Heroínas sin capa
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Opinión

Heroínas sin capa

 


El pasado 6 de enero conmemoramos el Día de la Enfermera y el Enfermero, más de 473 mil profesionales de la salud que vaya que merecen nuestro más sentido agradecimiento, en el contexto de la crisis sanitaria de mayor gravedad por la que la humanidad haya atravesado, al menos en el último siglo.

En la conmemoración de este año el más sentido clamor social fue la consigna ¡quédate en casa! teniendo presente el valor, la entrega y los sacrificios que el ejercicio de la Enfermería ha requerido durante esta contingencia.

Esta noble profesión en la que las mujeres son mayoría, hoy se vuelve clave para el desarrollo del país, y sin embargo requiere de acciones de fortalecimiento. Dejo algunos datos que sirvan para la reflexión.

Antes de la pandemia ya se hablaba de las pocas enfermeras que había en el país para hacer frente a las necesidades del sector salud. De acuerdo a datos del Instituto Mexicano de la Competitividad (IMCO), en 2019 la tasa de enfermeras por cada mil habitantes era de 3, siendo que en los países de la OCDE el promedio es de 8, una gran brecha que pesa sobre los hombros de esas mujeres que sin escatimar su propio cansancio, están en primera línea de combate a la pandemia.

Sin embargo, resarcir esta brecha implicaría duplicar la plantilla actual de profesionales de la Enfermería con un aumento mínimo calculado del 30% del presupuesto del sector. Nada fácil ante la complejidad económica derivada de la pandemia.

Por otro lado, derivado de la falta de personal de enfermería, según la Organización Mundial del Trabajo en México está situación representa una carga considerable para las familias de escasos recursos, que no cuentan con seguridad social que les respalde para cuidar de sus enfermos y en donde es a las mujeres a quienes la sociedad impone las tareas del cuidado de sus enfermos.

No es casualidad que la mayoría sean mujeres en esta profesión, que hasta hace algunos años ha sido estereotipada como apta para mujeres porque requiere de “cualidades femeninas” como la paciencia, abnegación y ternura.

Es importante decir que la asimetría salarial entre personal médico y el de enfermería es muy grande, casi tanto como en reconocimiento. En un principio la profesión únicamente requería de estudios técnicos, con una visión hospitalaria y como auxiliar al médico. A partir de 1968 transitó a estudios universitarios de licenciatura, aunque socialmente su apreciación sigue siendo como “ayudantes” y de escasa visibilidad. Desafortunadamente, la enfermería es un ejemplo muy evidente de la desigualdad derivada de la división sexual del trabajo.

En síntesis, creo que la mejor manera de agradecer la labor que las enfermeras están desempeñando en esta crisis es, primero, hacer conciencia de las condiciones en las que trabajan, valorar sus funciones y dignificar su papel en el sector salud; y segundo, pero fundamental, tomar nuestro cacho de responsabilidad ante la pandemia y extremar medidas de prevención de contagios. Quedémonos en casa, por nosotros, por nuestras familias y por solidaridad con nuestras enfermeras.