a disposición de los ciudadanos que contrajeran el mal, no están en condiciones de recibir a nadie. Tal vez sólo el Hospital Civil “Aurelio Valdivieso” y el de Especialidades con todas sus deficiencias, puedan representar alguna alternativa. En columnas y otros espacios hemos criticado la inoperancia de otras unidades médicas, como el Hospital de Especialidades de Juchitán, que también se mencionó como una alternativa, sin contar con los elementos necesarios para este tipo de emergencias. Fue el mismo Ejército Mexicano quien dio a conocer la incapacidad de atender casos de emergencia, si no cuenta con luz eléctrica, equipo médico, insumos y otros. En pocas palabras: no tenemos infraestructura para un caso de contagio comunitario. En otros términos: una vez más, no tenemos capacidad para atender a los enfermos.

Si bien es cierto que la mayor parte de la ciudadanía ha entendido el llamado de las autoridades para mantenerse en casa, para guardar la sana distancia y otras medidas de prevención, también es cierto que otro segmento numeroso de la población no ha tomado a pecho las recomendaciones. Ha seguido su vida como si nada. Es cierto, viven al día y si no trabajan no comen. Cuestión de lógica elemental. Y de ahí pueden provenir los contagios y su proliferación. De poco sirve pues que algunos sigan al pie de la letra las instrucciones preventivas y haya más de doscientos mil ciudadanos circulando libremente. Asumimos que el gobierno debe poner en marcha algún programa económico y fiscal para que nadie salga más lastimado y sin empleo