Guelaguetza, el abismo comercial
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BARATARIA

Guelaguetza, el abismo comercial

 


Mucho tendrán que hacer los encargados de la Cultura, con mayúsculas, para deslindar a la cultura, tradiciones oaxaqueñas del sello comercial en la que la han hundido las diversas administraciones que han sacado provecho de La Guelaguetza como marca comercial.

Es ya indispensable una verdadera revolución, que comprenda también a quienes se encarguen de organizarla en los próximos años, La Guelaguetza NO es solo un espectáculo para deleitar a los turistas o visitantes es nuestra herencia que ha sido trastocada, manoseada, extraviada en mano de quienes muchas veces ni si quiera son oaxaqueños o ven en la cultura un simple negocio.

La Guelaguetza no es un equipo profesional de futbol, es la suma de voluntades de todos y cada uno de los participantes para un bien común: la divulgación, pero sobre todo, la conservación de nuestras costumbres. En la Secretaría de Cultura han ocupado el puesto personajes como Alonso Aguilar Orihuela, a quien alguna vez se le olvidó el aniversario luctuoso de Rufino Tamayo o el propio presidente municipal de Oaxaca, Francisco Martínez Neri que poco o nada hicieron para truncar la comercialización de la fiesta de los oaxaqueños.

Detrás de ellos, o adelante, estaba el secretario de Turismo, José Zorrilla de San Martín Diego, quien buscaba un Centro de Convenciones para su exclusivo hotel, y que fue inhabilitado luego de las múltiples irregularidades halladas en la construcción del estacionamiento del auditorio Guelaguetza.

La cultura “va a ser transversal” (sic) dijo Ana Vázquez a tomar posesión del cargo en 2016. De muy discreto desempeño, fue avasallada por la maquinaria del secretario de turismo, Juan Carlos Rivera Castellanos. Vázquez Colmenares, a lo sumo, se concretó a coordinar delegaciones degastada tras un pleito con la Orquesta Sinfónica de Oaxaca a la que en alguna ocasión calificó como “un lujo que Oaxaca no se puede permitir”, algunas delegaciones señalaron desconocimiento de nuestras raíces.

Detrás vinieron Adriana Aguilar y Karla Villacaña. En 2019 algunas de las delegaciones marginadas por el Comité de Autenticidad acusaron discriminación y desconocimiento de la cultura por parte de quienes seleccionaban e integraban el programa de las 4 emisiones de La Guelaguetza.

 

Y se cruzó la pandemia.

Este año es muestra de que la comercialización, en negocio rebasó límites. Los oaxaqueños siguen sintiendo a La Guelaguetza como suya…pero ajena. El ejemplo fue los lugares vacíos en casi toda la primera presentación. La primera tarea de los próximos encargados de la Cultura en Oaxaca es esa: recuperar la esencia, dejar de privilegiar la mercancía cultural para revivir las tradiciones. Alejarla de la contaminación, como la inclusión de la jarana veracruzana, por ejemplo, que es una muestra cultural, pero no de estas tierras.

Habría, de entrada, que recuperar el nombre primigenio: los Lunes del Cerro, sobre los cuales se sustentó el Homenaje Racial. Luego, alejarse de patrocinios que imponen condiciones como el tener un paquete de boletos en palco preferencial. Después, conformar un verdadero Comité de Autenticidad, independiente, y que sea quien confeccione los programas, evitando mano negra de esos que cobran como secretarios de cultura, turismo o intereses comerciales satélites de estos.

¿Qué hacer para que las delegaciones, los municipios o comunidades no se auto marginen? Esto sucedió con las comunidades de la Sierra Norte y Mixe, posición aceptable ante el alud comercial.

En el futuro próximo (el año que entra) ¿cómo realizar la amalgama de delegaciones cuando muchas de ellas son incluidas por motivos, afinidades o fobias políticas?

Cómo distribuir la venta de entradas para no beneficiar a una sola empresa, Superboletos, acusada de nexos con funcionarios “fuereños” y que se llevó un porcentaje de la venta, varios miles o millones de pesos sin meter las manos a través de comisiones por expedición de entradas, el control sobre ellas y cerrar la ruta de privilegios para empresas, hoteles, turisteros foráneos que por un boleto vendieron paquetes y, además, evitar la reventa a precios estratosféricos o la aparición de tickets apócrifos. Mientras, las delegaciones no recibieron ni las gracias.

Una de las posibles salidas son las comunidades, que cada una organice su Guelaguetza y, como el caso de la delegación de San Melchor Betaza, Tlahuitoltepec o comunidades de la Sierra Norte, se presenten en la que mejor le parezcan, más cercana a sus raíces. Aquí hay un riesgo que, como el ejemplo que el propio gobierno estatal dio, sigan el caminito del negocio y terminen comercializándola, multiplicando la oferta de cultura como mercancía.

Ese es el reto para la próxima administración visto el desastre y lo maltrecha que dejó la festividad las emisiones recién terminadas, en 4 presentaciones quisieron recuperar las ganancias de dos años de pandemia.

 

Sobrecupo en el Guelaguetza

Nos comentan y rondan en redes sociales la inconformidad de cientos de oaxaqueños que el lunes intentaron acceder a la emisión del cierre de La Guelaguetza y formaron filas de horas. “Alguien” distribuyó (algunos acusan de que se vendieron) boletos para los palcos C y D, de acceso libre. Sin embargo, quienes llegaron con “boleto” o invitación (a saber) entraron primero y los ¿responsables? dejaron fuera a cientos que habían formado fila, causando malestar. Incluso, algunos compañeros fotorreporteros tomaron placas de personas con boleto a las cuales no les permitieron el acceso. Otra raya más al tigre.

 

Portazo en la Feria del Mezcal

Por fortuna no sucedió una desgracia. También el lunes la desorganización, falta de previsión e indiferencia llevó a que un grupo de asistentes a la Feria de las Artesanías diera portazo para acceder a la Feria del Mezcal que, por estar saturada, había ya limitado el acceso. Los inconformes ingresaron ¡por la salida! y, se puede ven en video, apenas tres policías intentaban contener a la multitud.

Esto también tiene que cambiar. Por la seguridad de todos.