Se incrementa invasión urbana
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Opinión

Editorial

Se incrementa invasión urbana

 


Las denuncias en redes sociales y en diversos espacios de comunicación respecto a la aparición día con día de nuevos puestos en la vía pública, dan cuenta de una realidad difícil de ocultar: tal parece que el gobierno de la ciudad ha perdido ya el control en este problema social. El comercio en la vía pública ahorca ya todo el Centro Histórico y no hay manera de detener esa invasión. Nos percatamos del grado de violencia y beligerancia que caracteriza a sus dirigentes, los cuales –se comentan- tienen poderosos padrinos políticos que los azuzan a afectar la gobernanza en la ciudad. Hay que recordar que durante mucho tiempo, aunque tal vez hoy menos, los líderes de todos conocidos, estaban ligados al sector popular del PRI. Ante cualquier amenaza de otros partidos o de organismos opositores, de inmediato eran movilizados. Los ambulantes tienen dirigentes que son quienes les cobran el derecho de piso, pero además, les garantizan que nadie los molestará. Es pues, un gran negocio, permeado por complicidades e intereses ilícitos. Ahí se venden desde productos robados hasta mercancía de procedencia ilícita.

En días pasados circularon fotografías y videos de que la mancha de ambulantes ha llegado incluso al Centro Cultural Santo Domingo que, se presume, es uno de nuestros monumentos históricos más visitados por el turismo nacional y extranjero. La imagen es deprimente. Algo similar ocurre en el Centro Histórico asimismo invadido por indígenas triquis, que lideran dos o tres personas, pero que con la bandera de que cuentan con medidas cautelares de la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos (CIDH), nadie los toca. Por el contrario, arremeten en contra de policías o autoridades; les otorgan despensas para su manutención y dinero en efectivo. No obstante lo anterior, tienen sus puestos de venta de artesanías invadiendo prácticamente las calles de Flores Magón y Aldama, por un lado; el pasillo del Palacio de Gobierno por otro y la calle de Bustamante. Cuando se les ha conminado a salir de ahí, han arremetido en contra de cualquiera que pretenda sacarlos de esos espacios que han asumido como propios. Es decir, estos indígenas, junto con los hampones que controlan el ambulantaje son los dueños de nuestras calles. A casi dos meses de que tomó posesión la nueva administración municipal el problema persiste y se ve lejos la posibilidad de que este problema se llegue a resolver.

Asaltos a plena luz

Aunque ya lo hemos tratado en otros espacios, no es fortuito que tengamos que insistir en el tema. Se trata de la inseguridad que se vive en el ámbito citadino. El pasado martes desde muy temprano, un vecino que tiene instalada una cámara de seguridad en su domicilio, hizo viral un video en el que una mujer que a las 6 horas aproximadamente se dirigía a su trabajo, fue motivo de un asalto por parte de dos delincuentes que viajaban en una motocicleta. La víctima caminaba por una calle oscura, provista de su bolsa, cuando fue alcanzada, sometida, golpeada y despojada de sus objetos de valor, luego de lo cual sus victimarios huyeron. La persona que se percató de ello difundió el video y recomienda a quienes tienen que transitar en esas condiciones, tengan cuidado, pero además llama la atención de las autoridades locales y estatales, en torno al grave problema de la inseguridad que parece estarse exacerbando en los últimos tiempos. Hoy en día, cuenta-habientes que salen de los bancos, personas que acuden a los mercados, que viajan en autobuses urbanos o simplemente transitan por las calles, son objetos de asaltos y hasta de agresiones con armas de fuego o blancas.

Con la facilidad que tiene hoy la tecnología de poder poner en tiempo real lo que ocurre, las autoridades tienen videos asimismo, de delincuentes llamados “chineros” –porque aplican la llave china- que pululan en los mercados. Se han detectado parejas que asaltan y hay casos emblemáticos en los una víctima potencial de un ilícito, se libera de sus captores y le dispara a uno de ellos en el abdomen. Hemos llegado pues a niveles preocupantes de inseguridad y conductas anti-delincuencia, que rayan en lo criminal. Aunque son casos esporádicos, se han hecho más constantes la detención de rateros y el intento de lincharlos. Algunos han sido exhibidos desnudos. Otros, como hace años en el Barrio de Jalatlaco, son colgados de los pies en árboles. Cuando vemos escenas como ésas nos remite a un video compartido presuntamente por algunos vecinos del Norte del país, en donde un ladrón es sometido por varios sujetos para marcarlo con un hierro candente en la espalda, como si fuera ganado e imprimirle en carne viva la leyenda “rata”. La escena es dantesca y sin rubor alguno. Los linchamientos en vivo y video-grabados ya los hemos visto. La indolencia de los victimarios contrasta con la urgencia de seguridad que tanto se pide a las autoridades.