¿Acta de defunción al Comité de Autenticidad?
Oaxaca
La Capital Los Municipios
El Imparcial del Istmo El Imparcial de la Costa El Imparcial de la Cuenca
Nacional Internacional Súper Deportivo Especiales Economía Estilo Arte y Cultura En Escena Salud Ecología Ciencia Tecnología Viral Policiaca Opinión

Opinión

BARATARIA

¿Acta de defunción al Comité de Autenticidad?

 


“¿Qué le puede enseñar una asociación a los pueblos respecto a la autenticidad? Está bien como asociación civil, pero de ahí a que enseñen, que den clases a los pueblos sobre autenticidad. ¡Nada!”… “¡De auténticos no tienen nada!” señaló tajante el gobernador de Oaxaca, Salomón Jara respecto a que un organismo colegiado se haya erigido, por décadas, en el Gran Elector determinante en la determinación de delegaciones para los Lunes del Cerro.

Y no le falta razón en torno a una instancia que, desde su nacimiento y por su actuación siempre ha sido muy cuestionada; cuyas decisiones en muchas ocasiones se han politizado, que ha quedado como el cohetero al dejar fuera, en múltiples ediciones, a delegaciones con gran tradición o programando a otras sin el más mínimo respaldo en las costumbres e, insistimos, en muchas ocasiones señaladas por la “mano negra”, en favor o en contra, de algún burócrata.

Eso podría terminar, pues la asociación civil Comité de Autenticidad es marginada de la elección y confección del programa de la fiesta racial, pues no tendría ya razón de ser o materia de trabajo, salvo el “preservar” algunas otras costumbres como el Día de Muertos, la Noche de Rábanos, las calendas de los diferentes templos, la Semana Mayor, los Jueves de Corpus, la Procesión del Silencio entre muchas celebraciones.

Alentados desde el poder, el gobierno en turno de Heladio Ramírez impulsó alrededor de 1990 a integrar el Comité de Autenticidad a algunos integrantes de la asociación folclórica oaxaqueña y de otros organismos independientes. De acuerdo con la versión del cronista Jorge Bueno, un año antes, en 1989 algunas de las delegaciones que se presentaron en la Guelaguetza incluyeron en su vestuario elementos extraños a las danzas, bailables, jarabes tradicionales y su ejecución dancística no era la adecuada o con modificaciones en su esencia sin justificación alguna y a solicitud de la dirección de turismo de esa época.

Sin duda sus integrantes, académicos, promotores culturales, directores de asociaciones dancísticas, de grupos folclóricos, estudiosos de las tradiciones y costumbres vinieron, en su momento, a poner orden al evento, poco a poco su tarea se fue desvirtuando, sobre todo con el manoseo de secretarios o secretarias de cultura que, en el afán de privilegiar el espectáculo, lo “colorido” llevaron La Guelaguetza al terreno comercial para atraer al turismo, sacrificando tradición, autenticidad, cultura y costumbres los cuales, en muchas ocasiones, son considerados como “aburridos” para los espectadores.

Pero también, y hay que señalarlo y recordarlo, sirvió de premio o castigo a la rebeldía o sometimiento del presidente municipal o de la comunidad al gobierno en turno. En 2017, sin ir más lejos, se quedaron fuera las delegaciones de Pinotepa Nacional y Juchitán, lo ha sido en alguna ocasión Huautla de Jiménez y se han incluido muchas más sin el más mínimo respaldo cultural.

La Guelaguetza es un negocio valuado en al menos 500 millones de pesos y los principales beneficiados son hoteleros, restauranteros y comercios. En su afán de dar a conocer sus tradiciones y costumbres, las comunidades se preparan todo un año para que un reducido grupo de la población suba a bailar a la Rotonda de las Azucenas, la mayoría de las veces sin apoyo oficial, comprando ellos sus indumentarias, corriendo con los principales gastos, aunque en algunas ocasiones se les apoya con comida o traslados. Pero nada más.

El gobernador propone que sea un Consejo Comunitario intercultural quien dé la última palabra a propuesta de las comunidades. Sin duda la propuesta así es bien recibida; habrá que establecer muy cuidadosamente como instrumentarla. El Comité de Autenticidad, una asociación civil dejaría de tener materia de atención y se desligaría de acciones gubernamentales. No se puede desaparecer de un plumazo o por decreto dado que no es una instancia de gobierno, es una conjunción entre particulares a quienes se les dio voz, voto y decisión sobre la selección, “difusión” y confección de los programas de La Guelaguetza.

Eso, al parecer, llegará a su fin. Que sea para bien.

 

XOXO

Largo y tendido dialogó Chente Castellanos en esta casa editorial el fin de semana. Dio cuenta del desastre financiero en que recibió Santa Cruz Xoxocotlán, dio nombres y dice tener pruebas en torno al saqueo. Señaló al binomio de Alejandro López Jarquín a quien lo señala que, en contubernio con el comisionado, Ismael Cheng Meléndez, hicieron humo entre 10 y 12 millones de pesos mientras se resolvía el conflicto electoral que llevó a anulación de comicios y la convocatoria de elecciones extras mediante las cuales arrancó el control de Santa Cruz Xoxocotlán del binomio López Jarquín y Tania López López, esta última pretendía extender el cacicazgo en esa comunidad conurbada.

De ser cierta esta aseveración, pues tendríamos severas dudas del manejo que se hará de instancias de gobierno por el ex perredista, López Jarquín, devenido en morenista, pues fue designado como director del Instituto Oaxaqueño Constructor de Infraestructura Educativa o de su esposa, la perdedora en Xoxocotlán, Tania López López quien, sin la mínima experiencia en administración educativa asumió como titular de la rectoría de la Universidad Tecnológica de los Valles Centrales de Oaxaca, persona que ya se  adueñó del inconcluso y depreciado (por restauranteros) Centro Gastronómico.

Ojalá y estas acusaciones no queden en simples declaraciones para atraer reflectores como lo ha sido en el caso de Francisco Martínez Neri respecto a Osvaldo García Jarquín o del propie Gobierno del Estado respecto a su antecesor: acusaciones, pero sin presentar denuncias penales.