Lagrimeo persistente
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Opinión

Comentario Pediátrico

Lagrimeo persistente

 


(Primera parte)

En forma natural, las lágrimas tienen la función de mantener la superficie ocular en forma húmeda y limpia de desechos y microorganismos. Son responsables de la claridad en la superficie del ojo y de la transmisión de imágenes nítidas al interior de la retina. 

Las lágrimas son producidas por las glándulas principal y accesorias. Las glándulas principales están ubicadas en el cuadrante superior y externo de la órbita y producen lágrimas en mayor cantidad, de forma refleja, cuando el ojo está irritado por algún objeto físico o sustancia química, o bien es estimulada por las emociones de las personas. Las glándulas lagrimales accesorias se encuentran dispersas a lo largo de la superficie interna (conjuntiva) del párpado y producen lágrimas de producción continua, que mantienen el ojo húmedo en todo momento.

La película lagrimal se compone de tres capas, cada una de diferente composición. La interna a base de una sustancia llamada mucina, suaviza la superficie del ojo y lo mantiene humectable. La capa acuosa media consiste principalmente en agua y proporciona la mayor parte de la composición de la lágrima. La capa externa formada de sustancias relacionadas con grasa (lípidos), recubre las otras capas y su función es evitar la evaporación rápida de los otros dos componentes. 

Las funciones que cumplen las lágrimas son muy variadas, e incluyen: prevenir el secado de la superficie transparente del ojo (córnea) y demás superficies mucosas del ojo, mantener la superficie ocular lisa, efectuar lubricación de forma eficiente para facilitar el movimiento de los párpados sobre el globo ocular y, evitar las infecciones por microorganismos o cuerpos extraños, mediante el arrastre de sustancias o por medio de sus anticuerpos (defensas orgánicas) que se secretan en su composición. 

Por la producción natural de lágrimas en forma diaria, se acumula siempre una pequeña cantidad de ellas por encima del párpado inferior descansando con apoyo de la capa que cubre el globo ocular (cornea y conjuntiva ocular), identificado como menisco lagrimal. Cuando el nivel de lágrimas en el menisco lagrimal se excede, es natural apreciar en forma secundaria que las lágrimas podrán fluir por los párpados hacia la cara. 

Una vez expulsada la lágrima por su glándula, se extiende sobre la superficie ocular para cumplir las funciones establecidas y, para evitar su acumulación excesiva se drena a partir de dos mecanismos. En la forma pasiva, es la postura corporal la que influye por gravedad a su eliminación hacia la parte más inferior y declive del ojo, que se localiza en la parte inferior e interna en coincidencia a la unión del párpado superior con el inferior, donde actúa en forma asociada el mecanismo activo, a base del empuje que establece el parpadeo para forzar la entrada de las lágrimas a los conductos lagrimales, para enviar al fluido hacia el sistema nasal, donde existen algunas válvulas que evitan su retorno o el paso del aire hacia arriba de la vía nasal. 

Desde el nacimiento, es posible encontrar en ocasiones que el bebé puede manifestar lagrimeo frecuente, que estará asociado a alteraciones en la permeabilidad de las vías de drenaje. Fuera de esta edad y de las alteraciones de integridad anatómica, suelen existir otras anormalidades que puedan causar esa manifestación, que pueden incluir desde una afección leve y autolimitada hasta emergencias oculares que puedan amenazar la vista. La relación del lagrimeo excesivo con otras alteraciones o signos, suelen servir para establecer la causa específica de la alteración y definir su tratamiento más apropiado. 

Cuando el bebé tenga lagrimeo frecuente asociado con presencia de algunos residuos en las pestañas, enrojecimiento ocasional de su ojo, incremento de lágrimas en el menisco lagrimal, expulsión de lágrimas en los puntos lagrimales (parte extrema del párpado superior e inferior) al presionar sobre el trayecto en parte inferior del ojo y lateral de la nariz (saco lagrimal), serán datos para considerar obstrucción de las vías lagrimales. Cuando se note una inflamación de tono azulado en la piel que recubre el saco lagrimal (lateral de la nariz e inferior del ojo), corresponde a una deformidad del saco lagrimal que requiere la valoración urgente por el oftalmólogo para modificar a condiciones normales la anatomía para evitar la infección secundaria recurrente. 

Se sospechará de glaucoma a diferentes edades, cuando el lagrimeo frecuente se asocia con molestia ocular ante presencia de iluminación (fotofobia), y el aspecto turbio de la superficie transparente del ojo (córnea), que también requiere atención inmediata del oftalmólogo para evitar pérdida de la función visual en plazo intermedio. En esta enfermedad, si no se detecta en esta etapa temprana de su evolución, es probable que la presión ocular incrementada, pueda causar estiramiento del globo ocular que genera en forma secundaria, el aumento en el tamaño del ojo, que ante su aspecto se le relaciona como ojo de buey. En forma específica el tamaño del diámetro de la córnea (parte transparente del ojo) al nacimiento es menor de 10mm y aumenta a 12 mm hasta los dos años, así todo tamaño de córnea mayor a 12 mm durante este periodo debe ser considerado compatible para glaucoma.

Cuando además del lagrimeo frecuente haya dolor ocular intenso, molestia a la luz, y enrojecimiento ocular, se podrá sospechar de la inflamación de la parte pigmentada del ojo (iris y coroides) que se genera posterior a un traumatismo ocular; o bien, puede asociarse con problemas de tipo reumático (como lupus, artritis, Kawasaki, etc.). Su prioridad establece manejo además del oftalmólogo con el especialista en reumatología.

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