Central de Abasto, inseguridad y violencia
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BARATARIA

Central de Abasto, inseguridad y violencia

 


La pregunta fue directa “¿Ha detectado cobro de derecho de piso en la Central de Abasto?”. El funcionario hizo una pausa, se arrellanó de nuevo en el sillón y llevó el índice para sellar los labios e imponer silencio que confirmó, como una solicitud, en una lenta negativa con la cabeza. Eran los primeros días de enero; el primer procurador general de justicia del entrante gobierno. El ahora magistrado dejó pasar el cuestionamiento, quizá fue la primera entrevista que otorgaba como abogado del estado a un periodista y, con su actitud, dejó claro que la autoridad tenía conocimiento del asunto.

Detrás de él llegaron varios procuradores, de ese y de los siguientes gobiernos.

Han transcurrido varios años, quizá una década desde entonces y el problema se ha acrecentado. Con su pasividad los siguientes procuradores refrendaron esta frase de dejar hacer, dejar pasar de Vincent de Gournay, aunque esto en el ámbito del liberalismo económico, trasladada de forma burda para “administrar los conflictos”, práctica usual de funcionarios medrosos.

Esa actitud de los gobiernos subsecuentes ha dejado ya una gran cicatriz en el principal centro comercial del estado. Alguien, por fin, reconoció que los gobiernos del estado y municipal, además de autoridades policíacas, han dejado de tener la rectoría, control y autoridad en el Mercado de Abasto.

De acuerdo con una nota publicada por EL IMPARCIAL, El Mejor Diario de Oaxaca, transportistas que llegan al Mercado de Abasto Margarita Maza de Juárez, reconocen que deben pagar cuotas de 500 pesos por camión para descargar sus mercancías.

“Los sindicatos actúan como delincuencia organizada”, señalaron los ya cansados Integrantes de la Alianza Mexicana de Organización de Transportistas, A.C. (AMOTAC). La autoridad ha sido omisa y cómplice de los sindicatos violentos, incluso los transportistas que se han atrevido a denunciar han sufrido represalias. Los sindicatos Libertad, Catem, Catem joven, entre otros, han extendido sus tentáculos hacia este boyante y jugoso negocio.

En julio de 2021 tomateros provenientes de diversos puntos de la geografía oaxaqueña denunciaron hostigamiento y cobro de piso por parte del Frente Popular 14 de Junio en la capital oaxaqueña, aun y cuando su líder “Pancho Mugres” estuviera en la cárcel. En ese entonces, señalaron que gente de Francisco Martínez “Don Panchito”, obtenía en un solo día hasta 60 mil pesos por los “cobros” o “cuotas” de 400 comerciantes.

Aunque se escuche como lugar común, la Central de Abasto se ha ido consolidando como una bomba de tiempo. El robo de celulares, la prostitución, violencia que se han instalado en sus pasillos y naves comerciales son ya “delitos menores” ante el tráfico de drogas, el narcomenudeo, trata de blancas que pasan por las narices de las autoridades.

Hace algunos meses comerciantes se atrevieron a colocar mantas en demanda de seguridad, en la zona se mueven miles, millones de pesos. Los sindicatos, organizaciones de comerciantes y líderes que actúan como carteles delincuenciales “negocian” o imponen administradores. Ya hay secuestro exprés, asesinatos, guerras por defender u obtener territorio, extorsión; ahí se puede obtener cualquier tipo de mercancía, legal o ilegal.

Operan, además, delincuencia proveniente de otras entidades e, incluso, de otros países; colombianos imponen esquemas de financiamiento “préstamos” vía el sistema “gota a gota” con réditos estratosféricos; ordenan, como en la ciudad de México, qué mercancías se comercializan, a quién se le compra, determinan espacios para la venta, en contubernio con líderes y sindicatos.

El asunto no es menor, tan no es menor que ya vimos el martes pasado como hordas de “comerciantes” se disputaban el territorio, espacios y, como verdaderos carteles, la plaza de San Cristóbal de las Casas, en el vecino estado de Chiapas.

La apacible ciudad, la joya de los altos de Chiapas convertida en zona de guerra. Con personas que corrían y disparaban armas largas sembrando el terror en disputa del territorio y que obligó a la ciudadanía a resguardarse, por horas, en negocios, supermercados, cualquier lugar es bueno.

El problema de la inseguridad, de cobro de piso crece de manera silenciosa como cabeza de hidra en ese espacio comercial. ¿Qué tan lejos está Oaxaca de vivir escenas como las del martes en San Cristóbal de las Casas? Ya sindicatos se han disputado a balazos derroteros de transporte o “exigen espacios” con anuencia, complicidad o indolencia de la autoridad.

En Oaxaca, tocamos madera.

 

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