¿Desde dónde buscas ser amado?
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Opinión

¿Desde dónde buscas ser amado?

 


Javier Stirner

¿Desde dónde buscamos ser amados? ¿Desde dónde nos relacionamos familiar y socialmente? Recién descubrí que yo quería ser amado desde un narcisismo exacerbado. Buscaba ser adorado, idolatrado, ser el centro en la vida de las personas que me aman; la fantasía de que fueran dependientes emocionales de mí. La búsqueda de tal idolatría me ha llevado a sufrir muchas desavenencias. Porque evidentemente no puedes ser ni eres el centro de las personas, y si logras serlo, no será sano ni para ti ni para nadie. Si por esa adoración buscas a alguien que se cede por completo a ti, serán personas sin estima propia. Y eso es lo que quería mi narcisismo, gente sin estima, que dependiera de mí. Lo que evidentemente muestra en realidad mi propia carencia de estima. La búsqueda de la idolatría es una máscara para encubrir una carencia personal. Porque el que se tiene estima no necesita elogios de otros; si fuera así, sería entonces el ego tambaleante, frágil, que si no se resuelve en auténtica valoración de uno mismo, dará igual lo que te digan, la idolatría que recibas, porque en el fondo tú seguirás desconfiando. Y es por eso que te conviertes en alguien que intenta controlar al otro, los controladores “necesitan” asegurar que les quieran, que les sean fieles. “¿Dónde estás?, me preocupa que te vaya a pasar algo”, “¿Con quién estás?”, son preguntas comunes en sus relaciones. Tener el control no te dará seguridad alguna si no la tienes tú mismo. Porque nadie puede jamás darte el valor si tú mismo no te lo das. Suena trillado, pero es cierto. Tan cierto y trillado como que “aceptamos el amor que creemos merecer”.

En el fondo yo me rechazaba a mí mismo, por eso me juzgaba de forma negativa constantemente. Por eso no importa la aceptación y el amor que los otros te den si tú no te la das, porque jamás sabrás recibirla. Debes creer que mereces estar bien, que mereces ser amado o amada. Y la gran paradoja es que, como cualquier ser humano, anhelas ser amado, pero no puedes aceptarlo ni creerlo cuando te lo dan. Lo cual te deja en este punto en el que quieres oír los elogios que vas a negar.

El antecedente siempre será el contexto familiar: muchas de esas carencias son heredadas. Piensa si tus padres las viven, las heredaron también. Por ejemplo, mi madre es como yo era, o como intento ya no ser, busca esa misma idolatría y, al igual que yo, lo busca a través de proyectar la imagen de ser una persona dadivosa, preocupada por los otros, pero termina siendo abusada por los demás, un maltrato que ambos permitimos por no amarnos. Y es común que dos narcisistas que buscan ser el centro del otro se junten, a veces bajo la máscara de ser y estar con una persona maravillosa. La búsqueda de la egolatría la mayoría de las veces se quiere presentar bajo una máscara de ser bueno con los demás. Y el problema no es ser bueno con los demás, el problema es querer que te amen. Buscas dar luz desde el rechazo.

Siempre vi en mi madre una ligera tristeza en el rostro, proveniente de una educación en la que se le dijo que “vivir es difícil”, en la que estar bien es algo negativo. Por cuanto a mi padre… no lo conocí sino hasta mis 19 años, con él no puedo intimar ni abrirme. Todo el tiempo ataca, “se protege”, permanece a la defensiva. Es descuidado de su salud a través de hábitos dañinos. No lo hago para victimizarme, aunque habría que poner atención a ello pues también es algo que solemos hacer los narcisistas. Tampoco pretendo culpar a mis padres. Ya soy consciente, me toca hacerme responsable. Ojalá sirva de espejo lo que digo, que haga mella en alguien.

Quiero ser totalmente franco, si, como yo, te juzgas negativamente todo el tiempo, o si sólo te comparas para hacerte menos, sabrás que eso hace muy pesada tu vida, que vives con mucha culpa y a veces no sabes de dónde viene ni por qué. Quizá incluso pienses constantemente en el suicidio pues, como yo, te enfocas en que sólo vienen la tragedia y el fracaso. Tienes la seguridad de la depresión porque estás acostumbrada a ella. Y, dicho sea de paso, ser depresivo no tiene nada que ver con ser intelectual. Yo solía, suelo enfocarme en lo negativo pero ya decidí oponerme a la idea de que voy a fracasar. Porque es una forma de autosabotaje, porque si crees que vas a fracasar no haces las cosas y por ello fracasas: una profecía autocumplida que te confirma: “Claro, ya sabía que iba a fracasar”, reforzando así el ciclo de desesperanza, buscando la seguridad que te da confirmar lo que esperabas. Si no hacemos de nosotros un lugar habitable, ningún lugar lo será.

Antes de finalizar, quiero contar una experiencia de un viaje de hongos que me compartieron y que me hizo mucho bien: “Sentí mucho amor, se me salían las lágrimas sin razón, no había sonreído tanto en mi vida. Me sentí muy amada. Algo me dijo que mis ancestros estaban orgullosos de mí, de lo que soy, y que cada una de las cosas que han sucedido habían valido la pena. Que todo lo que está en el mundo está hecho para mí, para mi goce y disfrute, y para el tuyo también. Sentí a Dios como un ser juguetón, que le gusta bromear, que es curioso y detallista. Sentí mucha gratitud por estar en ese momento. Pensaba en cómo algo pequeñito podía generar ese estado de paz, de plenitud, quería siempre estar ahí así. No me preocupaba nada”.