¡Yo no creía, manito!
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Opinión

Carpe Diem

¡Yo no creía, manito!

 


De acuerdo con ella, fue en la Central de Abasto en donde le cayó el chauixtle, había mucha gente ese jueves -estoy segura de que ahí fue- lo reafirma una y otra vez.

Buscando información sobre el impacto económico de la Covid-19 en la industria turística local encontré, por casualidad, a una persona que conozco y de la cual guardaré su identidad, que por teléfono me platicó su experiencia como caso positivo del peligroso virus.

-No se lo deseo a nadie, es una tos de perro que no puedes detener, terminaba morada y con un dolor de pulmones que, por intenso, no te puedo describir- me platica mientras me envía por el celular algunas fotos de recetas y análisis para comprobar que si tuvo la enfermedad.

-Fueron noches inmundas, cubierta de sudor, sin pegar el ojo toda la madrugada, y con el temor de que los vecinos supieran que estaba enferma de esa “porquería”-.

Todo empezó como una gripa normal que se hizo intensa en un momento. Dado que no creía en la enfermedad dejó pasar un par de días hasta que se sintió muy mal. Acudió con su médico de confianza y fue él quien la canalizó a los Servicios de Salud para que le hicieran los exámenes pertinentes.

-Te meten una especie de hisopos “largototes” hasta muy dentro de la nariz, y luego van con tu garganta, casi te ahogas, te lo juro manito- Me fui a mi casa y me sugirieron aislarme y así lo hice.

-Cuando me di cuenta aparecieron en la puerta unos “weyes” vestidos como astronautas y me dijeron que había salido positiva, que estaba enferma de Covid-19. Para entonces yo me sentía muy mal y tenía miedo de que el vecindario lo supiera porque eran capaces de quemarme la casa conmigo dentro, se queja.

-Mi familia me trajo un termómetro y compraron un “oxímetro”, lo más bajo que llegué a estar fue 84 de oxígeno, pero no quise acercarme al hospital porque no quería que me internaran porque la gente dice que ahí los están matando, que les inyectan algo para que se mueran-.  Está segura de que, si hubiera sido ingresada no habría salido vivía, que la hubieran incinerado y ni velorio, misa y rezos habrían celebrado.

A la terrible crisis de salud le acompañaron otras más, lo único que la mantuvo en pie fue la solidaridad familiar que la apoyó con dinero, despensas y medicinas. Ella es una persona que vive más al día que otros que también vamos al día.

-Me dieron de alta apenas hace tres días y todavía no me siento bien, no tengo olor y tampoco gusto, por lo menos ya no tengo náuseas, pero no tolero comer casi nada- Y narra como durante lo peor de sus crisis de salud no soportaba el olor de la comida que sus hermanas le guisaban en su cercana cocina, pero no le quedaba más que aguantar.

-Yo no creía en esta enfermedad, para mí que era el propio gobierno que quería tenernos controlados, pero mira, diosito me la mandó y ya ni modo-

Se aprende mucho de conversar con personas sencillas y sorprende lo atada que está su vida a toda una serie de creencias que limitan su visión del mundo.

Grave error llevar la enfermedad Covid-19 al terreno de las creencias porque no es una cuestión espiritual, es algo totalmente físico y puede medirse, fotografiarse y estudiarse científicamente, nada hay de metafísico.

Profunda desconfianza en las instituciones de salud y en el gobierno en general y peor aún, la estigmatización de los trabajadores de la salud y de los propios enfermos que, para mantenerse a salvo, deben esconderse de sus vecinos.

La disposición de información está tan cerca como nuestros celulares “inteligentes” con acceso a internet, sin embargo, es muy grave que las personas crean en lo que dicen los mensajes en cadenas de “whatsapp” en lugar de creer en lo que está en fuentes digitales serias y confirmadas.

Las teorías conspirativas son las preferidas de la gente. En las redes circulan miles de ellas y no solo la gente sencilla les cree, también a personas estudiadas y con grados académicos que, al reenviarlas a sus contactos, están aceptando indirectamente que creen en ellas, algunas estúpidamente absurdas.

Si bien se entiende que hay personas que no pueden dejar de trabajar, esa situación no los exime de cumplir con medidas sanitarias básicas, como el uso de las mascarillas, la sana distancia y el lavado de manos. Tuvo que declararse la zona de Abasto lugar peligroso por el alto contagio para que mucha gente empezara a tomar precauciones.

Aprendamos en cabeza ajena y evitemos conductas “torpes”: la ignorancia – confianza, en que las personas asumen situaciones de riesgo a pesar de que no saben cómo afrontarlo y salir de él. La falta de control, especialmente de aquellos con padecimientos obsesivos compulsivos y que carecen de autocontrol y, la distracción o la falta de las destrezas y conocimientos necesarios para realizar alguna tarea.

Tal vez el aprendizaje más importante sea con relación a las creencias religiosas de quienes creen en el determinismo, aquellos que suponen que su destino ya está escrito y dictado por Dios y nada hay que hacer. Este tipo de conducta puede causar graves daños a ellos mismos y a los demás. Y el propio presidente es un ejemplo puesto que, tal vez, sean sus creencias religiosas las que lo llevaron a minimizar la pandemia y a mantenerse pasivo cuando debió haber actuado de inmediato. Esto sería un problema de seguridad nacional porque quien controlara la conciencia del presiente controlaría al país.

AUTO INCENDIO: El del Mercado de Abasto es un magnífico pretexto para ofrecer cien millones de pesos a la clientela electoral ante la falta de obra pública. A las PYMES, en cambio, toda clase de requisitos, condiciones y trámites para darles apenas 5 mil pesos.