Otitis del nadador
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Opinión

Comentario Pediátrico

Otitis del nadador

 


Es una reacción inflamatoria que se presenta en el conducto auditivo externo, que ocurre cuando se altera la capa protectora (cerumen) superficial del interior del conducto, haciéndolo susceptible a infecciones. La infección a menudo es causada por bacterias, pero en otras ocasiones -menos frecuente- pueden ser hongos.

Es un cuadro relativamente muy frecuente a nivel mundial, llegando a establecer que cada persona tiene el 10% de cursar con esta alteración en alguna etapa de su vida, pero su frecuencia es mucho mayor entre las edades de cinco a catorce años, con disminución progresiva relacionada con el incremento en la edad.

Se identifica con mayor frecuencia en la temporada de verano, por asociar a una exposición potencial más prolongada del agua y también por la humedad incrementada. Por su tiempo de evolución se le señala que el cuadro es agudo, cuando tiene menos de ocho semanas de duración; y crónico, cuando se rebase esa condición de tiempo.

Su presencia se influye por la participación de múltiples factores, entre los que se incluyen: reacción a químicos especiales que se aplica al tratamiento del agua en albercas, existencia de lesiones en el canal auditivo, que pueden presentarse como consecuencia de empleo de hisopos de algodón, uñas o por un cuerpo extraño; realización de procesos de limpieza bruscos en el conducto auditivo de empleo frecuente y/o de forma excesivos, exceso de cerumen y en ocasiones, afección previa de la piel como algún tipo de dermatitis o de eccema.

Los niños y adolescentes suelen correr mayor riesgo de padecer este tipo de alteración, bajo las siguientes circunstancias: realizar periodos prolongados de natación, en especial en ríos o lagos con agua contaminada, albercas con empleo excesivo de químicos para su mantenimiento. Cuando no se elimina el exceso de humedad en el interior de los conductos, de forma espontánea o por el empleo de gorras de natación que impida su desalojo. Empleo de audífonos y/o auriculares de forma frecuente y con presión ajustada. Conducto auditivo externo más estrecho en comparación a dimensiones adultas y respuestas particular de la piel a procesos agresivos.

Esta alteración se establece al disminuir la integridad anatómica y funcional del canal auditivo externo, donde los componentes del cerumen habitual condicionan una pobre afinidad al agua y generan un pH ácido. Al disminuir, desaparecer o simplemente modificar esas funciones, la superficie interna del conducto auditivo se expone a sufrir condiciones de maceración (por la humedad) y la multiplicación progresiva de las bacterias u hongos que tengan esa oportunidad. Los tejidos afectados por la modificación de la integridad superficial o por el desarrollo ya de la infección, generan como mecanismo de defensa, la reacción inflamatoria para atraer células sanguíneas que puedan generar respuesta de defensa, que, al incrementar el flujo de sangre, modifica el calibre interno del conducto que se disminuye y, se puede producir disminución auditiva a costa de la oclusión inflamatoria del canal.

El afectado generalmente puede quejarse de dolor variado de intensidad, que se acompaña de sensación de picazón en el oído, pérdida relativa en la capacidad auditiva con sensación de tener los oídos tapados o llenos (congestión). Notando en su revisión que existe afección unilateral, enrojecimiento del conducto auditivo, dolor que se incrementa al tocar o mover el lóbulo de la oreja, dolor durante movimientos de masticación y/o deglución, crecimiento de estructuras redondeadas (ganglios) en la zona lateral inferior correspondiente del cuello y a veces, escurrimiento de secreción procedente del oído en consistencia espesa y coloración variada.

Para lograr identificar este cuadro, es habitual que el médico le hará preguntas acerca de los antecedentes médicos y los síntomas actuales del niño. Examinará a su hijo y le revisará los oídos, mediante un instrumento con luz llamado otoscopio, que le permite ver el interior del oído. Esto lo ayudará a saber si también hay una infección en el oído medio llamada otitis media. Esta infección no suele ocurrir con la otitis externa, pero algunos niños pueden tener ambos tipos de infecciones. Es posible -en ocasiones-, que tome una muestra para cultivo de la secreción del oído, a fin de identificar al germen que causa la infección y también para determinar el tratamiento más adecuado.

Durante la adolescencia, este cuadro puede confundirse con la presencia de algún forúnculo o absceso asociado que, en ocasiones puede localizarse en la parte inicial del conducto y su tratamiento será diferente. Existen otras condiciones que pueden producir algunos datos que el paciente refiera parecidos, o que, se aprecien similares en la exploración, pero por datos de interrogatorio, características halladas durante la revisión y/o estudios específicos, se relacionarán con causas adicionales específicas, que deberán de ser tratados de forma diferente.

El tratamiento dependerá de los síntomas, de la edad y del estado de salud general del afectado y también, de la gravedad de la afección. Cuando el médico trata correctamente la otitis externa, la afección suele resolverse en un lapso de 7 a 10 días. El tratamiento puede incluir: un medicamento analgésico con horario específico para disminuir o suspender la sensación molesta de dolor, además de controlar el proceso de inflamación.

 

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