TRANSPARENCIAS: Infancias rotas
Oaxaca
La Capital Los Municipios
El Imparcial del Istmo El Imparcial de la Costa El Imparcial de la Cuenca
Nacional Internacional Súper Deportivo Especiales Economía Estilo Arte y Cultura En Escena Salud Ecología Ciencia Tecnología Viral Policiaca Opinión

Opinión

TRANSPARENCIAS: Infancias rotas

 


Bricia Yolanda Aragón Valdivia

Según la Encuesta Nacional de Trabajo Infantil (ENTI) 2019, en México, el 5.6% de las niñas de entre cinco y 17 años llevan a cabo tareas domésticas en condiciones no adecuadas

 

 

“Maestra, cuando usted iba a la primaria ¿les festejaban el Día del Niño?” me preguntó mi pequeña e inquieta alumna mientras nos preparábamos para iniciar la clase de danza. Yo le conté entonces de aquella vez que, estando en primaria, nos llevaron a las alumnas del colegio, al circo, como parte de la celebración del Día del Niño; fue una experiencia inolvidable y muy feliz para todas (era un colegio de niñas) y yo debo haber tenido 7 u 8 años, no más. Después de ello, muchos días del niño pasaron y siempre mis papás me tuvieron un detalle o un regalito sencillo con el que celebraban mi niñez, aun cuando ya era universitaria. Definitivamente fueron lindos momentos que hoy recuerdo con cariño y gratitud.

Antes era simplemente llamado “Día del Niño”, hoy se ha dado en llamarlo “Día del Niño y de la Niña”, es políticamente correcto, decirle así habla de inclusión y de puntualidad en el uso del término supongo, pues así lo ha nombrado la UNESCO.

Desde el inicio de este fin de semana se han llevado a cabo los festejos por parte de las escuelas para las niñas y niños; algunos miembros de la clase política también hacen sus celebraciones para ellos independientemente del color del partido que los cobije; organizaciones sociales también participan y claro en el seno de muchas familias se les festeja.

Sin embargo, a propósito del Día del Niño y de la Niña surgen reflexiones que no se pueden dejar a un lado; esas reflexiones me llevan a pensar en niños que hoy día deben trabajar, que son explotados, que no tienen seguridad ni en su mismo hogar, en niños sin familia, en niños migrantes, en niños enfermos que no tienen la posibilidad de ser atendidos como debieran de acuerdo a su padecimiento; en niños que no están en la escuela por las más diversas razones. Realidades de infancias rotas, realidades de la desigualdad entre niños y niñas, realidades que existen.

De acuerdo con datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), a nivel global son más niñas que niños las que se dedican a tareas domésticas. En el periodo que comprende de 2012 a 2016 —último registrado en la OIT con respecto al trabajo infantil— más de 26,000 niñas de entre cinco y 14 años realizaron trabajo doméstico, en comparación con 14,000 niños en ese mismo rango de edad. Esto es: por cada niño que realiza trabajo doméstico, hay 1.8 niñas que lo hacen.

En México, según la Encuesta Nacional de Trabajo Infantil (ENTI) 2019, el 5.6% de las niñas de entre cinco y 17 años llevan a cabo tareas domésticas en condiciones no adecuadas, es decir, durante horarios prolongados, en un medio insalubre o en lugares peligrosos. Los estados del país con mayor prevalencia de este problema son Oaxaca, Chiapas y Michoacán, siendo éstos los estados con más atraso en muchos rubros en todo el país.

Aunque la UNESCO señala que en el mundo las tasas de inscripción en las escuelas primaria y secundaria se están acercando a la paridad —90% de los niños y 89% de las niñas van— las tasas de finalización de ellas son menores en los países de ingreso bajo, donde sólo el 63% de las alumnas de primaria completan ese nivel, en comparación con el 67% de los alumnos. En el caso de las tasas de finalización de la secundaria, la brecha es aún más considerable pues únicamente el 36% de ellas completa la secundaria, en comparación con el 44% de los varones. Aun cuando la educación es uno de los principales pendientes que ha arrastrado este país a lo largo de los años, la pandemia llegó a acrecentar el problema. A pesar de esto, aún no hay un diagnóstico sobre el deterioro de la educación debido a las clases a distancia y por lo tanto, tampoco soluciones para mitigar esta cuestión.

En este panorama se conjugan condiciones de vulnerabilidad como los usos y costumbres, roles y estereotipos de género, normalización de la violencia y desempleo de las y los responsables de crianza, abandono del gobierno en sus distintos niveles de nuestra niñez, vista como botín político poco explotable, por eso se les retiran los accesos a una atención médica de calidad (sí, hablo de los niños con cáncer que le duelen a México). 

Pensar y repensar cómo estamos educando a nuestros hijos e hijas es una tarea constante de quienes somos adultos, porque yo he creído siempre que los niños y las niñas son nuestros, son de todos, son nuestra responsabilidad porque estamos al frente generacionalmente; aquello que decía mi mamá de que “la palabra educa y el ejemplo arrastra” es muy real y lo comprendemos quienes tenemos la dicha de trabajar con la niñez, de ser padres, maestros, tíos, personas cercanas, siempre estamos educando.

Promover el desarrollo de las infancias no sólo implica proveer servicios de educación y salud, también es garantizar servicios y atención médica a las madres durante el embarazo, disponibilidad de áreas verdes y lugares recreativos en donde puedan jugar e imaginar y, en general, incrementar el progreso social.

Quedan varios avances que realizar para aumentar el progreso social y construir un país en el que las infancias puedan desarrollarse plenamente. Por lo que, además de celebrar el día de la niñez este 30 de abril, es importante promover las condiciones que permitan celebrar todo el año que viven en un país en el que hay lugares recreativos, guarderías, centros de esparcimiento, etcétera, los cuales sean accesibles para toda la población, y en donde las familias se sientan seguras. Que este día de la niñez sea un recordatorio más para buscar construir un país con mejores condiciones para todos, empezando por las infancias.