¿Líderes en energía limpia?
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Opinión

Editorial

¿Líderes en energía limpia?

 


Ya es común en el discurso oficial que Oaxaca lleva la batuta en la generación de energía limpia. No les hace falta razón. Nuestro potencial es único a nivel latinoamericano. Según información oficial aquí operan 28 centrales que generan más de 2 mil 360 megawatts de energía eléctrica, lo que la convierte en líder en producción eólica a nivel nacional, con un potencial de inversión de 6 mil millones de dólares y 3 mil megawatts adicionales en los próximos años. Todo ello en parte de la publicidad gubernamental para atraer inversiones nacionales y extranjeras. Extrañamente quien se monta ahora en el tema es la Secretaría de Economía y no quien tiene las atribuciones para ello: la Secretaría de Medio Ambiente, Energías y Desarrollo Sustentable (Semaedeso).
Durante los primeros dos años de la administración del gobernador Alejandro Murat, era parte del discurso cotidiano, la inversión millonaria que haría –e hizo, finalmente- la empresa trasnacional Mitsubishi, para el Parque Eólica del Sur. Nadie hablaba más que eso. Era la moda. Se repetía una y otra vez. El ex titular de la Semaedeso, José Luis Calvo Ziga, lo tenía como el argumento de moda. Nadie dijo que en realidad la citada empresa, como la mayoría de las que han instalado parques eólicos, habían pasado un verdadero infierno para poder operar. El gobierno estatal le escurre al bulto cuando se trata de mencionar a los grupos y organizaciones de presión en la región del Istmo de Tehuantepec, cebadas ya en protestas y a torpedear cualquier proyecto.
Oaxaca sería líder en energía limpia si no existiera como maldición la protesta perpetua de opositores a distintos proyectos de inversión. Nadie duda que Oaxaca es clave en el panorama nacional e internacional de energéticos, “debido a su alto potencial para la generación y exportación de los mismos, por su abundante riqueza natural, amplia extensión territorial y posición geográfica privilegiada, por lo que goza de una ventaja comparativa única para la producción de energía en el país”, como lo dijo recientemente, el Subsecretario de Economía, Celestino Gómez, al mencionar la formalización del Clúster Energía Oaxaca A.C. en mayo de 2018 y las acciones que se han emprendido para su consolidación. Por ello –insistimos- para garantizar la inversión, lo primero que el gobierno de Alejandro Murat tiene que garantizar es la gobernabilidad y la seguridad.

Industria en crisis

Está por demás decir que la industria de la construcción, otrora pujante y generadora de divisas, empleo y estabilidad económica, se encuentra hoy en uno de los pasajes más oscuros de su historia. Y no nos referimos sólo al panorama nacional, cada vez más plagado de turbiedad y claroscuros, sino al ámbito estatal, en donde el gobernador Alejandro Murat está a un mes y días de completar su tercer año de gobierno sin nada, absolutamente nada digno de reconocer en lo que respecta a obra pública. De aquí para adelante inicia la cuenta regresiva. Por ello, pretender reactivar la obra que no se ha hecho, es simplemente absurdo.
Para hacer el panorama más complejo hay que recordar que las obras de rehabilitación de caminos rurales ya no se ejecutarán por empresas de la industria de la construcción sino por los mismos presidentes municipales, que ni son expertos en el tema ni, mucho menos, arquitectos o contratistas. Pero ahí están las instrucciones presidenciales a las que nadie puede decir lo contrario. En el ramo de la rehabilitación y reconstrucción de escuelas, también la responsabilidad se ha dejado a los padres de familia y a los maestros, para que ellos manejen el presupuesto al respecto.
Hace al menos tres semanas, cuando el Congreso del Estado aprobó la contratación de un préstamo por 3 mil 500 millones de pesos, se expuso como uno de los objetivos llevar a cabo obras. Se mencionó la desocupación del predio que ocupa la XXVIII Zona Militar, en donde se pretende construir un ambicioso proyecto. Pero hasta la fecha nada se sabe. Es ya común que en el medio político se escurran rumores, dimes y diretes. Pero nada se sabe respecto a reactivar la deprimida industria local de la construcción que, como nunca, padece los estragos de la crisis y la descapitalización.
Lo que nadie quiere escuchar en la actual administración es que, en este gobierno, los oaxaqueños nada tenemos que reconocer en materia de obra pública. Toda comparación es mala. Pero en ninguna de al menos las tres últimas administraciones hemos visto tal orfandad de obras. No es fortuito pues que dicha industria, que hasta hace unos años era pujante y rentable, hoy pase por sus peores momentos. Es triste reconocer que en materia de obra pública, nada hay que reconocer al actual gobierno, aunque en éste se diga lo contrario. En dicho rubro vamos para atrás, como un vulgar cangrejo del Pacífico oaxaqueño.
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