¿Niños oaxaqueños semi esclavos en EU?
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¿Niños oaxaqueños semi esclavos en EU?

 


Cuando una noticia toma las redacciones de los periódicos o medios oaxaqueños respecto a un accidente, un percance, fenómeno natural o balacera registrada en Estados Unidos y donde se señale que están involucrados migrantes, de inmediato se mira al cielo, se emite una oración y el jefe de información solicita al reportero de la fuente estar atento o acercarse a autoridades de los gobiernos del estado o federales porque, casi irremediablemente, hay oaxaqueños involucrados por la alta expulsión de migrantes de Oaxaca; esos hechos pueden convertirse en una tragedia para una familia en algún punto de la geografía oaxaqueña.

Así fue en junio pasado con un tráiler que fue abandonado en San Antonio, Texas, dejando 53 personas muertas; ahí fallecieron cuatro de los seis oaxaqueños: dos eran de San Miguel Huautla, en la región Mixteca: Marco Antonio Velasco y Javier Flores López; también figuraban Josué Díaz Gallardo, de Santa María de Tlahuitoltepec, Sierra Norte.

Así fue también el 23 de enero de este año en Half Moon Bay, California. Los primeros reportes señalaban siete personas asesinadas y una más gravemente herida tras los tiroteos en dos lugares distintos en una pequeña comunidad costera en el centro de California.

Horas más tardes se informó que entre los fallecidos había dos oaxaqueños. En Santiago Apóstol, Ocotlán, el 17 de febrero sepultaron el cuerpo de Marciano Martínez Jiménez.

Hace casi 11 años, en PalmView, Texas se dio cuenta de un accidente un 10 de abril de 2012 en una volcadura de una vagoneta que intentó evadir un retén y en ella viajaban 19 ilegales sobre la autopista Expressway 83. Fueron identificados 7 oaxaqueños, una de las mayores tragedias que tuvieron a paisanos como víctimas.

Hoy se cumple una semana que The New York Times publicó una extensa investigación: “Solos y explotados, los niños migrantes realizan trabajos brutales en los EU”.

El diario dio cuenta de la entrevista a más de 100 menores de edad en diferentes puntos de ese país donde niñas y niños son sobreexplotados aprovechando su condición migratoria, vulnerabilidad al viajar sin compañía, porque allá están solos y, a ello se suma que afrontan una gran deuda a pagar con quienes los llevaron a ese país, los envíos que deben realizar a su tierra y los compromisos que han adquirido en alimento, vestido y vivienda con sus “patrocinadores”.

“Al llegar en números récord, terminan en trabajos peligrosos que violan las leyes de trabajo infantil, incluso en lugares que fabrican productos para marcas conocidas como Cheetos y Fruit of the Loom”, indica el rotativo.

Y, sin duda, hay menores oaxaqueños que en este momento trabajan en condiciones insalubres, con alta vulnerabilidad, con labores inadecuados para la infancia, en la semi esclavitud y afrontan elevadas deudas y con el compromiso de enviar remesas a sus familias. “Solo en los últimos dos años, más de 250,000 niños han ingresado solos a los Estados Unidos”, sentencia el rotativo.

¿Cómo respaldar que hay infantes oaxaqueños trabajando bajo esas circunstancias? Acudamos a las cifras oficiales. En 2010 el “buen vecino” deportó a 2 mil 604 niños oaxaqueños, de ellos 1 mil 86 viajaban solos y 197 eran menores de 11 años.

Ya para 2015 la cifra fue de 1 mil 479 y 1 mil 185 se trasladó sin compañía. En 2020, Estados Unidos deportó a 1 mil 108 menores oaxaqueños, de ellos, 809 viajaban solos. El año pasado, sin ir más lejos, 2 mil 24 menores se la jugaron para migrar a Estados Unidos, pero fueron detenidos. De ellos, mil 607 iban solos. De quienes no contaban con compañía, 1 mil 273 fueron varones y 334 mujeres. Hay un dato espeluznante: 111 menores de edad fueron deportados en 2022, de ellos 18 viajaban solos, la mitad son hombres y la otra mitad fueron mujeres.

Esos son los datos de quienes fueron deportados pero, sin duda, muchos cruzaron con éxito.

Una parte de la estrategia es enganchar a menores vía redes sociales o polleros, indica el New York Times, con la promesa de una oferta de trabajo segura y un buen nivel de vida. Detenidos en la frontera o en puestos migratorios, los menores deben contar con “patrocinadores” para acceder al país.

Ahora, solo un tercio de los niños migrantes van con sus padres. La mayoría se envían a otros familiares, conocidos o incluso extraños, que los enrolan en el mercado laboral. “Estos trabajadores son parte de una nueva economía de explotación: los niños migrantes, que han estado llegando a los Estados Unidos sin sus padres en cantidades récord, están terminando en algunos de los trabajos más penosos del país”, dice el New York Times.

Los menores desempeñan trabajos muy pesados en la industria de la construcción, se desempeñan en granjas en jornadas extenuantes que les impiden ir a la escuela, procesan o deshuesan carne para la comida rápida, laboran en panadería comercial.

“Los niños friegan platos a altas horas de la noche. Operan máquinas de ordeña en Vermont y entregan comidas en Nueva York. Cosechan café y construyen muros de roca de lava en Hawái. Niñas de tan solo 13 años lavan sábanas de hotel en Virginia”, describe el reportaje.

Con esa elevada migración y expulsión de paisanos; con el sueño de muchos oaxaqueños por, apenas cumplir 14 o 15 años salir de sus pueblos para ayudar a sus familias o buscar una mejor vida en un estado sin oportunidades laborales, este mercado de trabajo pesado podría ser el destino de oaxaqueños que están partiendo hoy mismo al norte o el dolor que padecen a diario quienes envían remesas para sostener la economía familiar, de su comunidad y del estado de Oaxaca.