Centro Histórico: Un aide memoire
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Opinión

De Paradojas y Utopías

Centro Histórico: Un aide memoire

 


1).- Una vieja tarea

La salvaguarda de nuestra riqueza monumental de la capital oaxaqueña, tan soslayada en los últimos tiempos, no es algo nuevo. Según nuestras fuentes, desde 1942 el Congreso del Estado decretó la “Ley sobre protección de monumentos coloniales, artísticos e históricos y poblaciones típicas del estado”. 

El Centro Histórico fue declarado zona de monumentos por Decreto Presidencial del 20 de marzo de 1976. Posteriormente se estableció el Consejo del Centro Histórico, desaparecido hace mucho. En 1987, el Comité para la Protección del Patrimonio Mundial, Cultural y Natural, órgano de composición restringida de la UNESCO, emitió la declaratoria sobre la ciudad de Oaxaca, la Zona Arqueológica de Monte Albán y el Conjunto Conventual Dominico de Cuilapan de Guerrero, como “Patrimonio Cultural de la Humanidad”.

Hay quienes se asumen hoy celosos guardianes de dicho reconocimiento. Pero en realidad, nada tuvieron que ver en la recopilación de documentos, fuentes históricas, material fotográfico, planos, etc. Un aide memoire ubica al arquitecto Rafael Vergara –y se dice que la arqueóloga Nelly Robles del INAH- como los principales impulsores locales del citado reconocimiento. Todo se cocinó en dos áreas: la Dirección General de Organismos Especializados de la ONU, en la Secretaría de Relaciones Exteriores (SER) y la Dirección General de Asuntos Internacionales de la SEP que funciona en paralelo, con la Comisión Nacional de los Estados Unidos Mexicanos para la UNESCO (Conalmex).

 

2).- De la ignorancia a la apatía

El cabildeo diplomático para el citado reconocimiento se dio con los embajadores Víctor Flores Olea –entonces Subsecretario de Asuntos Multilaterales de la SRE- Andrés Valencia y Juan Antonio Mateos Cicero –los dos primeros ya fallecidos- desde México y quienes fueron Representantes Permanentes de nuestro país ante la UNESCO: los historiadores Luis Villoro y, posteriormente, Miguel León-Portilla. Además del apoyo de organismos como el International Council of Monuments and Sites (ICOMOS), órgano consultor de la UNESCO, dirigido en México en los años 80, por Jaime Ortiz Lajous y Alberto González Pozo. El INAH, por supuesto, tuvo una participación decidida y determinante.

En el meollo de la declaratoria se deja en claro que: se trata de “crear conciencia del valor de ese patrimonio y de los graves peligros que lo amenazan, pero, sobre todo, reconocer la invención y creatividad de quienes lo concibieron y realizaron, como una aportación del desarrollo y avance de la humanidad”. Es decir, no se dio ni en automático ni porque nos asumamos “la reserva espiritual de México” o “el centro cultural del país”. Hubo un intenso trabajo que, en dichas áreas inició al menos en 1984-85, para concluir en 1987 con la declaratoria. En 1989, con bombo y platillo se pusieron las placas alusivas. Una frente a Santo Domingo –que hoy sirve como barra de cantina- y otra frente a la Catedral. Dos más en Monte Albán y Cuilapan.

 

3).- Autoridades: Encogerse de hombros

A diferencia de otras Ciudades Patrimonio, que se sepa, desde esa fecha el reconocimiento sólo ha servido para el discurso político y pararse el cuello. Hasta el más ignorante dice y cacarea que ante el abandono, Oaxaca podría perder el citado reconocimiento. Pero, ¿en qué han contribuido los gobiernos estatales o municipales para salvaguardarlo? En nada. ¿Se han aprobado leyes o iniciativas en ese sentido? Menos. Se ha dejado hacer y dejado pasar. Hoy nuestro Centro Histórico, con el ardid de que somos una ciudad turística, está convertido en una gigantesca cantina y anarquía. Este año se cumplen 36 años, en los que cada quien ha contribuido al deterioro de nuestro patrimonio monumental. El vandalismo magisterial, normalista y feminista, ha sido intocable. La ley se ha violentado con una impunidad insultante.

Es evidente que lo que se hace sin esfuerzo no puede exigir sacrificio. El gobernador Salomón Jara ya dio un paso modesto en el rescate del Centro Histórico. Lograr el desalojo de triquis y comercio en la vía pública. Aunque éste sólo cambió de escenario: del zócalo a Santo Domingo y las triquis insisten en volver. Pero hace falta mucho por hacer. Sobre todo –sin burocratismo ni medias tintas- devolverle la dignidad y el decoro a aquello de lo que sólo somos depositarios, pero que las generaciones que nos antecedieron se esforzaron por conservar y legarlo para el futuro.

 

BREVES DE LA GRILLA LOCAL:

No hemos errado en nuestras colaboraciones dominicales, respecto a la paz remota y el fallido “eterno retorno” entre los triquis. Los grupos que se disputan la supremacía no quieren la paz. Su sino es la vendetta, la emboscada y la muerte. No más ficticias mesas de diálogo. Lo que necesitan son políticas de fuerza. De aplicar la ley. Detener a los sicarios que siguen segando vidas y parar de una vez por todas, el tráfico de armas. Lo demás, ya es ficción. 

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