Educación emocional
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Opinión

Comentario Pediátrico

Educación emocional

 


(Primera parte)

Así como existe la inteligencia racional que se emplea para resolver problemas lógicos o matemáticos, existe la inteligencia emocional que nos ayuda a lograr nuestras metas y hacernos sentir bien con nosotros mismos y con los demás. Quienes cuentan con adecuada inteligencia emocional no solo son personas más felices, sino que también son las que toman las decisiones más acertadas, son mejores líderes, tienen más éxito en sus metas y logran tener mejor interacción con las personas de sus diferentes ambientes. 

Nuestro cerebro es un órgano evolutivo superior de todas las especies, y los centros de organización emocional en proceso de desarrollo, interactúan en forma simultánea con el cerebro intelectual para definir en forma progresiva la capacidad final del individuo. Así toda influencia emocional que se proporciona desde la etapa de recién nacido, tendrá sus consecuencias en la definición emocional e intelectual futura. A continuación, se establecen algunas sugerencias para influir en diferentes aspectos que son significativos para el desarrollo emocional e intelectual de los niños. 

Vínculo. La verdadera unión de una familia no se forja por los lazos de sangre, sino a través del cariño y del respeto mutuo, que se empiezan a generar desde el momento del nacimiento a través del contacto físico (caricias, besos, abrazos, palabras, etc.) y las miradas que captan el lenguaje corporal bajo diferentes circunstancias. En este vínculo es importante mantener siempre un entorno seguro, condicionando en el cerebro del niño la certeza sobre su bienestar, para proporcionar una sensación de seguridad y confianza. Al ir creciendo el contacto físico para bañarlos, llevarlos a la escuela de la mano o abrazados, juegos corporales donde el niño identifique sus mismas emociones con el adulto (tirarse al suelo, permitir que el niño se monte al padre, etc.), pláticas recíprocas donde el adulto comenta algo de sus experiencias, inquietudes e ilusiones en forma espontánea, para permitir que el niño también pueda generar una conversación asociada con sus propios intereses, generan en el niño liberación de sustancias químicas cerebrales que estimulan su desarrollo cerebral con sensación de bienestar e incrementa la relación de identidad con sus padres o familiares de forma apropiada. Si se quiere mantener a los niños vinculados se les debe ayudar a confiar en ellos mismos y en el mundo, evita incumplir en palabras o utilizar la mentira para conseguir lo que quieres. El cerebro emocional no puede permanecer cerca de alguien que miente o incumple su palabra. Le genera repulsión y desconfianza. Finalmente, así como el niño aprecia a sus familiares como lo más significativo para su vida, también requiere que ellos lo hagan sentir en situación especial recíproca, que lo ayude a desarrollar amor para sí mismo. 

Confianza. Por esta condición el niño logra sentirse bien consigo mismo y con los demás, desarrolla seguridad en sus decisiones y para conseguir los propósitos que fije. Esta actitud espontánea en todos los niños es viable de ser alterada por los familiares y educadores por el exceso de celo o de protección de los mayores. Cuando un niño enfrenta un reto, será la confianza que el adulto deposita en el niño, la que determine la adquisición y progreso de la confianza del niño. Así, si en una situación de riesgo un niño percibe de inmediato la atención y ayuda del adulto, considerará siempre que requiere ayuda de ellos. Cuando detecta temor en los adultos ante su posible reto, se activa la zona de peligro y tendrá siempre actitud de temor. En cambio, cuando logra vencer su temor, se dará oportunidad al cerebro de poder controlar sus temores iniciales. Se recomienda, por tanto, vigilar a la distancia las capacidades que el niño pueda desarrollar ante situaciones de reto, a excepción solo las que constituyan riesgos de lesiones, accidentes, muerte, intoxicación, agresión física y/o situaciones de abuso, donde la prioridad será la protección del menor. 

Responsabilidad. Condiciona a los niños a saberse cuidar y poder valerse por sí mismos. No suele ser difícil ir desarrollando cuando de forma natural se les hace considerar que ellos mismos se empiecen a ocupar de sus propias cosas en la medida que puedan ir haciéndolo en forma espontánea o con orientaciones específicas, contribuyendo a las tareas domésticas o actividades recreativas, invitándolos a participar de ellas, por ejemplo: levanta todos tus juguetes, a diferencia de: qué te parece si levantamos todos tus juguetes y luego: que bueno ya levantaste solo tus juguetes. Se puede evaluar al final de cada día, que se le haya dado motivaciones y felicitaciones en mayor proporción que solo medidas impuestas o regaños, para darle a entender que nos sentimos satisfechos y orgullosos de su actitud e ir conociendo de forma diaria, sus sentimientos personales y los logros en sus decisiones diarias. Cuando por sus decisiones tenga errores, se deberá motivar a confiar en sí mismos y ayudarlos a aprender con análisis de aciertos y fallas.