La crisis permanente
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Debates y Deslindes

La crisis permanente

 


Hace tiempo que no recibía protestas y comentarios de mis “cuatro lectores” de las notas que escribo sobre el gobierno de la Cuarta Transformación, la mayoría de ellos me critican por respuestas siempre a favor de las acciones de gobierno, aunque éstas no sean, según ellos, efectivas. Me alegra que exista este ambiente de polémica y de que me lean, además que se ocupen de escribir una nota y mandarla. Eso es muy gratificante para el “escribidor”.  

En una edición del libro de Samuel Ramos, titulado “Hacia un nuevo humanismo”, afirma que: “Vivimos en la actualidad en una época de crisis que alcanza todos los órdenes de la existencia humana y que en el ámbito del espíritu ha determinado una confusión de ideas y valores”. Esa afirmación podríamos hacerla en estos momentos y sería completamente válida. Vivimos actualmente una época de crisis y muchos actores políticos están involucrados en defender sus ideas.  

Tengo la impresión desde que me incorporé a la vida con cierta conciencia y conocí la realidad. Siempre he vivido en crisis y en un largo combate intelectual. Primero con mis maestros y compañeros de la primaria. Habían llegado a México una serie de refugiados españolas expulsados por Franco y se dio la primera batalla para evitar que algunos mexicanos lo despreciaran o agredieran por su condición migratoria. Después en la secundaria cuando se había terminado la II Guerra mundial y empezaba la guerra fría. El mundo se dividió entre comunistas y liberales, por nuestra ubicación geográfica y dependencia económica pertenecíamos al mundo de los liberales, el norteamericano que representaba la suma del capitalismo triunfante, sin embargo, por nuestra condición de país subdesarrollado teníamos que ser defensores de un gobierno que busca mayor justicia social y atiende el desarrollo de las clases populares. 

En las aulas, al contestar las preguntas de los maestros empezaron las calificaciones sobre mi modo de ver la vida. Primero fue la lucha que tuvimos contra el nazismo y el fascismo. Más tarde en la Guerra Fría contra los anticomunistas, aunque después cuando se dieron a conocer los crímenes de Stalin tuvimos que tragarnos algunos de los argumentos que defendimos. Desde siempre me considero un hombre de izquierda que busca incansablemente que los bienes culturales y materiales sean para las mayorías. Siempre pugné, consciente de nuestra ubicación geográfica, por el liberalismo y la tradición democrática y por un gobierno que atendiera las necesidades básicas de los mexicanos. 

Más tarde, con la aparición de Fidel Castro en el escenario mundial y su triunfo en Cuba dedicamos parte de nuestros esfuerzos políticos y de manifestación a defender la Revolución Cubana a pesar de los errores tan grandes que se cometieron. Ahí encontramos diversas resistencias que nos obligaban a tener una argumentación defensiva.  De la misma manera apoyé a Salvador Allende y a todos los movimientos libertarios contra las dictaduras de cualquier tipo en América Latina y el Caribe. El derrumbe de la Unión Soviética, aunque era esperado y en mis viajes a la antigua URSS había observado que el socialismo de ese estilo no había solucionado los problemas torales del desarrollo, su derrumbe me sorprendió por lo rápido y pacífico, parecía un proceso organizado por la CIA. 

Lo sorprendente ocurrió que al desaparecer la Unión soviética surgió un acervado nacionalismo en los países de Europa Oriental que ha permeado por todo el mundo. El siglo XXI en sus primeras décadas podrá calificarse como la etapa donde surgieron los nacionalismos acendrados a todo color y sabor. Aunque éstos tengan el peligro de estar conformados por elementos pasionales que muchas veces obnubilan la razón. 

Como ven la sociedad ha estado en crisis siempre y en ella participamos. Algunos de un lado y en conflicto, otros pasivamente, pero todos somos envueltos consciente o inconscientemente en una crisis y lucha permanente.   

Pienso ahora, que el modelo de gobierno de Andrés Manuel López Obrador tiene una filosofía política que recoge la herencia del liberalismo y el socialismo y apoya la intervención del Estado en la economía. Ésa es la única forma de mediatizar la violencia e injusticias del mercado. Durante un siglo se olvidó desarrollar el sureste, se dejaron fijar los precios al libre albedrio de los comerciantes, se favoreció la acumulación del capital y la fuga de dinero, se generaron todas las condiciones para que los ricos fueran más ricos y los pobres más pobres.  

El peligro de una crisis social violenta era una realidad, de ahí que el lema “Por el bien de México, primero los pobres”, sintetice el programa de gobierno de AMLO, de manera que no me extraña tener que seguir defendiendo los principios y las políticas de izquierda en las que creo y las cuales pienso que pueden, no solo evitar un estallido social en México, sino solucionar parte de los problemas a los que se enfrentan grandes grupos de la sociedad mexicana: los ancianos, los niños, las madres solteras, los estudiantes.  

Aquí estamos y aquí estaremos atentos a una realidad que nos envuelve y en la cual se celebran grandes combates pacíficos y se piden definiciones. Cada uno toma su lugar y lo defiende.  

Oaxaca Sucesiones

Ya están los campos definidos y llegó el momento de las definiciones. Cada uno con su candidato y sus ambiciones. Vamos a ver si los rumores se confirman, o el PRI da la pelea y gana como hace mucho tiempo lo ha hecho. Hay ya pronósticos más o menos acertados, pero hace falta el día de las elecciones para saber que de qué color pinta el voto en Oaxaca, una tierra que necesita gente honrada y trabajadora en la administración pública.