Combatir la degradación del suelo y asegurar una agricultura sustentable, más que una opción, es un tema prioritario para el país, por eso no se debe permitir que la riqueza natural se pierda en los ríos y mares, amenazando la capacidad de nuestros hijos para producir alimentos en el futuro.
Este círculo vicioso no lo debemos tolerar, debemos trabajar para conservar los recursos naturales que aún nos quedan y para restaurar todo lo que nos sea posible, que debe obligar como una de las metas del Gobierno de la República a recuperar la vocación forestal de aquellas hectáreas que actualmente se encuentran improductivas, ya que esto ayudará a contrarrestar la deforestación en el país.
Si bien es cierto tanto las instancias estatales como federales tienen una muy limitada capacidad para responder ante las exigencias del cuidado y protección del medio ambiente, así como de políticas que impulsen la cultura ambientalista, urge eficiencia y eficacia, pues no se trata de crear mayor burocracia, sino que respondan a los retos de cuidar, proteger y conservar el medio ambiente, impulsar políticas públicas que se necesitan para evitar el deterioro de nuestro entorno.
Los desequilibrios hidrológicos graves ponen en peligro los sistemas de producción naturales, lo cual ha ocasionado que Oaxaca tenga la mayor superficie deforestada en todo el país con 1.9 millones de hectáreas de tierra perturbadas y se calcula que al año se pierde un promedio de entre 25 y 30 mil hectáreas.
El cambio de uso de suelo, las actividades agropecuarias, incendios forestales, la tala clandestina y las plagas, pues la desertificación es la degradación de las tierras de zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas resultantes de diversos factores, tales como las variaciones climáticas y las actividades humanas, merman nuestras tierras.
La degradación de las tierras se define como la reducción o pérdida de productividad biológica o económica de las tierras, por lo que se ha indicado que el 86 por ciento de la superficie del estado presenta algún tipo de degradación de tierras.
Siguen maltratos
Las agresiones a los infantes implican análisis e identificar los diferentes actores que intervienen en el ciclo del maltrato, el cual puede ser de los padres o tutores hacia el niño, del profesor hacia el niño o de un niño hacia otro. Hasta hace algunos meses, en Oaxaca existían 159 mil 700 niñas, niños y adolescentes que trabajaban; 43 mil 241 no deberían laborar por no contar con la edad mínima que establece la Ley Federal.
Debido a que cerca de 98 mil niños y niñas oaxaqueños trabajan en el sector agrícola y urbano, tanto dentro como fuera del estado, es urgente adoptar las medidas que ayuden a atender esta creciente problemática. Este tipo de expresiones ocurre en diferentes ámbitos, en el hogar o la escuela, pero también en situaciones de conflicto armado y violencia de género, entre otros escenarios.
Si bien hasta el momento no se tienen denuncias por explotación infantil, las peores formas de trabajo se encuentran en la parte agrícola donde los infantes están expuestos a todo tipo de riesgos físicos, desde inhalación de pesticidas, largos periodos ante el sol, hasta cortaduras por herramientas filosas.
El trabajo infantil se observa en zonas conurbadas, principalmente en las cabeceras municipales que es donde se detona la economía, Oaxaca de Juárez, Juchitán, Salina Cruz, Huatulco, Puerto Escondido y Tuxtepec, entre otras.
A nivel nacional, Baja California es la entidad que no respeta las indicaciones por parte de la OIT, pues dos de cada 10 personas que trabajan en los campos agrícolas son niños, niñas o adolescentes, Tuxtepec es uno de los municipios donde más adolescentes emigran para emplearse en los campos cañeros.
El desafío representa alejar a niños de los centros de trabajo, lograr que cuenten con una mejor educación y enfrenten con dignidad los nuevos retos de la sociedad del conocimiento.