Provocando al separatismo
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Opinión

Carpe Diem

Provocando al separatismo

 


Si algo tienen este gobierno es que levanta pasiones de todo tipo. Su manejo de la crisis económica y sanitaria está despertando un problema que podría llegar a crecer y convertirse en una pesadilla.

Existe molestia por la necedad que muestra el presidente al filtrar el mundo a través de su ideología, de sus prejuicios e idealismos confusos para imponernos una serie de medidas que van contra el sentido común porque, en este caso, se trata de un enorme problema de salud que está costando vidas y una quiebra generalizada de la economía que acabará con millones de empleos.

El ánimo de confrontación ideológico que tanto le gusta ya provocó una respuesta que no debe ser tomada a la ligera. Gobernadores de estados del norte del país están pidiendo desde una cancelación del pacto fiscal hasta una modificación drástica que implica una lógica muy simple: ellos trabajan y generan más riqueza, por lo tanto, no están de acuerdo que se destine tanto dinero a estados como Guerrero, Oaxaca, Chiapas o Tabasco, o se tire a la basura en los elefantes blancos como la refinería, el tren o el aeropuerto.

Y si bien lo que dicen los políticos se da dentro del contexto de la lucha por el poder no hay que dejar de lado que dichas propuestas que hablan de únicamente modificar un pacto fiscal estén siendo tomadas y transformadas en movimientos separatistas por gente identificada con la extrema derecha, lo que no es raro dado que la mayoría de los movimientos separatistas se anidan en alguna simpatía ideológica: los vascos y catalanes con la extrema izquierda, por ejemplo.

Existen los nacionalismos y los separatismos; en este caso la gente del norte está hablando expresamente de dividir al país en dos o más países. No existe una propuesta única, los separatistas, por el momento, no se han puesto de acuerdo: algunos quieren fijar las fronteras a partir del bajío, otros a partir de Durango hacia el norte, otros incluir únicamente Baja California y Sonora, otros buscan unirse a Texas, otros quieren separar la península de Yucatán, excepto Tabasco y hasta llegan a separar, una vez más, a Chiapas del resto de México.

Nuestro país existe históricamente desde hace muchos siglos, pero el país que políticamente conocemos hoy se lo debemos a Benito Juárez y, su reafirmación, a la Revolución Mexicana. La lucha de independencia nos dejó un desastre político, económico y social que tuvo como consecuencia la pérdida de más de la mitad de nuestro territorio.

Existe una identificación idiomática y cultural a lo largo y ancho del país que nos une. Gracias a la Independencia dejamos de ser súbditos y nos convertimos en ciudadanos, vivimos en una república y con un sistema democrático. El distanciamiento físico entre el norte y el sur no supone un distanciamiento cultural, aunque si persisten las diferencias económicas entre un norte industrial y tecnológico con un sur turístico y cultural.

La permanente confrontación que provoca el presidente está dando lugar al fortalecimiento de movimientos separatistas que buscan fraccionar el país y que no tardarán en encontrar una identidad que los distinga y los justifique. La insistencia divisoria de la 4T está provocando toda clase de justificaciones ideológicas irracionales. Unos se asumen de izquierda y otros de derecha, pero todos con el único fin de defender privilegios demonizando al contrario y, para lograrlo, han inventado un sincretismo ideológico basado en el cinismo en el que, a conveniencia, mezclan centros, derechas e izquierdas en un solo plato, como el movimiento Morena.

Camuflados en el sincretismo es difícil distinguir quien es quien, porque todos se asumen salvadores de los valores, la moral y de la patria misma para reclamar derechos sacados de quien sabe dónde, pero que hábilmente los transforman en “derechos históricos” cuya reclamación la endosan al Estado y la sociedad en su conjunto.

Estos grupos separatistas no tardarán en exigir la autodeterminación, la autonomía regional, como primer paso para justificar acciones violentas. El discurso de que son ellos los que trabajan y nosotros los que gastamos es bastante simple, pero muy efectivo para llegar a la conciencia de las masas y manipularlas.

Entre más nos divida el discurso de la mafia política en el poder más armas les darán para desarrollar nacionalismos nocivos, excluyentes y racistas. Y no tardarán en autoproclamarse como oprimidos para radicalizarse y exigir su “liberación” ante la deuda histórica que usted y yo, habitantes del sur, tenemos con ellos. Igual, pero en sentido contrario es lo que afirman algunos movimientos indigenistas para chantajear a todos.

El presidente no ha hecho ningún pronunciamiento formal en contra del separatismo, aunque sabe que lo provoca pues una y otra vez a afirmado que “es la hora del sur”. Por el momento los gobernadores solo piden la modificación, o cancelación, del pacto fiscal que, además, es necesario actualizar. Dejar pasar esto puede llevar a que lo próximo que exijan sea la salida del pacto federal y, sumado a la debacle económica en que está ahogando al país, nos dejará pulverizados en varios “Méxicos”.

El presidente tiene una responsabilidad histórica y social y una obligación que debe cumplir, y eso es lo que exigimos, que se someta a la ley y no lleve a la pulverización de nuestro país. Seguramente usted lo sabe, desde hace años existe un sentimiento “anti sur” en mucha gente del norte; es real.

 

Pemex

Al momento de escribir esta colaboración se corría como reguero de pólvora la nota de la degradación crediticia de Pemex. Estaba cantado desde hace meses, la política nacional-revolucionaria agravaría los problemas. Y así está ocurriendo.

Nos pegará directamente a todos, empezando por los más pobres, que se multiplicarán en este gobierno, porque es muy probable que se agrave la devaluación de nuestra moneda y suba la inflación. La recesión económica y la quiebra de Pemex requieren la aplicación de la ciencia económica del más alto nivel; el presidente no la conoce.