De las gacelas a la ayudantía
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Opinión

De las gacelas a la ayudantía

 


BRICIA YOLANDA ARAGÓN VALDIVIA

Una de las primeras acciones de gobierno del actual presidente, al llegar al poder en 2018 fue desaparecer al Estado Mayor Presidencial (EMP), entidad encargada durante sexenios de la seguridad personal del mandatario mexicano; lo anterior para robustecer la idea de un gobierno austero que es cercano a la gente, pues el mismo presidente señala que “el pueblo bueno” lo cuida.

Hasta la presidencia de Enrique Peña Nieto, era el Estado Mayor Presidencial el encargado de la seguridad personal de los presidentes de este país, esta entidad estaba integrada por miembros del Ejército, la Fuerza Aérea y la Armada de México. López Obrador desapareció al Estado Mayor Presidencial.

Desde el inicio de su gobierno, López Obrador anunció que su seguridad estaría a cargo de la llamada Ayudantía, optando por un esquema similar al que utilizó cuando fue jefe de Gobierno del entonces Distrito Federal: las Gacelas, solo que ahora no está compuesto sólo por mujeres, sino también por hombres. Anunciaba en ese entonces la creación de la oficina que estaría a cargo de su seguridad personal: “Voy a contar con una Ayudantía, voy a tener un equipo de 20 profesionales, no necesariamente profesionales en el tema de seguridad, sino profesionales porque todos ellos van a tener un nivel académico de cuando menos licenciatura, y serán hombres y mujeres, 10 hombres y 10 mujeres”.

Al inicio del actual gobierno, la Ayudantía estuvo compuesta por 20 elementos, luego bajó a 15 en 2020, un año después pasó a 18 y en su última etapa de gobierno se compone por 21, ya que en días pasados se anunció un reforzamiento de su equipo de seguridad, justo en la recta final de su sexenio; todo ello por cuenta del erario. La composición de 21 integrantes es la más numerosa desde que se creó la Dirección General de Ayudantía.

La Oficina de la Presidencia de la República informó que el grupo a cargo de Daniel Assaf está integrado por 14 mujeres y 7 hombres, entre sus funciones está el proporcionar apoyo personal e inmediato a las actividades públicas y privadas del presidente de la República. Cabe destacar que sólo seis de los 21 integrantes se han mantenido, en lo que va del sexenio, en la Dirección General de Ayudantía, entre ellos el coordinador Daniel Assaf, quien también es amigo de Andrés Manuel López Beltrán, uno de los cuatro hijos del titular del Ejecutivo federal.

La seguridad personal del primer mandatario de un país es un tema delicado que ocupa, según entiendo, un lugar preponderante en la agenda, ya que muchas amenazas se pueden presentar hacia la persona en quien recae el Poder Ejecutivo nacional. En el caso de AMLO, fue él mismo quien desdeñó seguir con el EMP y conforme ha avanzado su gobierno, en prácticamente todos sus informes de gobierno, el mandatario federal ha resaltado que desapareció al Estado Mayor Presidencial, que de su seguridad se encarga la Ayudantía e incluso que el propio pueblo le cuida. Como señalé antes, en días pasados se anunció un reforzamiento de la seguridad presidencial, lo que coincide con que en los últimos meses Andrés Manuel López Obrador ha tenido muy pocos eventos públicos y se traslada a los lugares, ya no en vuelos comerciales como al inicio del sexenio, sino en aviones de la Fuerza Aérea.

Durante ese tiempo en que acostumbró a viajar en aviones comerciales, en más de una ocasión fue objeto de reclamos e impugnaciones públicas por parte de la gente con la que coincidía en aeropuertos y en los vuelos; muchos de esos encuentros fueron documentados por la misma gente. Lo que, creo que constituye un buen termómetro para medir la percepción que se tiene de algo o de alguien, pues esas reacciones son impulsivas y muestran una realidad que persiste.

No obstante, nos siguieron asegurando que AMLO tenía un altísimo nivel de aceptación entre la gente; no sé, tal vez el “pueblo bueno” no viaja en avión, sería la justificación que se me ocurre pensar. Al haber disminuido las giras presidenciales, aun cuando el estado de Guerrero vivió la devastación del huracán Otis, el presidente López Obrador se justificó señalando por qué no había realizado actos para reunirse con los damnificados del mencionado huracán: “No puedo exponerme, soy el presidente de México, tengo que cuidar la investidura presidencial. No soy Andrés Manuel, soy el presidente y no puedo permitir que nadie me ningunee. O sea, prestarme, caer en una provocación, que eso es lo que quieren”.

Con respecto de la Ayudantía, en el tema de sueldos, el equipo gasta 1 millón 480,902 pesos al mes. Los 21 integrantes tienen percepciones mensuales de entre 26,558 y 89,913 pesos, mientras que el coordinador de la Ayudantía, Daniel Asaf, percibe un sueldo de 176,927 pesos.

Llámese como se llame, Estado Mayor Presidencial o Ayudantía, la seguridad de un presidente es fundamental; querer impulsar “cambios” que terminan siendo sólo cosméticos y luego querer hacer creer al “pueblo bueno” que todo lo que antes se hizo era malo, nocivo, perjudicial, y que hay que terminar con ello, aunque se siga gastando, no sé si lo mismo o más, en aquello que se modificó, sigue abonando a la polarización.

Esa idea de que el pueblo cuida al presidente porque éste es bueno como aquel y tan transparente que nada esconde, son elementos de la comunicación política y de la imagen política que en este sexenio se han explotado mucho; desde las Gacelas en la jefatura de gobierno del entonces Distrito Federal, hasta la Ayudantía en la presidencia; reitero se ha mantenido la idea de un gobierno austero y de un pueblo bueno que cuida a su mandatario… ¿será?