Una buena medida
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Editorial

Una buena medida

 


La ciudadanía de la capital ha aplaudido las acciones que ha llevado a cabo el ayuntamiento de la capital oaxaqueña, que preside Oswaldo García Jarquín, para devolver al Centro Histórico su esplendor y decoro. Las primeras imágenes que se tuvieron de las calles libre de comerciantes en la vía pública se hicieron virales en las redes sociales y en los medios impresos y electrónicos. Las opiniones coincidieron en que se mantenga el principio de autoridad, de tal manera que los ambulantes no vuelvan a ocupar los espacios públicos. Si bien es cierto que se habló de pagos millonarios a los dirigentes, ninguna prueba hay al respecto.
En los comunicados del gobierno de la ciudad se insiste en el agotamiento del diálogo con los dirigentes del comercio informal, además de lograr acuerdos pacíficos, sin medidas de coacción o de aplicación irrestricta de la ley. Si es así, hay que darle un mayor mérito, pues al ver el crecimiento del fenómeno, hubo quienes creímos que definitivamente el abandono de nuestros espacios comunes sólo se lograría con medidas de fuerza. En efecto, nada fácil erradicar algo que si bien es cierto significa una manera de ganarse la vida, representa una afrenta a la legalidad hacerlo en pasos peatonales o espacios públicos.
La opinión generalizada es que el gobierno citadino se mantenga firme. No sólo con el anterior programa de “Un día sin ambulantes”, sino que exista un mecanismos de disuasión a través de la construcción de un espacio digno a dichos comerciantes. Ello implica asimismo, el levantamiento de un censo para cerrarle la puerta a que siga creciendo el directorio; abrir nuevas fuentes de empleo y otorgar los permisos correspondientes, de tal manera que operen en la legalidad y con la autorización respectiva. Es decir, a todo aquello que hace un tiempo era una molestia a la ciudadanía y al comercio establecido, sea una alternativa saludable y una competencia legal.
Por lo pronto, hay que reconocer que la permanencia de la Policía Municipal y el apoyo de las corporaciones estatales –porque aquí se dio una coordinación entre ambos órdenes de gobierno- debe mantenerse para evitar que haya quienes pretendan seguir vulnerando los acuerdos ya pactados. Ello le da a la limpieza del Centro Histórico un carácter de autoridad y solidez. Pero no hay que dar marcha atrás ni ceder más espacios a este problema social.

Otros datos

En materia de seguridad pública, de ello hay la menor duda, el ejecutivo estatal y sus cercanos colaboradores “tienen otros datos”, pues en sentido contrario a la percepción ciudadana, insisten en ubicar a Oaxaca como una de las entidades más seguras del país. Aquí vale la pena plantear dos hipótesis: o la ciudadanía que vive la realidad, como es el caso de los vecinos de Tuxtepec, no tiene idea de lo que pasa en su entorno o en el gobierno estatal definitivamente viven en otra dimensión, con la información sesgada e irreal, que manejan los responsables de la seguridad ciudadana. Sorprende el mismo discurso de al menos tres administraciones anteriores, que nos ubicaban en los primerísimos lugares de paz social, tranquilidad, gobernabilidad y cero delitos.
La semana anterior, justo cuando se llevaba a cabo con autoridades municipales en Tuxtepec, una reunión sobre seguridad, en la que se insistió sobre la especie de que hablamos, recién se habían cometido al menos dos ejecuciones en los Valles Centrales, que al paso que va, no dudemos que pronto le hará competencia a la Cuenca del Papaloapan, permeada por acciones criminales que la han transformado de una región próspera en un matadero salvaje. Pareciera ser que el discurso oficial va en sentido contrario a la realidad que percibe la población, de tal suerte que se convierte en una afrenta al sentido común.
Como hemos insistido en algunos espacios editoriales, el primer paso para paliar o dar una alternativa a la inseguridad es aceptar que el mal existe. Y tomar acciones institucionales que a la vista de la ciudadanía contribuyan a paliar ese flagelo social. Se habla con insistencia de operativos policiales exitosos y también muy onerosos, pero el resultado sigue siendo nulo. Es más, está probado –como lo hemos publicado en nuestras páginas- que ni la presencia de la Guardia Nacional ha logrado equilibrar las cifras negativas respecto a los homicidios dolosos, ejecuciones, asaltos carreteros y otros delitos calificados como graves.
Por ello, parafraseando al presidente Andrés Manuel López Obrador, insistimos en que sólo el manejo de otros datos, puede mostrar una realidad diferente a la que vivimos. En cierto sentido nada vale remachar que somos una entidad segura, cuando la percepción ciudadana es lo contrario. Ciertamente es desafiar la inteligencia de un pueblo que con toda su nobleza exige que se le hable con la verdad y sin ficciones.