Las muertes que quiero evitar o por qué me hicieron activista
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Las muertes que quiero evitar o por qué me hicieron activista

 


Por María Esther Soto García

 

“Cada uno tenemos que encontrar nuestra propia inspiración… y a veces no es nada fácil”

(Kiki: Entregas a domicilio, 1989)

A mi hermana la atropellaron el 18 de diciembre de 2020, venía de regreso a casa en su bicicleta. Desde ese día mis pasos construyen un camino que me conduzca a la justicia por su muerte. En mi andar también estoy buscando respeto hacia quienes usan la bicicleta. 

La muerte deja siempre mucho dolor, pero también nos trae aprendizajes. Quiero compartir los míos, obtenidos a partir de mi experiencia y del activismo amateur que comencé a hacer desde que Gabi falleció, para así poder aligerar el camino a quien desafortunadamente también tenga que recorrerlo. Gabi me enseñó a ser perseverante: “es difícil hermana, pero no es imposible”.

Gabriela Soto García, mi hermana mayor, se fue un viernes por la mañana. Contra toda lógica y sin que pudiéramos siquiera imaginarlo, en cuestión de minutos esa brillante luz se apagó, dejándonos un hueco enorme en el alma y el corazón. Tenía apenas 38 años y un montón de sueños por delante. Amaba la bici y la vida.

Aquella mañana todos esperábamos a Gabi para tomar el desayuno, lo que recibimos fue la noticia de que a cuatro kilómetros de casa había fallecido. Nunca olvidaré el grito de mi madre, ni la horrible sensación que por ratos aún todavía siento en mi corazón.

En medio de ese shock, mi niña interior le hablaba a la mujer en que me he convertido, me convirtió la injusticia: Esther no te tortures buscando una explicación o tratando de encontrarle lógica porque no la hay, y por duro que parezca, ayuda a tu hermana, busquemos justicia porque ninguna muerte por un siniestro de tránsito se considere “normal” y nada de lo que te digan anula el hecho de que fue una muerte que pudo prevenirse.

Después de escuchar “es del diario señorita, nunca los atrapan”, “no la vio”, “se fugó, claro que pudo ayudarla, seguía viva, pero se fugó y va a ser muy difícil que lo agarren” … las ganas de vomitar solo aumentan. ¿Cómo aceptar que mi hermana estaba muerta y que además no había nada que yo pudiera hacer por dar con los responsables? Nada te prepara para estas situaciones.

Todavía no sé la fuente de todas mis fuerzas, de mi inspiración ni de mi valor, pero asumo que es la esencia de mi hermana que me ha guiado desde ese viernes en donde pálida declaraba qué estaba haciendo cuando me dieron la noticia que cambió mi vida para siempre.

Seguramente es el amor que le tengo a Gabi lo que me movió para reclamar su cuerpo, pedir a las autoridades esclarecer los hechos y exigir justicia por una muerte anticipada. 

También ha sido un sistema de justicia poco empático con las víctimas, porque yo también soy víctima, lo que me ha impulsado a no detenerme, a caminar todos los días buscando justicia. Es la impunidad lo que no me deja caer y, sin duda, el amor de una madre que ha perdido a su primogénita lo que me levanta todos los días a reclamar ¡ni una bici blanca más!

En mis primeros 182 días sin ella, he estado acompañada desde el primer día por sus amigos, sus compañeros de rodadas y sus cómplices de aventuras; la gente que la conoció en vida y la amó y seguirá amando, han estado ahí para llorar y rodar junto a mí y mi familia. Ver cuántos ciclistas se reunieron para acompañarla en lo que sería su última rodada, el amor y dolor con el que colocaron la bici blanca en el lugar donde mi hermana falleció, me demuestra que no solo es mi exigencia de justicia, esto es más grande.

Seguiré rodando por justicia, por Gabi Soto García.

CONTACTO CON EL COLECTIVO GABI BICI BLANCA