En cada elección, hablamos de presidentes, gobernadores o legisladores. Pero pocas veces reparamos en algo igual de importante: la elección judicial. ¿Quiénes serán las personas que impartan justicia en tu estado o país? ¿Quién decidirá sobre casos de corrupción, abusos de poder, derechos humanos o disputas legales que afectan a miles de personas?
La justicia no es una idea abstracta: es lo que define si un crimen se castiga o queda impune, si una mujer víctima de violencia recibe protección o no, si una comunidad indígena ve respetados sus derechos o es ignorada. Todo eso depende de un sistema judicial sólido, imparcial y comprometido con el bien común. Y tú puedes influir en quién lo encabeza.
En esta elección judicial, no estamos eligiendo simples cargos: estamos decidiendo qué tipo de justicia queremos. Si la dejamos en manos de unos pocos, sin escrutinio ni participación, corremos el riesgo de que sea capturada por intereses particulares. Pero si nos informamos, analizamos perfiles y exigimos transparencia, podemos construir un Poder Judicial que defienda a la ciudadanía y no a los poderosos.
Participar es más que votar: es estar atentos, preguntar, cuestionar y hacer valer nuestro derecho a una justicia digna. No dejemos que otros decidan por nosotros. Este proceso judicial es también nuestro. Y hoy, más que nunca, necesitamos una justicia valiente, ética y cercana a la gente. Despierta tu conciencia cívica. Elige con responsabilidad. Porque sin justicia, no hay democracia.