La basura y la salud pública
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BARATARIA

La basura y la salud pública

 


El problema de la basura en la ciudad de Oaxaca de Juárez y municipios conurbados es altamente preocupante y merece una solución a la de ya. Cierto que no es fácil, como tampoco nuevo, pero urge la intervención de todos los niveles de gobierno, sin regateo alguno, para encontrarle una solución rápida.

Resulta extraño que las autoridades de Salud no hayan intervenido para alertar al gobierno municipal sobre lo que significa la acumulación de basura, muchos días, tanto en las casas, como en las calles de la ciudad.

Es sabido que las moscas transmiten enfermedades gastrointestinales como diarreas, fiebre tifoidea, cólera y parasitosis. Máxime cuando dicha basura permanece tirada horas y horas frente a mercados públicos en donde se preparan y se expenden alimentos, como la carne, el pan o las verduras.

Llama también a los roedores o a las cucarachas que entran y salen de los sistemas de drenaje para meterse a las casas o residencias en donde también los propietarios tienen basura acumulada. Es un lío.

Es en suma, un verdadero problema de salud pública donde los Servicios de Salud de Oaxaca deben intervenir para exigir a las autoridades gubernamentales, cerrar filas y darse cuenta de la magnitud del problema. ¿Se imagina un brote de cólera en una ciudad turística como Oaxaca de Juárez? Ni pensarlo.

El 1 y 2 de noviembre, todos fuimos testigos de cómo los turistas lamentaron la situación en la que se encuentra la ciudad. Un conocido que labora como mesero en uno de los céntricos restaurantes, me comentó que la jefa de una familia regia que viene dos veces al año a Oaxaca de Juárez  (Semana Santa y muertos), le dijo, sin pelos en la lengua, que la ciudad era un fiasco. Entendía, porque, desde que el partido Morena se hizo del poder, las cosas no iban bien en México. “No echen a perder su ciudad; luchen por ella. No me explico por qué se quedan con los brazos cruzados. Oaxaca siempre ha sido de temple, nunca se deja, por eso no entiendo por qué políticos malos abandonen una ciudad tan bella”, le comentó la jefa de esa familia dedicada a la industria del acero.

Lo cierto es que el presidente municipal, Francisco Martínez Neri, no quiere revelar el lugar en donde estará el terreno donde será procesada la basura. ¿Cuál será el temor? ¿Qué los pobladores donde se encuentra el predio no lo acepten? Pero, ¿no es mejor decir el lugar para darles tranquilidad a los ciudadanos de Oaxaca de Juárez? Se supone que al adquirir el predio, los comuneros, ejidatarios o pequeños propietarios estaban enterados, para qué sería el terreno. Y es mejor hablar con la verdad, no engañar ni ocultar nada para evitar que surjan conflictos posteriores.

Lo cierto es que no ha habido presidente municipal de Oaxaca de Juárez a quien no le haya estallado esta bomba de la basura en las manos, pero que tuvieron que apostar su capital político para encontrarle una solución. Claro que eran otras épocas y otros escenarios, pero jamás se habló de clausurar el tiradero como ocurrió ahora y aceptarlo sin contar con un plan “B”. Más bien, eran conflictos con las comunidades cercanas al lugar o la presión del sindicato para lograr mayores canonjías. Ahora, las cosas son diferentes, pues se ve que tenemos un munícipe blando, que actúa con cautela y que carece de un equipo capaz de sacarlo del atolladero.

El 25 de agosto de 2017, los medios de comunicación daban cuenta del chiquero que era Oaxaca, a ocho días del cierre del basurero que se ubicaba en jurisdicción de Zaachila y que hoy se encuentra clausurado.

Antes, el pasado 18 de agosto de ese año, 2017, colonos y habitantes de la agencia de Zaachila, cerraron el acceso al tiradero municipal para buscar una solución al conflicto que enfrentaban con la organización Frente Popular 14 de Junio.

“A ocho días sin servicio de recolección de basura, las principales avenidas, parques y calles del Centro Histórico de la ciudad de Oaxaca continúan llenas de desechos. De acuerdo con fuentes municipales, ya se acumulan unas cinco mil toneladas en la vía pública”, narraba el diario El Universal.

Era presidente municipal, José Antonio Hernández Fraguas a quien se acusaba de haber tomado decisiones erráticas, al llevar primero los residuos a San Francisco Tanivet; luego, a las riberas del río Atoyac de la capital, lo que fue rechazado por comerciantes, y después a una comunidad de Nochixtlán.

Ese día hubo un choque entre vendedores de tomate que por disposición del ayuntamiento capitalino instalaron sus puestos en las riberas del Atoyac; donde en el mes de julio, el propio municipio improvisó un tiradero a cielo abierto que acumuló más de ocho mil toneladas de basura.

Se habló en ese entonces, con insistencia, sobre la necesidad de abogar por la cultura del reciclaje como hoy lo hace Martínez Neri. Eran otros tiempos, pero el problema era el mismo: la basura.

Ojalá que venga pronto una solución definitiva  para evitar brotes infecciosos que, por desgracia, siempre se ensañan con los más desprotegidos o los más necesitados.