El saldo del Senado
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Opinión

De Frente y de Perfil

El saldo del Senado

 


Los tiempos legislativos, el lenguaje parlamentario, la discusión y los debates entre diputados y senadores han sufrido un vertiginoso cambio, desde el momento en que llegaron al Congreso de la Unión una serie de personajes ajenos a la diatriba y cercanos a la ocurrencia, locuacidad y a al uso del lenguaje fácil y descalificador.

El Congreso dejó de ser el escenario de la razón contra la abultada mayoría y ahora se discrepa con insultos, que lejos de la elegancia de antaño se tornan en burdos y usados por unos y otros no da pie a una discusión, sino solamente a la vejación, el insulto artero y la pretensión de humillación.

Lo sucedido en el Senado de la República con la discusión de reforma del artículo 5 transitorio sirvió para el escarnio de algunos personajes y la ventilación de situaciones particulares.

Queda claro que la equidad de género trajo consigo la igualdad entre hombres y mujeres en todos los niveles, ya que recurren a lenguajes impropios para unos y otros y aprovechan la revoltura de los temas para sacar situaciones personales y pasionales.

La pasión los consume y hace que unos saquen de sus casillas a otros y que los provocadores se regocijen, mientras otros los sufren y carentes de argumentos no encuentran palabras para rebatirlos.

La ampliación de cuatro años del tiempo de las fuerzas armadas en las calles se convirtió en el centro de la atención puesto en el Senado de la república, donde ya en una ocasión se había decidido posponer la discusión y, en su caso, aprobación o rechazo de la reforma.

El debate se antojaba interesante, ya que por un lado se encontraba el posicionamiento para la ampliación del período de los militares en asuntos de seguridad pública por cuatro años más, con el voto favorable de la mayoría de Morena y sus aliados, mientras que por el otro se especulaba con el muro de contención que representaban todos los partidos opositores.

Hace dos semanas no se contaba con la mayoría calificada de 86 senadores (2/3 partes del total de representantes) para aprobarla, por lo que se regresó a comisiones para algunas adiciones, mientras se establecían compromisos de respaldo a la iniciativa presentada en la Cámara de Diputados por los priistas y avalada por Morena.

En el Senado, la fracción priista no avalaba la reforma presentada por sus compañeros de militancia de la Cámara de Diputados, por lo que resultaba una incertidumbre si saldría o no la aprobación.

Ricardo Monreal, coordinador de la mayoría de Morena sudaba la gota gorda, aunque externaba su confianza de obtener la mayoría necesaria.

Y es que Monreal ya tenía planchados los votos necesarios para la aprobación, pero el calor del debate podía influir en alguno de ellos que se “rajara” de última hora.

Por fortuna, para él, no ocurrió así y con dos votos de más salió la polémica reforma.

El saldo fue un PRD resquebrajado (apenas son tres) una fracción priista fracturada (nueve votaron a favor y tres en contra) y una alianza opositora que comienza a verse distante.

Del lenguaje de senadores y senadoras, no vale la pena entrar en detalles.

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