Guelaguetza: Obsesión del Cártel 22
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Opinión

De Paradojas y Utopías

Guelaguetza: Obsesión del Cártel 22

 


 

1).- La psicosis magisterial

La celebración de nuestra fiesta folklórica más reconocida, la Guelaguetza, se ha perfilado como una patología para el Cártel 22. Una obsesión enfermiza para sus titiriteros. Una especie de trauma, fijación, un trastorno obsesivo-compulsivo, sobre todo desde la asonada de 2006. Un comportamiento repetitivo e indeseable que lo impulsa a amenazar una y otra vez con lo mismo. Su expresión de esquizofrenia fue inédita. En ese año incendiaron el templete del auditorio. Y quisieron repetir la especie en 2007. Pero los paró la Policía Estatal. Ahí le dieron de toletazos a Emeterio Merino. Fue tal su grado de enajenación que, para sanear su mente enfermiza, crearon su propia fiesta que, paradójicamente, ha sido financiada por el gobierno: la Guelaguetza popular. Por su falta de creatividad han mimetizado la fiesta de los ricos: convites, calendas, desfile de delegaciones, et al.  

2).- Boicot, como disco rayado

A partir de esos años, tomaron la fiesta popular como bandera. Hoy vemos la misma película. Ya su radical dirigente. Yenny Aracely Pérez Martínez, hizo un llamado para “accionar” y “coberturar”, dado que están en “alerta máxima” en “la ciudad de la resistencia”, en caso de que acuerden boicotear. Crear psicosis en el sector de servicios al turismo y al pueblo en general. Como su paro loco a partir del septiembre, aunque el gobierno de Salomón Jara les haya dado el oro y el moro. Encubrir el chantaje con un discurso acartonado, con consignas anticuadas y la mano izquierda en alto. ¿A quién querrán sorprender? Sólo exhiben un asambleísmo obsoleto, la orfandad de nuevas ideas y su anclaje en doctrinas rebasadas que ya ni el chairo más enajenado cree.

3).- El radicalismo, su abrevadero

La dirigente del cártel magisterial se sabe proviene de esa generación de maestros (as) formados (as) en las Normales Rurales, pero deformados (as) en los Clubes de Orientación Política Ideológica (COPIS). Militantes ex officio de la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México (FECSM). Estamos en la era de la inteligencia artificial, las redes sociales, el internet. Pero ellos (as) siguen en la prehistoria de la lucha social. Asumen hacer la revolución, pero no en la clandestinidad, sino perviviendo como gana-panes de la quincena segura. El activismo no en las aulas y en la docencia, sino en las calles, gritando consignas, con bloqueos, plantones, paros locos. ¿Y la educación, como les enseñaron sus libros básicos de V.I. Lenin, F. Engels o hasta Carlos Marighella, con su “Teoría y praxis revolucionarias”? ¡Fuchi, caca!

4).- Alienación o enajenación

 Desde hace décadas el magisterio se ha perfilado como un poder fáctico; como un cártel delictivo que opera con células, halcones, lavado de dinero y otros. Apenas les descongelaron sus cuentas a ex dirigentes. Una investigación para saber cómo viven los ex secretarios generales daría muchas sorpresas. La mayoría se ha caracterizado por utilizar la doble moral. Cortesanos del Palacio de Gobierno. Bon gourmets y hasta bebedores de los mejores vinos. Para el anecdotario. Cuando Azael Santiago Chepi llegó a la dirigencia de la S-22, era bebedor de cerveza y mezcal que, devino a poco, fan del whisky. Cambiar de estatus económico es su meta no ser guía moral de sus bases. Lo peor es que, en sus prácticas de chantaje le siguen abonando al rezago educativo, el mismo que arrastramos desde hace 43 años.

BREVES DE LA GRILLA LOCAL: 

— De la polarización entre vecinos y comerciantes en la vía pública, que ha llegado ya a los golpes y violencia, el responsable es el ayuntamiento de la capital, cuyos concejales y funcionarios le han dado vida al llamado Cártel de las Expos. Jamás vimos un gobierno local, mercantilista y abusivo; rapaz y mediocre que, en su meta de hacer de la capital un gigantesco tianguis o un vulgar congal, haya contribuido tanto a deteriorar tanto este Patrimonio Cultural de la Humanidad.

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