
El pasado mes de abril la ciudad festejó sus 493 años de ser eso, una ciudad hermosa y la autoridad municipal echó a vuelo las campanas de toda la ciudad y fue como una forma de anunciar la gran fiesta de la ciudad la que hoy nombramos “Oaxaca”, una muy antigua ciudad, en el que el asentamiento original quedó bajo el agua, por miles de años y al secarse el lago que la cubrió por siglos, resurgió en el mismo lugar la ciudad Zapoteca de LÚU LÁA que las huestes de Ahuízotl la convertirían en una nueva ciudad Mexica y con un nombre nuevo “Huaxyacac”, esta ciudad sería refundada por los mexicas, en el año de 1486 en el mismo sitio de lo que ya era la gran ciudad Zapoteca, y que a 493 años de haber cumplido este 25 de abril, es nuestra ciudad de Oaxaca de Juárez.
Los zapotecas le llamaron LÚU LÁA, ambas palabras en Náhuatl y en Zapoteco significan en la nariz o donde abundan los huajes, la ciudad Nahuatl-Zapoteca, estando poblada por los mexicas; en noviembre de 1521 fue que llegaron los soldados Castellanos, celebrando una misa el 25 de ese mes, iniciándose de esta manera la conquista en la Zapotecapan y el inicio del mestizaje, en el que su nombre cambió, y ya quedando como tal, Segura de la Frontera en el que el asentamiento Mexica se transformó siete años después en la Villa de Antequera, una ciudad castellana que en forma definitiva en el mes de Agosto de 1528 se hizo una villa, por lo que se empezaron a formarse las comunidades religiosas y los barrios de nuestra antigua ciudad.
Los pueblos mexicas poco a poco se fueron convirtiendo en lo que ahora son nuestros numerosos barrios, el del Carmen, la Soledad, San Juan de Dios, Santo Domingo, San Francisco, la Consolación, la Defensa, el de China y los municipios que después se unieron a la ciudad, convertidos en barrios, como en 1908 sucedió con Santa María Oaxaca (Ex Marquezado), San Matías Jalatlaco, la Santísima Trinidad y Santo Tomás Xochimilco por decreto del 19 de mayo del año de 1926, la Nueva Antequera fue una ciudad hermosa, llena de templos virreinales, y calles empedradas, edificios con altos muros de cantera que desde lejos cuando llovía parecía de Esmeralda por ello también fue llamada la verde Antequera.
La ciudad durante el virreinato lucía un Valle y en él un hilo de plata que en el verano era un caudaloso río de agua transparente que la cruzaba por el medio de la verde Antequera era el río Atoyac (torrente de agua) en lengua Mexica, cuyo cause fue desviado poco a poco; en 1561 para regar las orillas de barrios al sur de la ciudad virreinal como el de la Trinidad de las Huertas y el de la Consolación.
Fue el 29 de mayo de 1922, que Monseñor, José Othón Núñez y Zárate, oriundo de Tecomavaca, al ser nombrado segundo arzobispo de Oaxaca, quien con el motivo de su unción convocó la diócesis de la provincia de San Marcial a los pueblos del estado a presentar sus bailes en el atrio del templo de la Basílica menor de la Soledad. Este fue y es el primer antecedente de lo que hoy conocemos como Guelaguetza.
Al año siguiente, en 1923, el maestro Pelayo Manjarrez continuó realizando esta muestra costumbrista titulando a este espectáculo con el nombre “Así es Oaxaca”, pero fue ocho años después, en el año de 1931, que el terrible terremoto de 8.1 grados del 14 de enero que a eso de las 19:00 hrs. sacudió a la ciudad. Algunos habitantes esa noche murieron y otros tuvieron que emigrar. La ciudad quedó destrozada, desolada, sin fe y sin esperanza.

En 1932, el gobernador Francisco López Cortés conformó una comisión para conmemorar nuestros primeros 400 años como ciudad con la esperanza de renovar el ánimo de la gente oaxaqueña; esta Comisión le fue encomendada a un grupo de ciudadanos costumbristas y se realizó con el argumento del doctor Alberto Vargas Merino de Tecomavaca y el Profr. Policarpo T. Sánchez, originario éste de Teposcolula, quienes concibieran el homenaje racial que fue enriquecido por comentarios del pintor Alfredo Canseco Feraud y el gran periodista (Jacobo Dalevuelta), Fernando Ramírez de Aguilar, así como otros jóvenes intelectuales de la época.
Es importante mencionar que se lleva a cabo el 16 de abril, la elección de una mujer que representaría a la ciudad de Oaxaca, la elegida fue la tercera en la discordia la señorita Margarita Santaella, toda ella Morena, de andares solemnes, esbelta, de porte, difundiendo la felicidad con su sonrisa y su mirada. Se necesitaba que ella interpretara a Oaxaca, libre y satisfecha por sus tradiciones y glorias.
La tarde del 25 de abril de 1932, fue la fecha en la que se celebraba el cuarto centenario de la ciudad, fue el momento en el que se llevó a cabo el homenaje racial, el gobernador Chico López izó la bandera nacional para iniciar el programa, con la aparición en primer término de la señorita Oaxaca y su cortejo, 7 diosas de la fraternidad, una por región; la de Ejutla fue Emma Castañeda de la Cañada; por Teotitlán del Camino hoy de Flores Magón, María Luisa Olmos; la embajadora de Cuicatlán fue Ma. Angélica Altamirano; la de San Jerónimo Doctor, hoy Cd. Ixtepec, fue Sofía Martínez; la representante de Tehuantepec, Guillermina Romani; por Nochixtlán, Angélica Castillo; por Juxtlahuaca, Gabriela Tello Narváez; de Huajuapan de León, Angelina Ramírez; Angela Roy fue la embajadora de Tuxtepec; de Juchitán de Zaragoza, Enedina Ruiz, y de la Sierra Juárez fue Rosa María Meixueiro, todas ellas en torno a Margarita Santaella, más los representantes de los siete espíritus del bien.
Se entonaron cantos, marchas, e himnos, sonó la chirimía, se cantaron las mañanitas oaxaqueñas, del compositor de Tlacolula, el profesor Juan Gaspar Vasconcelos, mismas que fueron entonadas por las y los alumnos del sexto año de las escuelas de la ciudad, luego se recibió a la embajadora del valle, que depositó a los pies de la señorita Oaxaca sus ofrendas traídas de Cuilapan, Atzompa, Teotitlán del Valle, Coyotepec, Ejutla y Tlacolula.
Llegó la región de la Mixteca y la Cañada llenas de vida y fortaleza, los mixtecas desfilaron tejiendo sombreros de palma, la pelea de gallos fue representada por la Cañada, este hermoso desfile racial terminó con el Istmo que entró a los acordes de la hermosa Zandunga, mujeres altivas derrochado embriaguez, colores de luz todas ellas llenas de vida en el cuerpo y llenas de vida en el alma y así llegaba a su fin el homenaje racial.
Los orgullosos Nitos entonaron melodías como la Canción Mixteca y la interpretación del Himno a Oaxaca, compuesto para la ocasión; así terminó el homenaje racial a la ciudad a la Gran Señora, una fiesta de magia color y luz, el periódico Mercurio denominó a esta fiesta como un profudo homenaje de riqueza y poder que estremeció a más de 15,000 espectadores, en el cerro del Fortín de Zaragoza.
Esta crónica nos acera a los 100 años del homenaje Racial y es un acercamiento al entendimiento de los Lunes del Cerro, cuyo origen prehispánico se remonta al siglo XV y a lo nuevo, a lo que llamamos Guelaguetza, toda una fiesta de colores, bailes y música, impregnada de Folklor, que ha producido una oleada de visitantes que incrédulos contemplan la fiesta de los oaxaqueños y se llenan de mexicanidad. Pues Oaxaca es reserva de ella.
Una de las bellezas que tiene nuestra ciudad es la de sus fiestas y conmemoraciones por lo que ya está próximo el mes de julio, mes de la Guelaguetza, de desfiles, de convites, de calendas y la sorprendente representación de las 8 regiones, que son un derroche de etnicidad que nos muestran las delegaciones que serán más de 30 y ciertamente veremos la alegría que se desborda en las calles de una ciudad que en el mes de julio, siempre recibe a los visitantes con los brazos abiertos y les da un abrazo fraternal, desde este rincón de la patria.
Oaxaca de Juárez, Oax., a 12 de mayo de 2025.
JORGE BUENO.
Cronista de Oaxaca.
Presidente de la A.E.C.O.
Secretario General de la
Federación Nacional de Asociaciones
de Cronistas Mexicanos, A.C.