Adictos al pasado
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Opinión

Adictos al pasado

 


La política izquierda, la progresista, la que tendría que retar a las llamadas “buenas costumbres”, la que tendría que reinterpretar nuestro entendimiento de lo que es “moral”; esa política resultó ser la más anticuada y conservadora de las últimas décadas.

Seguramente ha escuchado en la radio esos spots, terribles, infames, con los que el gobierno de México pretende combatir el consumo de drogas.

Culpa, culpa, culpa. Prejuicio y más prejuicio. Esos son los ejes de esta campaña que hace ver a aquella flor que rapeaba hace 25 años, como la viva imagen de la deconstrucción social. Si entonces nos burlamos, ahora se ve como una adelantada a su tiempo o es acaso que nada hemos avanzado. 

Eso pasa cuando un tema de salud pública lo reduces a discursos que rayan en la ignorancia. Las adicciones no son un tema de “infelicidad”.

Habrá escuchado las analogías y los Guinness terribles con los que se ejecutaron esos spots, tan burdos, tan torpes, tan llenos de una ideología casi evangelizadora: “no te drogues, porque te haces daño; no necesitas drogas para ser feliz; si te drogas, te dañas; vive feliz…”, son las frases que rezan en esos segundos que también ocupan espacio en televisión.

Ahí está otro ejemplo de un fracaso en políticas de salud. Si no entienden la dimensión de un problema como la falta de medicamentos, ¿cómo van a entender un tema como la adicción?

Este es un asunto de salud multifactorial que no se puede reducir a un falso concepto de felicidad y satisfacción. Tampoco a creer que se resuelve con el combate a los grupos del narcotráfico.

Es un tema que se debe atender desde una perspectiva no prohibicionista, lejana a la culpa. Es una enfermedad que debe atenderse de manera personal, pero que también obedece a condiciones sociales y económicas. Es un asunto que debe trabajarse de manera personal, para que tenga incidencia de forma colectiva. 

Decir a una persona adicta: “no te drogues, no necesitas de eso para ser feliz”, es como decirle a un paciente depresivo: “no te preocupes, ya pasará”.

Así de reduccionista y así de insultante resulta esta campaña: porque con la tanta información que hoy tenemos a nuestro alcance, con tanta apertura, ésta tendría que ser una campaña emblema para una administración que se dice de izquierda, que se dice progresista.

No lo decimos sólo por quien despacha en Palacio Nacional, sino por quienes operan en el área de salud: ellos son los responsables de esta terrible campaña que parece salida de la televisión de los setentas. ¿Qué esperábamos?, hay quien cree que los derechos se someten a consulta… con razón el discurso de la falsa moral. Qué ganas de mirar, de mantenerse siempre en el pasado.