Gobernadores insolentes 
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Debates y Deslindes

Gobernadores insolentes 

 


Recuerdo con nostalgia cuando los gobernadores eran llamados por la Secretaría de Gobernación y salían con la cola entre las piernas. Chita, chita, calladitos y sumisos. ¿Qué ha pasado ahora con estos gobernadores respondones, altaneros, sin principios de educación? ¿Se creen puros e impolutos, sin mancha en su pasado? ¿Sin nada de qué avergonzarse? ¿Qué fue lo que cambió en este país? En qué consiste la Cuarta Transformación en que cada uno hace lo que quiere. Nunca había visto un grupo de gobernadores que fueran maleducados, poco o nada decentes en su trato personal y tan ignorantes de las normas políticas que se acostumbran en un gobierno civilizado y democrático. Su actitud es la de un peladillo callejero al cual le vale “madre la vida” el respeto que le debe a la ciudadanía, no sólo de sus estados, sino del país.

Ahora hay 10 que resultan muy respondones. Se creen muy valientes porque le alzan la voz al presidente de la Republica. Toda su vida, vivieron agachados, aceptaron las corruptelas, sumisiones, órdenes y todo aquello que fue necesario para llegar a donde llegaron. De repente piensan que pueden alzar la voz gritar, retar y confrontar. Se olvidan las formas, las normas y lo que es más grave, se olvidan de que la distribución de presupuestos obedece a un acuerdo nacional, un pacto fiscal que fue firmado por los gobernadores de esos estados y en muchos casos aprobados por algunos legisladores que ahora gobiernan esas entidades federales. Otro asunto que me preocupa es que ninguno parece haber leído la Constitución de la República que en su artículo 35 dice que los asuntos de carácter fiscal no pueden ser objeto de consulta popular y según el artículo 117 constitucional tratar de romper el Pacto Federal equivale a traición a la patria. Amenazar con sacar a los estados -que supuestamente gobiernan- de la federación equivale a un delito de alta traición.

Creo que estos gobernadores piden más dinero a gritos porque no se han dado cuenta de que la administración pública ha cambiado. Mientras la federación impuso un gobierno de austeridad republicana y se propuso acabar con la corrupción como norma de trabajo, se terminaron el uso de los aviones de lujo, se suprimieron los gastos suntuarios, se terminaron las asesorías de seis o más cifras, los sueldos fabulosos a familiares, se aplicó una reducción de salarios de los altos funcionarios, se terminó con los intermediarios y  los grupos que cobraban comisiones por tramites  compras; en síntesis se trata de acabar  con la corrupción. Los 10 gobernadores no saben que en esa forma también se puede trabajar. Estos gobernadores siguen pensando que los bienes de la nación se pusieron a sus órdenes para que hagan o deshagan con los presupuestos lo que quieran, sin atender a las normas elementales del respeto al dinero público. Cuántos gobernadores tienen aviones, sueldos y gastos fabulosos, parientes y protegidos que cobran en las nóminas de altas cifras. A estos gobernadores no les va a alcanzar nunca ningún presupuesto.

Si bien algunos estados aportan mayor cantidad de dinero a la federación, también reciben y han recibido varios miles de millones más durante muchos años. Gobiernan entidades privilegiadas por su desarrollo. Les han construido mejores carreteras, presas, electrificación, sus recursos humanos tienen mejor empleo, mejores ciudades, transporte urbano, en síntesis, un mejor sistema de vida para sus habitantes.

El gobierno de Andrés Manuel López Obrador se ha propuesto disminuir las diferencias brutales que existen entre un habitante de Oaxaca o Guerrero y un habitante de Nuevo León o Coahuila

Uno de los propósitos de la debatida Ley de Coordinación Fiscal, aprobada por el Congreso de la Unión en diciembre de 1978 y modificada innumerables ocasiones es paliar las carencias de los estados más pobres mediante la distribución ponderada de los ingresos federales. Por eso, a las entidades federativas con mayores necesidades les toca una mayor proporción de gasto federalizado. Otro es realizar obras públicas que generen empleo y contribuyan al desarrollo de las regiones como la refinería de Dos Bocas y el Tren Maya. Por ejemplo. En el Presupuesto de Egresos 2020, al estado de Tabasco le correspondió un monto de 21 mil pesos por habitante, mientras que a Querétaro le tocó 16 mil; a Oaxaca, 18 mil 500 pesos y a Guanajuato,13 mil 600; a Guerrero,18 milpesos y a NuevoLeón,14 mil 800.  Las economías de Querétaro, Aguascalientes Guanajuato y Nuevo León han crecido 89.12, 85.13, 64.94 y 58.75 por ciento, respectivamente las de Veracruz, Guerrero, Tabasco y Chiapas apenas lo han hecho en 29.55, 29.71, 34.45 y 35.86 ciento.  No es necesario preguntarnos por qué el primer grupo de estados ha tenido menor retribución de recursos por parte de la Federación.

Extraña que a casi 42 años de que se aprobó la Ley de Coordinación Fiscal la mayoría de los estados atrasados sigan sin mejorar su nivel de desarrollo. Malos gobiernos locales, apatía de los pueblos, rebeldía a cualquier proyecto que mejore las condiciones de vida. Miles de oaxaqueños podrían dar varias respuestas a estas preguntas. ¿Por qué hay estados que hacen más con menos y otros que hacen menos con más? ¿Qué incentivos tienen las entidades menos desarrolladas por mantener ese estado de subdesarrollo, les parece más fácil seguir recibiendo dinero del gasto federalizado que desarrollarse? Distintas interrogantes aparecen. Oaxaca es uno de los estados que vive de las aportaciones federales. Si en este enfrentamiento que estamos viviendo entre 10 gobernadores léperos y ambiciosos y el gobierno de la Cuarta Transformación, se disminuyen las aportaciones de los estados pobres para aumentar. Muchos Oaxaqueños vamos a sufrir.

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