De amistades y amigos
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Opinión

Debates y Deslindes

De amistades y amigos

 


Hace unos días Armando Fuentes Aguirre, “Catón” publicó en su columna diaria un texto que leyó de don José Fuentes García en la inauguración de la cátedra que lleva su nombre en la Universidad de Noroeste de Coahuila.
Don José ha sido como una conciencia histórica, memoria y pozo de sabiduría del derecho en ese estado. Reconocido nacionalmente, representó a su estado en los diversos foros nacionales de abogados o de tribunales de justicia. Cuando terminó su gestión como magistrado presidente lo seguían invitando como asesor de los presidentes de estos organismos, de instituciones que ligadas a la justicia y al derecho. Diversas polémicas y controversias que se presentaban fueron apaciguadas y orientadas por la sabiduría, el conocimiento jurídico y el sentido del derecho de don José Fuentes García, “Pepe” para los amigos.
El 8 de mayo “Pepe” cumplió 81 años y en lugar de carne asada o cabrito, nos ofreció una paella y pronunció unas palabras que le pedí su autorización para publicarlas en esta columna de “Debates y Deslindes”, que hoy se convierte en Homenaje y Reconocimiento para ese señorón de la política y el derecho que es Don José Fuentes García. De modo que, con su permiso, viene de ahí.

“Un amigo es un alma que habita en dos cuerpos”, nos dice Aristóteles. “Es la familia que escogemos”, afirma Scott. “Un amigo duplica las alegrías y divide las angustias”, expresa Francis Bacon; en fin, quien encuentra un amigo, encuentra un tesoro, según la frase popular. En estos días me puse a recordar a mis amistades más preciadas y caí en cuenta que soy una persona afortunada: tengo más amigos de lo que imaginaba. Eso es lo que la presencia de ustedes me dice y me lo demuestran con la expresión de sus rostros, en el abrazo fraterno recibido o en sus buenos deseos expresados y yo, por mi parte, también me siento alegre de disfrutar de su compañía.”
“En estos días, cruzado el umbral de los 80, he pensado en mis amigas y en mis amigos y entre ellos aparecieron ustedes: Primero mi familia que es mi tesoro, mi alegría y mi consuelo; para ellos más que un consanguíneo, soy simplemente Pepe, como suelen llamarme mis parientes. Luego en quienes hacen posible que año con año nos reunamos, no en torno a mi persona, sino en franca camaradería, conformada por quienes tuvimos la suerte de entrecruzarnos en el camino al cursar los primeros años de nuestra enseñanza primaria o en el ejercicio profesional, ya sea en la docencia o al servicio del Estado. No obstante, al paso de los años he podido apreciar que ninguno de ustedes esta arriba, ni abajo, ni en medio. No encabezan, ni concluye la lista. No son el número uno, ni el número final. Lo único que sé es que cada uno se destaca por alguna cualidad que transmite y con la cual desde hace tiempo se ennoblece mi vida. Y tampoco tengo la pretensión de ser el primero, el segundo o el tercero de la lista de cada uno de ustedes. Basta que me estimen como amigo. Todos los días hago, lo que todo amigo al final hace: Orar… y le agradezco a Dios por contar con Ustedes. A todos digo, que, pese a los años que hemos convivido, más o menos y en diferentes circunstancias, en lo particular no tengo ni puedo dar soluciones a todos los problemas que enfrentamos, ni tengo respuestas para las dudas o temores que nos agobian, pero como amigo, puedo escucharlos y comprenderlos.”
“Escuchar es prestar atención al dolor, al gozo, al sufrimiento y a la alegría del otro, tener en cuenta al que nadie quiere oír o al que vive en triste soledad. No puedo evitar los tropiezos de quienes caminan a mi lado. Solamente puedo ofrecer mi mano para que se sujeten y no caigan. Nada de lo que ocurra a los otros debe resultarnos ajeno. Hay que llegar a tiempo cuando el amigo lo necesita, tenderle la mano, brindarle afecto, comprenderle, aconsejarle, abrirle el corazón. Sus alegrías, sus triunfos y sus éxitos no son míos, ni los envidio, antes, por el contrario, los celebro y los disfruto sinceramente. La alegría que experimenta cada uno de ustedes por cada logro alcanzado, elimina las sombras de mi corazón, contagia mi gozo de vivir y revitaliza mis ilusiones perdidas. Siento que la felicidad no es un lujo raro, sino una actitud de la mente frente a las dificultades que la vida nos plantea. No puedo evitarles sus sufrimientos cuando alguna pena les parte el corazón, pero puedo llorar con ustedes y recoger los pedazos de su alma para tratar de armarlo de nuevo. No obstante, tengo que reconocer que el sufrimiento es el gran maestro que nos enseña la permanente lección de nuestra fragilidad. No puedo decirles quienes son, ni quien deberían de ser. Solamente puedo estimarlos como son y ser su amigo. Soñemos en un mundo nuevo en el que se valore justamente la solidaridad y en el que la fraternidad universal no sea una utopía irrealizable. Gracias a todos ustedes por ser mi amigo”
“Pepe” estuvo acompañado por sus amigos de siempre, gobernadores, magistrados, rectores, empleados y aquellos que ha través de los años han ido cultivando esa presencia bienhechora y sabia, llena de conocimientos y de amor a Dios y sus semejantes.