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Desastre ambiental

Nuestros políticos no se han percatado de que la inacción, incapacidad y, por qué no decirlo, la corrupción, el dinero fácil, nos está orillando al límite de un desastre ambiental.

Todas las noches en las entradas y salidas de la ciudad podemos ver transitar esos llamados camiones “troceros”; a veces en caravanas de dos o tres con, en verdad, toneladas de madera, resultado de la devastación de algún bosque oaxaqueño. Algunos ruedan con discreción, con luces apagadas, pero otros son “deslumbrantes”, adornados como árboles de Navidad; saben de su impunidad.

Fácil verlos transitar por la madrugada en Camino Nacional o Avenida Ferrocarril. Lo más vergonzoso: pasan por retenes u operativos de alcoholímetro impuesto, por ejemplo, por policías estatales, vialidad o de municipios conurbados como Santa Lucía del Camino. ¿Dónde está la Secretaría del Medio Ambiente, Biodiversidad, Energías y Sostenibilidad (Semaedeso)? Y dónde la “titular” Karime Unda Harp?

A los troceros y sus conductores no les aplican revisión de documentación en esos operativos o retenes, algunos transitan sin placas o las muestran en los parabrisas o apenas atadas con un alambre. Nadie parece preocuparse de la carga que llevan. Para los ojos policíacos es más criminal el conductor potencialmente ebrio que aquel que baja de la Sierra Norte con el preciado tesoro verde.

Porqué la inacción de la Procuraduría de Protección al Ambiente del Estado de Oaxaca. ¿Alguien conoce a Manuel Acevedo Cruz? quien “trabajaba” de secretario particular de Raúl Bolaños Cacho Cué y fue premiado con esa instancia ¿Sabe algo de la materia?

Es notoria la orden que esos retenes tienen de no parar y mucho menos revisar a los troceros. ¿Porqué? No lo sabemos, pero lo suponemos: ¿tala ilegal? ¿tráfico de madera? Para más señas: señores de Conafor, Semaedeso, de Ecología o simples policías, párense alrededor de la medianoche de cualquier día de la semana en el Oxxo de Camino Nacional, en San Sebastián Tutla, e invariablemente podrán observar a al menos 3 conductores de troceros repostando, descansando o tomando un respiro después de horas de conducir. ¿Nadie sabe de eso? ¿Nadie los ve? Basta preguntar a los vecinos de Santa Lucía, San Francisco Tutla o San Sebastián y podrán decirles dónde paran de manera momentánea y cuál es la hora de “mayor tráfico” de dichos vehículos.

¿Qué tal una revisión de documentos? Quizá no tan férrea como a la que someten a los conductores domésticos.

 

CIUDAD DRENAJE

Es ahora el cruce de la avenida de La Campiña con Riberas del Río Salado; a un costado de los talleres de la línea de autobuses de primera clase y a escasos metros de la zona comercial del sur de la ciudad. En un hoyo hay una o dos mangueras “conectadas” desde una pipa de aguas residuales, de esas que anuncian el “vaciado de fosas”

Los troceros al menos mantienen alguna discreción, estas “pipas”, no. A plena luz del día, de la mañana hasta caer la noche emplean el drenaje de la ciudad, que en ese lugar tiene un respiradero, para tirar la porquería que es conducida a no sabemos qué destino.

Las consecuencias: la zona comercial, los alrededores de Candiani, Trinidad de las Huertas, la zona deportiva de ciudad Universitaria, el propio campus de la UABJO, las riberas del Salado (ganado a pulso el San Benito de “Río apestoso”), y colonias aledañas huelen, apestan a aguas negras.

¿Qué tipo de contaminación del suelo, del aire y del agua se gesta en ese punto? Si el río Salado es un río muerto, ¡pues carguemos más cadáveres! Los particulares hacen negocio recogiendo desechos de fosas sépticas de diversos puntos de la ciudad y las arrojan en terrenos y canales federales ¿con permiso de quién? ¿Quién o qué dependencia vigila el tipo de descargas al drenaje o al río, las sustancias y los líquidos que depositan, su “calidad” sanitaria y la cantidad?

A ellos tampoco los ven, pertenecen sindicatos poderosos que, así como recogen la mier… “abastecen de agua” a la ciudad, “pero con otros vehículos”, sin duda.

 

CALIDAD DEL AIRE

Por cierto, luego del cuestionamiento de EL IMPARCIAL en torno a la calidad del aire que respiramos ante la notoria nube tóxica que llegó de San Lucas Quiaviní a causa de siete días del incendio desatendido por autoridades, “alguien” se acordó de emitir escuetos informes de buena, o mala calidad de la atmósfera. Dos días la zona metropolitana de Oaxaca contó con mala calidad del aire agravado por el “extraño” incendio en inmediaciones del corralón de Santa Lucía del Camino.

Nadie fue capaz de grabar un mensaje sobre medidas preventivas, acciones a realizar. En la Ciudad de México, ante una contingencia dejan de realizarse algunas labores preventivas, se aconseja dejar de realizar ejercicio o actividades al aire libre pero en Valles Centrales ¿A quién le importa la salud de los habitantes?

 

LECHO DE LOS RÍOS

Uno o dos camiones de volteo se observan sobre el lecho del Río Atoyac, son inmediaciones del municipio de San Lorenzo Cacaotepec. Usando caminos rústicos y aprovechando la sequía, los vehículos son cargados con arena que se extrae del corazón mismo del lecho del afluente. “Nadie los ve”, como también “pasan inadvertidos” en San Jacinto Amilpas o por la central de Abasto.

En una somera revisión hemerográfica es posible advertir que ambientalistas han alertado desde 2017, 2018 y subsiguientes, como 2023 de la impune e ilegal extracción de recursos pétreos del río Atoyac y no en el río Salado, “hay sitios en donde la explotación es mayúscula, alertaron”.

Comuneros de San Jacinto Amilpas y San Lorenzo Cacaotepec han protestado por la extracción inmoderada de materiales generan el azolve del afluente.

El trazo del afluente ha sido alterado. ¡Qué pasará cuando salga de su cauce?

Son solo botones de muestra de la negligencia de autoridades de Conagua, Conafor, Profepa, Semaedeso, para evitar catástrofes ambientales. En Oaxaca hay una rapaz explotación de recursos naturales, complicidad, corrupción por todos lados. En todas estas situaciones, como con los incendios boscosos, la situación está al límite.

Cuando sucedan los desastres estos serán “atípicos” y, en lugar de tomar medidas para aminorar los daños, parece que se hace todo lo posible para que estos sean mayúsculos.

Ojalá seamos alarmistas.

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